“De los guantes salían dólares / que se recortaban hasta formar un cuadrado negro”. En este texto de Liv Schulman, escrito para una muestra de Yael Desbats, ya están los ingredientes: los guantes, los dólares y la piedra angular del suprematismo ruso, el “cuadrado negro” del que Desbats empezó a hacer reversiones queer con elementos extraños, cotidianos.
Sacar dólares de los guantes, o guantes de los cuadrados para el caso, podrían ser reescrituras de un dicho popular: sacar aceite de las piedras. Desbats, como artista, es una experta en sacar esculturas de los vasitos de plástico, de las máscaras de maquillaje y de cuanto elemento pueda comprar en Once.
Y todo eso antes de descubrir la ciencia verdadera: la cosmética. Que para ella incluye la escultura y el arte conceptual, además de los conocimientos de productos para el pelo y la piel. Actividad de uso sobre el trabajo de Yael Desbats, el nuevo libro de la colección Actividad de uso, nos permite hacer este recorrido un tanto enigmático por una serie de obras que va desde sus aproximaciones al modernismo hechas con timidez hasta la comunicación publicitaria de su propia línea de cosméticos (la anti timidez).
El mundo de la estética facial es un mundo muy teatral, y a su manera muy porteño. Y aunque Desbats no se concentra en este aspecto cultural de la ciencia cosmetológica, el grotesco local brota solo: las pestañas falsas, los culos peludos, el impertérrito cuadrado negro, ¡ahora hecho con un cinturón de cuero! La calle Corrientes se convierte en un nudo, que conecta la sutileza objetual del arte del Rojas con las guarangadas que proliferan más abajo (del Maipo para allá).
Pero en la obra de Desbats solo hay lugar para un patetismo sin patetismo, un vómito emocional transparente, como un chiste vacío. De sus esculturas hechas con materiales baratos, como con cara de póker, irradia un sentido del decoro en la disonancia. Una especie de humor gelatinoso. Yi, su marca de productos cosméticos, podría ser una definición de su obra. Si fuera el título de un paper, sería: “la cosmética como humor”. ¿De qué humor se trata?
Tiene que ver con inventar palabras nuevas. Youmo es la traducción fonética de la palabra inglesa humour al chino, un neologismo que se puso de moda en Shanghai, en los años 1920, como una forma de elegancia literaria. “Cuanto más silencioso el humor, más exquisito”, decía Lin Yutang, que acuñó el término. Pero la misma traducción era un acto de humor: youmo suena un poquito parecido a humour, pero en chino también significaba “silencioso, tácito”.
En las esculturas de Desbats este humor silencioso y liso como una capa de hielo a veces se expresa como un material, a veces como un título, a veces solo como el espacio que rodea a un elemento. Es un humor latente, siempre al acecho. Opacidad, ocultamiento y gatekeep son algunas de las palabras clave del libro. En la teoría postcolonial, las asimetrías culturales entre sujetos se expresan a veces como malentendido, a veces como ocultamiento, a veces como complicidad. Y Desbats es una artista postcolonial: su trabajo se enriquece si la geolocalizamos, como una artista argentina de estos años. La primera condición para leer su obra sería: nunca hay un solo público.
El sentido de la impermanencia se manifiesta en toda una gama de productos de plástico, que conectan los alimentos y bebidas con el cuerpo: tenedores, pajitas, vasitos, etc. Desbats reinaba en ese mundo de la pre basura, pero que la mantenía atada al plano, atrapada en el collage. En los últimos años, el elemento efímero y pobre del mundo del consumo fue torciendo el plano y produciendo condiciones para la escultura.
Desbats, además, es varias personajes: la artista yuppie que se saca selfies casual (como Amalia Ulman), la artista que recorre el Once (como Fernanda Laguna), la estratega de la comunicación (como Roberto Jacoby). A medio camino del conceptualismo y el arte popular desestructurado (artesanía callejera: cosas hechas con latón, aluminio, etc), sus obras tienen una vocación de objetividad, como si tuvieran ganas de existir en tanto que objetos. Su terreno es la escultura, pero la escultura rodeada de un anillo de otros conocimientos. Los pequeños vislumbres de humor están presentes en las obras, pero también en la edición del libro.
Los libros de actividad de uso, más que monografías, son pequeños manuales. El proyecto lo iniciaron dos artistas, Pablo Accinelli y Leandro Tartaglia, en 2006. El primer libro salió de imprenta al año siguiente. En cada edición trabajan con un staff rotativo de colaboradores, en este caso Antonia Kon, Celeste Mun y Santiago Villanueva. Un detalle es que la edición es bilingüe: español - coreano. La decisión no tiene una explicación institucional, o diplomática (el bilingüismo suele ser fruto de la bilateralidad, si no hay ya demasiadas palabras con bi).
Si fuera un meme, la chica enojada señalaría y diría: ¡me dijiste bilingüe!