Mi rol como diputado de la oposición es dejar en claro que el Decreto de Necesidad y Urgencia del Gobierno nacional es inconstitucional y nadie puede crear, derogar o transformar más de 300 leyes de un día para el otro y pretender, así, reformartear el sistema de regulación económica de la Argentina. El proyecto de ley ómnibus enviado al Congreso de la Nación también presenta múltiples problemas, pero uno central es que delega la suma del poder público al Presidente.
El texto busca declarar la “emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, social, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria y social”. De esa forma, intenta otorgarle una amplia capacidad legislativa al Ejecutivo, algo que vulnera la división de poderes.
Junto al cuestionamiento de estos aspectos institucionales, es importante analizar el sentido profundo del nuevo Gobierno. El conjunto de medidas que se tomaron en estas semanas lleva a la Argentina para atrás. Nunca puede ser el camino este ajuste brutal, con suba de precios sin ningún tipo de regulación y salarios a la baja. Implican un esquema de recesión, de parate de la actividad económica, con caída de empleo y pérdida de consumo. Son recetas que ya se aplicaron y generaron mayor concentración económica, más pobreza y desigualdad.
Este nuevo escenario económico probablemente genere tres tipos distintos de reacciones sociales. Por un lado, el agravamiento del fenómeno de implosión social, con mucha gente que explota hacia adentro, que está mal, angustiada, que siente que siempre arranca el mes desde menos diez, por los altos niveles de endeudamiento familiar. Eso genera violencia porque se están "dando máquina" y un mínimo roce en la calle puede terminar a los golpes. El segundo fenómeno es que va a aumentar la protesta social, con manifestaciones de los trabajadores estatales despedidos, de los médicos, los docentes, quienes tienen planes sociales, los farmacéuticos, los jubilados, etcétera. Inevitablemente, va a haber mayor conflictividad y, a cuarenta años del retorno de la democracia, necesitamos que el Gobierno actúe con sensatez y garantizando los derechos humanos básicos. El tercer gran problema será el crecimiento de la pobreza por ingresos. Es decir, de aquellas personas que tienen la vivienda en condiciones, que acceden a los servicios básicos, que tienen ingresos, pero no les alcanza la plata para llegar a fin de mes. Y ese fenómeno de la nueva pobreza es el que va a generar mayor tensión a mediano y largo plazo. El Gobierno probablemente tenga cierto nivel de acompañamiento social en estas primeras semanas, pero habrá mucha angustia porque todo está muy duro y la suba de precios es brutal.
Desde el punto de vista de la construcción política, considero que el punto clave es que no se puede seguir hablando a los convencidos de las dificultades que genera este modelo, sino que hay que hablarles a todos, y especialmente a aquellos que hoy sienten que hay que aguantar, a quienes votaron al oficialismo porque buscaban una alternativa, porque estaban cansados de la política. Sin dudas, es el momento de escuchar, de estar con quienes la pasan mal, de acompañar. Pero no es tiempo de hablar solo a la resistencia, sino también a aquellos que están mirando lo que sucede y quieren caminos para adelante. Y eso implica la necesidad de entender y enlazar los intereses comunes. En otras palabras: de construir una nueva mayoría.
No es posible un capitalismo sin consumidores como plantea el Gobierno. Nuestro futuro en común es generar una Argentina más amplia, más grande, más inclusiva. No un país más chico y para pocos. Queremos una Argentina con más mercado y mejor Estado. Y eso requiere generar consensos mayoritarios.
Hoy los diferentes sectores sociales presentan contradicciones, conflictos, tensiones. Pero más allá de estas distancias y disputas, debemos mirar más allá e identificar los objetivos comunes: la necesidad de un mercado interno fuerte, de un esquema económico que estabilice precios y promueva la producción y el consumo. Nuestro país necesita ampliar la torta productiva y desarrollar el mercado, no un modelo que deje dos tercios de su población afuera del sistema. Debemos impulsar el apoyo económico para las pymes y los emprendedores, para el fomento de las exportaciones, trazar políticas planificadas entre el Estado y el sector privado que potencien el desarrollo local y las economías regionales. Necesitamos consolidar un Estado moderno e inteligente que acompañe y potencie las posibilidades de quienes estudian y trabajan.
La gran tarea política es la construcción de esta nueva mayoría, acercando intereses (en vez de agudizar las contradicciones sociales y exacerbar a las minorías intensas) y generando un proyecto de Nación que permita motorizar las energías y expectativas de nuestros ciudadanos y ciudadanas. Tenemos capacidades humanas y económicas y condiciones muy potentes. Si ese desarrollo potencial se combina con una mirada de largo plazo y una visión política amplia, podemos generar un nuevo horizonte de futuro para la Argentina.