A menudo, a Suecia le llueven ¡a cántaros! halagos, considerado -como es- “el paraíso de la igualdad”. El mote le sienta: su gobierno es expresamente feminista y ha definido la equidad de género como prioridad nacional. En el parlamento, la presencia femenina es del 45 por ciento, y en el gabinete del primer ministro Stefan Löfven hay paridad entre hombres y mujeres. Las licencias no son por maternidad ni por paternidad: son parentales; 480 días para repartir con flexibilidad. Posee, además, la tasa de empleo femenina más alta de la Unión Europea, con una participación del 80 por ciento en el mercado laboral. Y hasta su Iglesia -luterana- está liderada por una mujer, Antje Jackelén, arzobispa de Upsala. En los secundarios, libros como We Should All Be Feminists, de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, son de lectura obligatoria. Colmo del edén, el test de Bechdel se aplica en cines y tevé por cable como forma oficial de clasificación de films; y gracias a los conscientes esfuerzos de su Instituto del Cine, dirigido por una mujer, el número de realizadoras suecas ha aumento del 26 al 50 por ciento en solo tres años… Con todo, la propia ministra de Igualdad, Asa Regnér, no tiembla al declarar que “ni somos un paraíso ni hemos alcanzado la igualdad”. Reconoce, por caso, que “los niveles de agresiones contra mujeres no han bajado en la última década”, validando lo que muchxs han bautizado como “la paradoja nórdica”: pese a la concientización social y a las medidas impulsadas por el gobierno, en el país emblema de la equidad, los índices de violencia machista son uno de los más altos de la Unión Europea. Incluso, según reportaba el diario El País meses atrás, “las agresiones sexuales contabilizadas no han dejado de incrementarse en los últimos años”.
¿Sorprende, entonces, que en el último festival de música Bråvalla, uno de los más grandes y populares de Suecia, se hayan registrado 4 violaciones y 23 denuncias por agresión sexual? Lamentablemente, no. Acaecido el pasado julio, el propio primer ministro Löfvense expresó entonces al respecto: “Es asqueroso. Son actos repugnantes de hombres deplorables. Esto tiene que acabar”. Vale mencionar que en su edición anterior, de 2016, se habían reportado 5 violaciones y 12 ataques sexuales, e incluso bandas como Mumford & Sons repudiaron sonoramente que no se tomaran preventivas cartas en el asunto. Recién este año, frente a la indignación generalizada, decidió la organización del festival postergar próximas ediciones, hasta encontrar efectivo modo de “abordar este cáncer”.
Y si la cuestión viene a cuento es porque, en respuesta a las reiteradas agresiones sexuales en Bråvalla, la locutora y cómica sueca Emma Knyckare, tuvo curiosa idea para asegurar la seguridad de muchachas que solo quieren escuchar a sus bandas favoritas: lanzar un festival “ciento por ciento libre de hombres cisgénero”, amén de “crear un espacio donde mujeres, personas no binarias y transgénero puedan disfrutar de músicas increíbles sin tener miedo de ser abusadas, violadas o amenazadas”. Toda un acta de intenciones para un evento que llegará en 2018 bajo el nombre Statement Festival, donde los varones cis no solo no podrán ingresar como público: tampoco serán convocados para integrar el line-up.
Cabe decir que el puntapié inicial de Statement Festival fue un tuit de Emma, donde la mujer anotaba: “¿Qué les parece organizar un festival realmente cool donde los tipos no sean bienvenidos hasta que no aprendan a comportarse?” Ante la inesperada ola de apoyo, donde cantidad de personas se ofrecieron voluntariamente a ayudar en tareas de limpieza, relaciones públicas, etcétera, procedió la locutora a iniciar una campaña Kickstarter, donde en menos de un mes recaudó 500 mil coronas suecas. Sin line-up confirmado, sin lugar definido, pero con la certeza de que en Statement las 10 mil mujeres que asistan no deberán preocuparse por su seguridad. Replicando experiencias previas hermanadas, dicho sea de paso: el escenario The Sisterhood, en el Glastonbury, en UK; el espacio Her Forest, en el Electric Forest de Estados Unidos, que cuenta además con un camping exclusivamente femenino…
“Es razonable excluir a los hombres durante tres días cuando las mujeres son discriminadas todo el tiempo”, argumenta Knyckare frente a las voces que apuntan contra su iniciativa esgrimiendo que una propuesta así “solo empeora las cosas”: “Nuestro objetivo a largo plazo es cerrar el festival. Nos encantaría que un espacio libre de agresión sexual no fuera necesario. Sin embargo, así están las cosas. Ojo, no afirmamos que Statement sea una solución a los problemas de violencia sexual: es apenas una respuesta directa”. Y luego: “Como varón, quizás te sientas ofendido porque no estás acostumbrado a no hacer lo que te venga en gana. Si te enoja la idea de un festival sin hombres, podrías indignarte en cambio cuando a menudo amigos o familiares tratan de desalentar a una mujer, pidiéndole que evite ir a un recital o cualquier otro sitio, por seguridad. Poné tu energía en lo que realmente es injusto”.