En mayo de 2000, la muerte de Natalia Fraticelli conmovió a un país que respiraba crisis. Muy rápido, sus padres fueron acusados de filicidio. Escándalo, conjeturas, declaraciones de funcionarios judiciales, dejaron en la memoria colectiva una certeza: a Natalia la mataron sus padres, en una pequeña localidad ubicada en el extremo sur de la bota que dibuja la geografía de la provincia de Santa Fe. La serie documental “El caso Fraticelli”, con guion y dirección de Federico Rathge, se encarga de desmontar aquella idea para mostrar lo ocurrido a través de decenas de testimonios y una minuciosa lectura de la causa judicial. Así devela lo que pasó: La adolescente supo que las cartas que recibía del chico que le gustaba, en realidad, las habían fraguado sus supuestas amigas, para burlarse de ella. Esa noche, Natalia se escapó de la casa y fue a una fiesta, donde no la dejaron entrar. Volvió y tomó unas pastillas que eran para su abuela, contraindicadas para su epilepsia. Además, como lo había hecho otras veces, se puso una bolsa en la cabeza. Su mamá Graciela Dieser y su papá, Carlos Fraticelli, que era juez, la encontraron a la mañana. Estuvieron seis años presos. La Corte Suprema de Justicia de la Nación absolvió a la pareja, y el caso también llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

La historia se va desplegando en cuatro episodios, que pueden verse los viernes, a las 22, por Canal Encuentro. Entre las personas entrevistadas está Franco, el hermano de Natalia. Cuenta que la última noche, su hermana le dijo que lo amaba con toda el alma. Años después, a Franco también le tocó encontrar a su mamá sin vida. Graciela se suicidó en 2011. La última sentencia de la Corte nacional llegó años después.

La serie que tiene producción ejecutiva de Milagros Alarcón, y se hizo como parte del programa Renacer Audiovisual, con la producción de Físico Cine. El director llegó al tema de una manera casi azarosa. “La chispa que inició el proyecto en realidad fue de orden personal. Mi viejo, que se llamaba Ernesto Rathge, era un médico-psiquiatra, psicoterapeuta, que falleció justo antes de que comenzase la pandemia. Y en ese contexto, con mi hermano, fuimos a desarmar su consultorio. Algo realmente movilizador. Ahí me encontré con un gabinete bastante grande, lleno de estudios y escritos suyos sobre el caso Fraticelli. La cuestión es que él había oficiado de perito de parte para la defensa de Graciela Dieser, para el equipo que lideró Héctor Superti. Y entonces me guardé ese material”, cuenta Federico. “Me sumergí en esos escritos y rápidamente me di cuenta de que había muchos aspectos de esa pericia que eran sumamente interesantes. Como, por ejemplo, las razones, el móvil del suicidio de Natalia. Es decir, la pericia pintaba un fresco muy claro de la situación social y emocional de Natalia. Y cómo había sufrido bullying, cómo había sido engañada, traicionada, humillada, por algunas de sus supuestas amigas. Situaciones que, desde luego, probablemente habrían detonado el intento de suicidio de Natalia. Bueno, lo del suicidio en realidad es un poco conjetural, porque no sabemos si se intentó suicidar o si fue un intento de llamar la atención que deriva en su muerte”, sigue el cineasta.

Federico Rathge es director y guionista de la serie.

Tras la primera lectura de las pericias de su padre, Federico lo confrontó con lo que sus conocidos recordaban. “Me di cuenta de que había una memoria distorsionada acerca de cómo había terminado el caso. En el imaginario colectivo había quedado la idea de que los padres habían sido quienes la asesinaron. Y lo que realmente sucedió, el desenlace del proceso judicial, la verdad es que lo recordaba muy poca gente”.

Es difícil olvidar la foto de Natalia, con sus ojos claros y amplia sonrisa. El video del momento en que bailaba el vals de los 15 con su padre, repetido miles de veces en todos los canales de televisión. Fraticelli era juez penal de la ciudad de Rufino, de 20.000 habitantes, había investigado cuestiones de explotación sexual, era incómodo. Esa puede ser una de las razones de la rápida asunción de la hipótesis del filicidio como única línea de investigación. “La primera lectura que se da sobre el caso Fraticellli lo van a dar dos policías cuyas historias individuales en el devenir confirman quienes eran. Tanto Eduardo Pighin como Jorge Villalba eran hombres que luego terminaron procesados por distintos ilícitos vinculados a distintos tipos de negocios ilegales, ellos son los que le terminan diciendo a Ricardo Milicic, jefe de la policía, de la Santafesina sociedad anónima, diciéndole cuál era la hipótesis que más les convenía a ellos entre otras cosas para sacarse de encima a un tipo que les molestaba”, dice el diputado provincial del Frente Social y Popular Carlos del Frade en la serie. Además, el entonces gobernador Carlos Reutemann había pedido una rápida resolución del caso, porque no quería que se convirtiera en un escándalo como el de María Soledad Morales. Entonces, era la policía la que conducía la investigación penal en los hechos. Los horrores judiciales del caso provocaron un cambio rotundo en el sistema procesal penal de la provincia de Santa Fe.

El documental nació con una intención: “Reconstruir todas las dimensiones del proceso para que quienes se hayan quedado con una idea distorsionada de lo que realmente sucedió puedan reconstruir una memoria fidedigna del caso”. Y entonces, también funciona como una reivindicación de la memoria de Graciela Dieser, y de la actuación de Carlos Fraticelli.

Es que con Dieser se activaron nítidamente los estereotipos de género. “Hubo una retroalimentación entre la prensa y lo judicial. Había filtraciones desde la Justicia hacia la prensa, la prensa armaba las notas, después las notas eran invocadas en los fallos. Hubo una construcción en relación a la idea de que Graciela encarnaba la figura de la mala madre, que estaba cansada de Natalia, avergonzada de Natalia, que Natalia era un estorbo para el ascenso social de la familia. Eso se mencionó mucho”, rememora Federico, que estuvo meses sumergido en el expediente judicial y la hemeroteca. Se la construyó como “una madre indiferente al bienestar de su hija, una madre que no cumplía con el estándar ideal de la maternidad. Se la presentaba como una mina narcisista, muy preocupada por sí misma, me acuerdo que en la causa se citaba que Graciela se aplicaba inyecciones para adelgazar, sugiriendo que esas inyecciones la estaban volviendo un poco loca. Y claro que Graciela se ocupaba de su cuerpo, de su propio bienestar, seguro que fue así y tenía todo el derecho de hacerlo, de la misma forma que lo hacía Carlos Fraticelli, pero en absoluto eso implicaba que no cuidase de su hija como correspondía. Por el contrario, era una madre absolutamente dedicada”, asegura. Y cuenta algo que puede verse en la serie. “Natalia era el eje de la vida de Graciela, todo se organizaba y se ordenaba en función de Natalia. El abogado de Graciela, Superti, cuenta un detalle: tan incorporada tenía Graciela la dedicación, la devoción por el cuidado de Natalia que estando presa, a veces tenía el reflejo en determinada hora del día de darle la medicación antiepiléptica”.

Graciela Dieser, Natalia y Carlos Fraticelli.

A Federico también le interesa señalar que funcionaron prejuicios en relación a Fraticelli. “Además de la cuestión lombrosiana que siempre talló en relación a los rasgos físicos de Fraticelli, quizá también haya funcionado sobre él de un estereotipo de género en otro sentido, pero a él también se lo configuró como un hombre dominante, un macho patriarcal insensible, violento, que sometía y humillaba a su mujer y que desatendía a su hija y que era distante. Bueno, seguramente Fraticelli tenía buenas dosis de patriarcado en sangre en el año 2000 estábamos en el interior de la provincia de Santa Fe y era un tipo grande, pero yo creo que estaba lejísimo de ese estereotipo, o por lo menos así lo atestiguaron muchísimos parientes y amigos que acreditaban que Fraticelli no daba un paso sin consultarla a Graciela, que eran socios en todo y que le compartía todo, excepto la infidelidad, y que aparte era un padre muy afectuoso, muy presente, muy amiguero con Natalia”.

-¿Por qué entonces quedó instalado que fue un filicidio, o que nunca se podrá saber lo que pasó?

-En principio, supongo que las personas de a pie no tienen ni el tiempo, ni la posibilidad, ni la necesidad de hacer su propia investigación, de sumergirse en ese metro cúbico de fojas que compone el expediente. Entonces, lo que les queda, lo que nos queda, es confiar en la prensa. Y tampoco da para leerse todos los diarios y promediar, o sacar conclusiones, hacer síntesis. Uno agarra lo que puede. Y la prensa en general, sobre todo la audiovisual, se la pasó inclinándose -a conveniencia, porque seguramente vende más y resulta más atractivo-, por la hipótesis de filicidio. La de un juez con cara de loco que le es infiel a su mujer, y van juntos y matan a la hija. Y bueno, se hace difícil construir una memoria colectiva más ajustada a lo que realmente pasó. Y después, porque me imagino que la prensa hizo mucho foco en el tramo inicial, y la causa se dilató mucho. Ellos estuvieron seis años presos, de manera que ya en el segundo segmento, con las absoluciones, no fue tan relevante o no les resultaba tan atractivo y les dieron menos presencia en los medios. Y entonces quedó un poco deformada la memoria sobre el caso.