La dinámica de la economía argentina para los próximos meses se encuentra expuesta a escenarios de fuerte turbulencia. Algunos de los principales elementos internos que marcarán la cancha este año se vinculan con la política y la reacción social a las medidas de ajuste. Sin embargo, también existen factores externos que podrían tener impactos importantes.
Se pueden encontrar por lo menos dos elementos que empiezan a generar señales de alerta para la economía argentina y llegan desde afuera. El primero es la incipiente caída del precio de la soja a nivel internacional.
A mitad del año pasado tenía un valor de más de 525 dólares por tonelada, mientras que actualmente se opera en torno de los 450 dólares. Hasta ahora bajó 15 por ciento, gran parte de la caída ocurrió en los primeros días de 2024 y se esperan nuevas bajas para este trimestre.
Si bien es cierto que la cosecha de este año será muy superior respecto de la de 2023, cuando impactó la sequía, una caída en los precios de la soja puede agudizar la especulación del complejo agropecuario.
En la medida que las expectativas del mercado apuntan a nuevas devaluaciones del tipo de cambio oficial para los próximos meses, producto de los niveles de inflación que coquetean con el 30 por ciento mensual, la baja en el precio de la soja sería otro argumento para retacear las liquidaciones.
Un segundo foco de posibles problemas externos para la Argentina podría venir del mercado financiero internacional. Por el momento, en Wall Street reina un clima de relativa euforia entre los inversores. Pero la gran pregunta es cuánto más puede durar el optimismo.
El año pasado se registraron ganancias impactantes en los principales índices bursátiles, las tecnológicas encontraron un nuevo diamante en la inteligencia artificial generativa y los gestores de fondos como BlackRock son cada vez más dueños y señores del mercado.
Una de las formas de verlo es con la reciente aprobación que hizo la comisión nacional de valores de Estados Unidos (la “poderosa” SEC) para que comiencen a cotizar fondos ETF de criptomonedas.
Uno de los principales lobista para que ocurra esta aprobación fue BlackRock, el gestor de fondos de inversión más grande del mundo, puesto que los últimos años se decidió a jugar varias fichas en el sector.
Sin embargo, algunas de las voces más escuchadas en el establishment financiero internacional empiezan a prender las luces de atención e intentan bajar la espuma con la que se mueve el mercado.
Un ejemplo es la columna reciente que escribió Mohamed El-Erian para Project Syndicate. “Un número cada vez mayor de comentaristas considera que los mercados bursátiles terminarán el año por encima de los niveles de 2023”, dijo el referente de la Universidad de Cambridge.
Pero aseguró que detrás de estas lecturas existe lo que los economistas conductuales popularizaron como “sesgo de lo reciente”, es decir la tendencia a sobreponderar los acontecimientos cercanos.
Si se analiza con detalle el futuro del mercado financiero, El-Erian dijo que en lo evidente es que los desafíos son crecientes para este año, considerando factores como la inestabilidad en Medio Oriente y las bajas probabilidades de una recuperación de la economía global.
Un mundo con más volatilidad financiera provocaría problemas importantes para la Argentina. No sólo porque sería todavía más complejo cumplir la fantasía de retornar a los mercados internacionales, sino porque se aceleraría la salida de divisas, justo cuando la estrategia del gobierno es liberar los controles cambiarios y las regulaciones de la cuenta capital.