El espionaje en la ficción oscila –simplificando la cosa– entre el glamour de las películas de James Bond, la sordidez y tensión dramática de series como Homeland o 24 y la sofisticada intriga desplegada en las novelas de John Le Carré, Frederick Forsyth y Graham Greene.
Basada en las novelas del escritor británico Mick Herron, Slow Horses (Caballos lentos) es una magnífica serie de espionaje, bastante alejada de los estereotipos del género, en la que Gary Oldman interpreta a Jackson Lamb, un agente del MI5 –el Servicio de Seguridad del Reino Unido– que en algún momento protagonizó una desastrosa misión.
En castigo, Lamb es destinado a Slough House (casa ciénaga, o algo así), una especie de oficina administrativa de la agencia de espionaje británica donde van a parar los más fracasados de los servicios de Su Majestad.
Con la producción ejecutiva de Will Smith –también a cargo del guion– la trama transita el rutinario trabajo de los caballos lentos, monotonía que de pronto se ve sacudida por un evento originado en Thames House, la sede central del MI5.
En el comienzo de la primera temporada, el ritmo de la serie es cansino, como preparando el terreno para el vertiginoso desarrollo que sobreviene al cabo de los dos primeros capítulos. Lo mismo ocurre con la secuela, pero el arranque de la tercera temporada cambia por completo, dejando atrás la sordidez del Londres que se exhibe en esas primeras entregas, para ubicar la acción inicial en Estambul a pura adrenalina.
A Oldman lo secundan el joven Jack Lowden y la experimentada Kristin Scott Thomas, quien desempeña un rol magistral como subdirectora general y jefa de operaciones del MI5. Aunque en los hechos esta elegante mujer desprecia a Lamb y se previene contra sus mañas adquiridas a través de los años, íntimamente reconoce sus habilidades como agente de campo y analista.
Otros papeles destacados los desarrollan Saskia Reeves, Rosalind Eleazar, Olivia Cooke, Freddie Fox y hasta el enorme Jonathan Pryce, quien brilla en un papel secundario pero para nada irrelevante.
Precisamente, lo que subyugó a Will Smith de las novelas de Mick Herron fue que el escritor lograra dotar de realismo a sus personajes. En una entrevista realizada antes de estrenarse la tercera temporada, el guionista explicó que “los personajes están marcados por sus experiencias como espías. Tienen que tratar con problemas más humanos como la adicción, la pérdida, la frustración”.
Como todo gran actor, Oldman aporta a su personaje elementos clave. El propio Smith se reconoce sorprendido de haber aceptado que Lamb sea tan asqueroso, y algunos detalles le resultan muy cómicos: “Creo que fue Gary quien tuvo la idea que diésemos a conocer a Jackson Lamb despertándose con su propio pedo”.
Es que Lamb no es tan sólo desprolijo, es un verdadero mugriento. Borrachón empedernido, no para de fumar un cigarrillo tras otro en una oficina que se huele desde el primer peldaño de la escalera que conduce a ella. Detrás de ese aspecto desaprensivo y decadente, sin embargo, se esconde una inteligencia y capacidad de análisis infrecuentes.
Lamb se esfuerza por lograr que los y las agentes de Slough House, a quienes destrata y somete, decidan irse por cansancio y hastío, algo que no logra. Al cabo de los sucesos que se desatan en la casa central del MI5, el tipo tiene que acudir a su grupo para intentar resolver cuestiones que ponen en jaque al propio gobierno.
El humor negro sobrevuela todo el tiempo esta historia que muestra la delgada línea que separa a la tan pregonada perfección de la inteligencia británica de sus peores errores y desnuda a una burocracia decidida a tapar sus enjuagues y traspiés si es necesario por medio de acciones criminales.
Oldman, quien ya había interpretado al veterano agente de inteligencia George Smiley en el filme El Topo, muestra sus condiciones actorales como la contracara de aquel personaje atildado y flemático basado en la novela de John Le Carré. Su actual trabajo le valió la candidatura en los premios Bafta TV en la categoría actor principal.
En síntesis, Slow Horses convoca a las y los amantes del género de espías, pero no deja afuera a casi nadie y, si se tiene en cuenta que el primer episodio se puso al aire el 1º de abril de 2022, la serie lleva ya tres temporadas en menos de dos años.
Y las andanzas de Lamb y sus caballos cansados promete, como mínimo, una extensión del disfrute: a partir del éxito rotundo de las dos primeras entregas, Sony firmó con Apple TV por una cuarta temporada. Muchas producciones quisieran contar con tamaño récord.