“Hace mucho que quería conocer esta provincia y ahora he podido satisfacer este antiguo deseo gracias a mi amigo salteño José Edmundo, director nacional de Cultura”. Estas fueron las palabras que el célebre escritor Jorge Luis Borges hilvanó en la entrevista realizada para el diario El Tribuno en sus primeras horas de visita por la provincia.
Corría mayo de 1964 y Borges llegaba por primera vez a Salta invitado por la Dirección General de Cultura de la Nación, gestión realizada por José Edmundo Clemente, “que me ha hecho posible conocer esta tierra. Me habría sentido culpable no haberla conocido”, comentaba Borges en otra entrevista concedida al diario El Intransigente.
El arribo de Borges será en compañía de la escritora María Esther Vázquez, quien también lo secundaría literariamente impartiendo cada uno una conferencia: la de Borges versaría sobre poesía gauchesca, y la de Vázquez, sobre “Falstaff o la temática de Shakespeare”.
Ambas conferencias, que se dieron en diferentes días, fueron ejecutadas en el salón auditorio del antiguo edificio de Radio Nacional Salta, Mitre 294, con entrada libre y gratuita, y transmitidas íntegramente por la emisora.
Recorrida por los medios gráficos
En los pocos días que Borges permaneció en Salta tuvo como actividades centrales, más allá de la conferencia sobre poesía gauchesca, la visita a dos de los periódicos salteños más importantes de la época: El Tribuno y El Intransigente. En ambos mantuvo largas conversaciones, prestándose cordialmente a múltiples preguntas que se transformaron en entrevistas que ya son parte de la acervo histórico borgeano.
“Se considera a Borges el poeta más esencial del arrabal de Buenos Aires. Su cantor más inteligente y original. Y cuando de sus versos de habla, se ha hecho un lugar común el nombrar barrios con esquinas rosadas, de almacenes abiertos al silencio pensativo del truco”, introducía el diario El Intransigente dando pie a lo que luego sería un diverso intercambio entre periodistas del medio y el invitado de honor.
“Llegó hasta nuestra casa con paso lento, apoyado en un bastón y con el rostro despejado y sonriente”, comenta el periódico mientras avanza la entrevista sobre tópicos variados, algunos de cierta sensibilidad personal como cuando se conversó sobre su proceso de ceguera: “no hay nada poético. No ha sido de golpe, vino lentamente. Una especie de lento crepúsculo. Un lento atardecer de veranos. Así como se pasa de la llovizna a la sombra sin darse cuenta”, dirá Borges.
“La llegada de Jorge Luis Borges, por primera vez a Salta, es para nuestro medio un acontecimiento de jerarquía. Constituye él, indudablemente, un verdadero maestro dentro de la literatura contemporánea”. Estas son algunas de las líneas previas que El Tribuno vertía en sus páginas horas antes de la llegada del literato.
Ya en la redacción, acompañado por el director de Radio Nacional, Raúl Araoz Anzoátegui, será recibido por el director del diario, Roberto Romero. En esa atmósfera responderá algunas consultas periodísticas que centrarán su inquietud en el mundo de las letras y sus actividades al momento de su visita.
Sobre este último punto Borges dirá: “En estos momentos estoy revisando con María Esther Vázquez un libro titulado 'Antigua literatura germánica' que es un texto sobre la literatura medieval de Inglaterra, Alemania y Escandinavia (…) Hace unos cuatro años estoy estudiando, o tratando de estudiar las lenguas germánicas medioevales”.
Luego responderá sobre la actividad literaria nacional, en la que destacará a “Carlos Mastronardi, Silvina Ocampo, y Magdalena Harriague, y en lo referente a la prosa los nombres de Adolfo Bioy Casares, Manuel Peyrou, de Eduardo Mallea y de Manuel Mujica Lainez. Este último ha vuelto renovándola a la antigua tradición de la novela caudalosa, llena de aventuras, destinos y vicisitudes”.
Una letras a Salta
Los “Textos recobrados” reúnen colaboraciones de Jorge Luis Borges dispersas en diarios, revistas, libros y folletos, formando un corpus de escritos diversos, vinculados a diferentes experiencias vividas por el escritor. En dicha edición se compila específicamente el artículo “Argentina: el país maravilloso”, folleto escrito para la compañía Varig sobre lugares turísticos. En él pueden leerse estos párrafos dedicados especialmente a Salta.
“La provincia de Salta consta de dos regiones distintas; al este, el suelo llano está cubierto de arroyos y de bañados; al oeste, alto, cortado por numerosos valles regados por torrentes. Hacia el noroeste, acostada en el fondo del Valle de Lerma e inclinada en la falda de su cerro está Salta, la capital. Desde la cima del cerro se abarca la ciudad. La arquitectura es sobria y maciza; rejas hispánicas y amplios portales, casi conventuales, cuya decoración es el arabesco”.
La descripción del territorio continúa minucioso. “Hacia el oeste se abren los valles y quebradas Calchaquíes, famosos por la belleza de sus cerros solitarios, de barrancos verticales, donde mil metros abajo, el arroyo se precipita, blanco de espuma, sobre su cauce de pizarra. Para llegar a estas zonas hay que cruzar altiplanicies limitadas por las cumbres nevadas. Luego comienza el descenso por una pendiente entre áridas quebradas y muchedumbres de cactus gigantes. Atrás quedan los Nevados de seis mil metros de altura, donde se distinguen, a la luz purísima, roca por roca, filo por filo, hielos no alcanzados por el hombre; soledades presentes, casi palpables pero inaccesibles, precipicios enormes y ásperas aristas de basalto y cristal rotas sobre el azul. Allá vive, fuera del alcance del rifle, la preciosa chinchilla real, animalito frágil como una flor. Los valles son, en estas zonas, realmente oasis, manchas de verdor escondidas junto a los ríos, en las vegas y quebradas transversales de la cordillera”.
Más adelante, en quizás el pasaje más interesante y colorido de la descripción, Borges se adentra en una Salta humana y en movimiento: “Uno de los acontecimientos más coloridos e importantes es la fiesta del carnaval. Días enteros bailan los coyas. La música, salvaje en las bagualas, sensible y dulce en la vidala o alegre en el carnavalito, suena en los instrumentos nativos. Canta la vidala con su queja blanda:
Dicen que el carnaval viene
por el camino de Salta
ojalá traiga alegría
que penitas no nos faltan.
Aquella visita a Salta en mayo de 1964 tuvo como cierre un agasajo en la famosa casa del difusor y mecenas cultural “Pajarito” Velarde, lugar de paso indiscutido para toda aquella personalidad de la cultura argentina, y por qué no, extranjera, que pisara suelo salteño.
Se puede imaginar que entre empanada y vino amenizando la velada en la morada de Velarde, Borges fue decantando lo vivido en tierras salteñas, lugar que nunca antes había visitado. Esta experiencia sin duda fue motor del otrora texto que, aunque sencillo, resultó el único netamente dedicado a la provincia.
El viaje de Jorge Luis Borges junto a María Ester Vázquez siguió rumbo a San Salvador de Jujuy para luego regresar, solo de pasada, por Salta y seguir viaje a Tucumán, completando un periplo variado por el norte argentino. En aquel raid Borges dejó una estela, una marca, una posta imborrable del que muchos consideran uno de los máximos exponentes de las letras hispanas del siglo XX.