El pesimismo entre los CEOs de Argentina sobre el futuro de sus empresas creció respecto del año pasado frente al escenario de recesión y aceleración de la inercia inflacionaria que esperan la mayoría de los hombres de negocios para 2024. Así se desprende de la 27° Encuesta Anual Global que realizó PwC con motivo de la reunión de Davos organizada por el Foro Económico Mundial. La mirada local se contrapone con el crecimiento de las previsiones optimistas a nivel global y, sobre todo, de la región.
El 38 por ciento de los 4702 CEOs encuestados de 105 países es optimista respecto de las perspectivas de crecimiento económico global en los próximos doce meses; lo cual refleja un aumento respecto del 18 por ciento registrado en 2023. La tendencia optimista es similar en los países de América latina (35 por ciento de respuestas positivas lideradas), salvo en Argentina, donde el 82 por ciento de los ejecutivos consultados sostuvo que sus empresas no crecerán en 2024, 56 por ciento se prepara para una caída del PIB y dos de cada 10 piensan que ese retroceso será significativo.
“Los líderes encuestados coinciden en que en 2024 continuarán estando expuestos a amenazas como la inflación, la volatilidad macroeconómica, los ciberataques y el cambio climático. En el caso de Argentina la inflación representa la mayor preocupación para los CEO, seguida por la volatilidad macroeconómica y los ciberataques. Enfrentamos un escenario local de incertidumbre y vientos de cambio que condicionan nuestra hoja de ruta, y se deberá balancear los desafíos de la coyuntura local con las demandas de transformación de mediano y largo plazo: una agenda que exigirá una cuota extra de habilidad y foco a lo largo de 2024”, explicó Miguel Urus, socio a cargo de PwC Argentina.
El pesimismo local se contrapone con el panorama en los países vecinos: en Brasil y Uruguay, el 55 por ciento y el 61 por ciento de los CEO, respectivamente, prevén crecimiento. Sin embargo, los CEO argentinos mantienen buenas perspectivas para el futuro: un 53 por ciento piensa que volverá a crecer en los próximos tres años. Entre los encuestados del país, la inflación representa la mayor preocupación (61 por ciento), seguida por la volatilidad económica (53 por ciento) y los ciberataques (26 por ciento). Lejos quedan las cuestiones más estructurales, pero determinantes en el mediano y largo plazo como la crisis climática (12 por ciento de las respuestas), la desigualdad social (21 por ciento) o los conflictos geopolíticos (12 por ciento).
Para los empresarios argentinos, el principal obstáculo que enfrentan hoy es el entorno regulatorio (un 58 por ciento las ubicó en el primer lugar), seguidas de una inestabilidad en la cadena de suministro (30 por ciento) y luego las limitaciones de acceso a recursos financieros (28 por ciento). El peso otorgado por los ejecutivos argentinos a las regulaciones está por encima de la opinión regional, donde un 42 por ciento le otorga una importancia alta y de la global (36 por ciento). Menos importancia relativa adjudican los CEO locales a las trabas internas: la falta de especialización de los empleados solo fue mencionada por un 7 por ciento de los encuestados, burocracia interna por el 9 por ciento y apenas un 11 por ciento mencionó la falta de apoyo del directorio.
Pese a la incertidumbre de corto plazo, las empresas argentinas apelan a su resiliencia para enfrentar las amenazas. En materia de cambio climático, siguen dando pasos en dirección de reducir sus consumos energéticos y adoptar políticas amigables con el medio ambiente: el 67 por ciento de los CEO locales dijo tener acciones en marcha para ese objetivo y ya el 16 por ciento completó su adopción. Asimismo, seis de cada 10 compañías se encuentran desarrollando productos y servicios respetuosos con el medio ambiente y un 37 por ciento está trabajando en soluciones de agricultura regenerativa y otras acciones naturales de preservación de los ecosistemas.
En cuanto a la preparación para los cambios tecnológicos, las empresas argentinas aparecen más rezagadas respecto de sus pares globales. En relación con la Inteligencia Artificial (IA), el 58 por ciento de los líderes locales no ha logrado incorporar esa tecnología en sus organizaciones durante el último año y la mitad (51 por ciento) desestimó la idea de que la irrupción de esta tecnología haya cambiado la estrategia tecnológica de sus compañías. Al ser consultados sobre los riesgos que supone la adopción de la IA, la mayoría cree que se podrían incrementar los ciberataques, las campañas de desinformación y los daños reputacionales.