El globo blanco 

1995

La ópera prima de Jafar Panahi, ganadora de la Cámara de Oro al mejor debut en el Festival de Cannes 1995, es un título indispensable de la nueva ola iraní. A partir de un guion de Abbas Kiarostami, quien había contado con la asistencia del joven Panahi durante el rodaje de Detrás de los olivos un año antes, El globo blanco narra la historia de una niña encaprichada con comprar un pez dorado para su pecera durante la tarde del año nuevo iraní, que tiene lugar durante el mes de marzo. Con lágrimas en los ojos, Razié (la jovencita Aida Mohammadkhani) le implora a la madre que le dé el dinero para la mascota, pero es recién luego de la intervención salvadora de su hermano mayor que la chica sale disparada de la casa con un billete de quinientos riales en la mano. En el camino se topa con un dúo de artistas callejeros especializados en el manejo de serpientes, la primera pero no última circunstancia inesperada que puede hacerle perder el dinero, que eventualmente terminará en el fondo de una alcantarilla de difícil acceso. La aparición de un chico de origen afgano que vende globos en la calle completa el trío de protagonistas. Con elementos tan básicos como efectivos, y una reutilización de los mecanismos del suspenso para contar un cuento sencillo y transparente, en El globo blanco el mundo de los adultos se transforma en el más duro escollo para los pequeños héroes.

El círculo 

2000

El tercer largometraje de Panahi es una de sus obras maestras indudables, el viaje de una única noche de cuatro mujeres recién salidas de la prisión. Nada se explicita, pero es seguro que varias de ellas ejercieron la prostitución y, en algún caso, han cometido algún otro tipo de delito moral. Lo que resulta claro es que todas ellas deben enfrentarse a rígidas imposiciones sociales, culturales y religiosas. El miedo palpable a ser detenidas, la imposibilidad de fumar un cigarrillo en la vía pública, la ardua tarea de conseguir un pasaje de ómnibus sin carnet de estudiante o un hombre que haga las veces de chaperón van descubriendo el velo de las condiciones en las que deben moverse esas mujeres, que por no adaptarse a las reglas del islam chiita se han transformado en virtuales escorias sociales. El círculo terminó ganando el León de Oro en el Festival de Venecia, consagrando a su autor como uno de los más importantes cineastas iraníes de su generación e iniciando al mismo tiempo el interminable círculo de persecución contra su obra y su persona. Hasta el día de hoy, la película, como la mayoría de sus creaciones luego de El espejo, no puede exhibirse en Irán. Ante los acontecimientos recientes ocurridos como consecuencia de la muerte de la joven Mahsa Amini, luego de ser detenida por la policía moral, a veinticuatro años de su realización el film tiene mayor relevancia que nunca.

Crimson Gold 

2003

Panahi continuó rodando en libertad, a pesar de que las películas sólo podían verse fuera de Irán. Crimson Gold, nuevamente con un guion escrito por Kiarostami, es tal vez la película menos vista de su primera etapa, un retrato crudo y pesimista que, por momentos, recuerda al Taxi Driver de Scorsese. Pero el protagonista no es un taxista, sino un repartidor de pizzas que, al comienzo de la historia, vemos ingresar revolver en mano a una joyería con la intención de cometer un robo. Segundo después, ante la imposibilidad de escapar, el joven se suicida. Lo que sigue es un racconto de algunos días y noches en la vida de Hussein (el actor no profesional Hossain Emadeddin, repartidor de pizzas en la vida real), mientras la cámara lo acompaña en sus recorridos en moto por Teherán, solo o acompañado por su futuro cuñado. Durante las entregas ocurren situaciones tan absurdas como frecuentes, y mención aparte merece la magnífica secuencia extendida en la cual Hossain debe quedarse frente a la entrada de un edificio en el cual tiene lugar una fiesta “prohibida”, mientras la policía detiene a hombres y mujeres al salir del lugar. Más tarde, el ingreso a un departamento lujoso habitado por un hombre solitario marca el capítulo anterior al comienzo del fin. Retrato de alienación y sofoco social, Crimson Gold es una de las grandes obras en el canon de Panahi.

Esto no es un film 

2011

En 2010, Jafar Panahi fue condenado a seis años de prisión e inhabilitación de dirigir películas por veinte años bajo el cargo de “confabulación con la intención de cometer crímenes contra la seguridad nacional y la República Islámica”. Los problemas ya habían comenzado el año anterior, cuando fue detenido durante las protestas por las discutidas elecciones que llevaron nuevamente al poder a Mahmoud Ahmadinejad. Luego de pasar varios meses en la cárcel, la posibilidad de continuar la pena bajo arresto domiciliario –respuesta generada en gran medida ante la presión internacional– devino en la realización furtiva de Esto no es un film, que marcó el comienzo de una nueva etapa en su obra. Filmada en parte con un teléfono celular, la película –que construye su propia ficción a partir de un formato documental– encuentra a Panahi conversando en el living de su casa con abogados y familiares, pero también reflexionando sobre el arte cinematográfico, muchas veces en diálogo con su colega Mojtaba Mirtahmasb. Finalmente, la dramatización minimalista de la película en gestación termina de darle forma a un auténtico gesto de rebeldía, un escupitajo en el rostro de la censura y la proscripción. En aquellos tiempos Panahi declaró que “cuando un cineasta no hace películas es como si estuviera encarcelado. Aunque no esté encerrado en la cárcel, se encuentra vagando dentro de una cárcel más grande. Un film terminado puede ser prohibido, pero no así su director".