Por segundo día consecutivo, Estados Unidos lanzó este sábado bombardeos selectivos contra posiciones de los rebeldes hutíes en el Yemen, pese a que los llamamientos de varios países de Medio Oriente y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no cesaron ante el temor a que esta escalada militar derive en una guerra regional.
La primera acción tuvo lugar en la madrugada de Saná, cuando el destructor naval estadounidense USS Carney disparó misiles de ataque terrestre Tomahawk, según un comunicado del Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), que indicó que la acción fue dirigida contra un radar utilizado por los hutíes.
Washington no detalló el objetivo del ataque, si bien testigos afirmaron a la agencia de noticias EFE que dos proyectiles impactaron contra la base aérea de Al Dailami, en el norte de Saná, la capital del Yemen controlada por los insurgentes desde 2014. El CENTCOM se limitó a explicar que realizó una acción de seguimiento contra un objetivo militar específico asociado con los ataques realizados el viernes junto con el Reino Unido, diseñados para degradar la capacidad de los hutíes para atacar buques comerciales en el mar Rojo.
Por su parte, la insurgencia hutí de Yemen aseguró que el ataque no tuvo ninguna consecuencia. "No tenemos constancia de heridos, ni pérdidas humanas ni materiales. Además, la base se encontraba este sábado fuera de servicio", dijo el viceministro de Información hutí, Nasredin Amer, a la cadena televisiva panárabe Al Jazeera, donde prometió que el grupo responderá de manera contundente y eficaz.
Segunda tanda de ataques
Luego hubo una segunda ronda de bombardeos en la tarde, presuntamente lanzados por Estados Unidos, que tuvo como objetivo la base naval de Ras Kazip, ubicada en la ciudad portuaria de Al Hudeida, en el oeste del Yemen. Desde allí los insurgentes lanzaron decenas de ataques desde mediados de noviembre contra el mar Rojo y el Golfo de Adén. Hasta el momento se desconoce el alcance de la acción, que no fue anunciada por Washington, si bien se produjo pocos minutos después de que los hutíes lanzaran desde el puerto de Al Hudeida un misil en dirección al sur del mar Rojo.
El viernes, tras los primeros bombardeos en Yemen, Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Baréin, Canadá, Países Bajos, Dinamarca, Alemania, Nueva Zelanda y Corea del Sur justificaron la medida en una declaración conjunta, alegando que lo hacían en defensa del comercio internacional y de quienes transitan por el mar Rojo. "No dudaré en ordenar medidas adicionales para proteger a nuestra gente y el libre flujo del comercio internacional según sea necesario", agregó ese día el presidente estadounidense, Joe Biden, en otro comunicado.
En tanto, el portavoz militar de los hutíes, Yahya Sarea, afirmó en una declaración televisada que esos ataques no iban a disuadir a su grupo de seguir impidiendo la navegación de barcos comerciales vinculados a Israel o de toda embarcación que se dirija a puerto israelí a través del mar Rojo, en solidaridad con los palestinos de la Franja de Gaza tras el estallido de la guerra entre las tropas israelíes y el movimiento islamista Hamas.
Temor a una escalada regional
De esta forma, la tensión está escalando pese a los llamados al autocontrol lanzados nuevamente este sábado por varios países de Medio Oriente, que ven con preocupación que este intercambio de ataques derive en una guerra regional, pese a que Washington insiste en que no quiere entrar en conflicto con los hutíes, respaldados por Irán.
En este sentido, el presidente de Irak Abdellatif Rashid se refirió a la situación. "Denunciamos enérgicamente los intentos de ampliar la guerra y afirmamos que las aventuras de fuego, en este caso, nos pueden quemar a todos", subrayó el mandatario, de acuerdo con un mensaje de la Presidencia iraquí en la red social X.
El Ministerio de Exteriores del Líbano lanzó un llamamiento a la distensión para garantizar la estabilidad de Medio Oriente. "No tratar los motivos verdaderos de esta escalada, es decir el alto el fuego global de la ofensiva israelí y la guerra contra Gaza, puede expandir el círculo del conflicto como ya empezó a suceder recientemente", advirtió la cartera libanesa por medio de un comunicado.
También se sumó el jefe de la misión de la ONU en Yemen, Hans Grundberg, que manifestó una gran preocupación por la escalada militar y alertó de su impacto en los esfuerzos para alcanzar la paz en el país árabe, que desde 2014 está inmerso en una enquistada guerra que ha provocado una severa crisis humanitaria.