“Nunca vamos a cerrar”, dice Francisco Martínez, hoy al frente de Textiles Pigüe, ubicada en el corazón del municipio bonaerense de Saavedra. La cooperativa tomó las riendas de su fuente de trabajo luego de la quiebra de Gatic SA, la empresa textil que supo fabricar ropa para Adidas o Signia.
La apertura de importaciones condenó el futuro de la que fue la principal fábrica del rubro en la Argentina y para Martínez las políticas de Javier Milei buscan repetir ese camino con la industria nacional. Por esa razón, expresa su preocupación en diálogo con Buenos Aires/12.
La definición del dirigente sobre la imposibilidad de un cierre Textiles Pigüe no es azarosa. “Nosotros nos organizamos, nos capacitamos y entendemos que hay que encontrar la salida y no dejar a un compañero o una compañera en la calle”, señala como una de sus líneas conductoras. Y pide lo mismo desde el ejemplo: “Si estás organizado podés sortear la crisis, si no lo estás pasa como con el macrismo que muchas cooperativas cayeron por no tener al día sus papeles”.
La organización permite, desde la perspectiva de Martínez, que se puedan sostener los 20 puestos de trabajo de los talleristas del sector de producción que componen la fábrica. Según cuenta, durante la pandemia la cooperativa contaba con 120 empleados. Los 20 talleristas eran el 20 por ciento de la masa obrera y sólo aportaban el 6 por ciento de la facturación.
“Cualquier empresario te dice que había que cerrar, pero nosotros decidimos crear una marca que se llama Fibra y la rompimos vendiendo a universidades y clubes y el sector de talleres pasó a representar el 24 por ciento de la facturación”, relata Martínez en las más de dos horas de charla con este medio.
“A nosotros nos guía la distribución, no la economía”, destaca Martínez que ironiza el "no hay plata" de Milei y asegura que “Luis Caputo ya hizo su trabajo en su momento y ahora no nos quieren dar más y por eso buscan avanzar con una serie de privatizaciones”.
Martínez resalta el rol de una organización como las cooperativas, las cuales define como un colectivo de trabajadores donde todos son los dueños de la fábrica. En el último tiempo revitalizaron la producción, pero ante todo brindan el servicio de sus máquinas de tintorería, hilado o teñido a otras PyMEs de la provincia.
Otro aspecto que elige no pasar por alto es el factor ambiental, y el cuidado de su ciudad, frente a un Presidente que niega los efecto del cambio climático. "Nosotros tratamos nuestros efluentes y cumplimos con todas las normativas ambientales porque el humo puede llegar al pueblo donde están nuestros hijos y nietos", indica a su 49 años.
Incertidumbre con definiciones
Entre sus principales preocupaciones de cara a los próximos días está el valor que tendrá la energía, ya que siendo una cooperativa adherida a programas del Gobierno nacional tienen subsidiado más del 60 por ciento de la tarifa, lo que hoy equivale a alrededor de 10 millones de pesos. “Es, más o menos, el salario de diez o más trabajadores”, compara. Pero, además, amplía su lectura de incertidumbre sobre los proveedores y clientes. “En estas crisis, las PyMEs son las primeras que se funden”, afirma.
Su mirada no se reduce a lo que ya construyeron como organización y reclama que, más allá de ser denominados como PyME, no tienen los mismos beneficios de los trabajadores en relación de dependencia. Son monotributistas, no acceden a una Aseguradora de Riesgo de Trabajo, y su condición no les permite contar con una buena jubilación. Más allá de esto, cuenta que esta quincena se activa una cláusula gatillo y los trabajadores de la planta cobrarán un aumento del 25,6 por ciento.
La fábrica empezó con 120 trabajadores, a los se sumaron 60 nuevos durante la pandemia cuando se decidió adquirir una máquina china para fabricar barbijos, cofias e insumos para el sistema de salud. Martínez se reconoce peronista, pero deja en claro que no se arroga la representatividad de sus 179 compañeros de la planta.
No cree en el libre mercado, asegura que este proceso político tendrá como resultado lo mismo que la década de los años ’90, aunque Martínez no claudica: “Yo soy un despedido por las políticas neoliberales, pero como trabajador de la autogestión no se echa a nadie”.
Cuestión de Estado
“Seguramente muchos empleados de Textiles Pigüe votaron a Milei, pero cada vez que termina una asamblea preguntamos quien tiene un pariente, familiar de algún conocido, o alguien cercano que esté desempleado, porque siempre pensamos en nuestra comunidad, y es porque creemos en la comunidad organizada”, remarca.
A lo largo de la charla, Martínez reitera la referencia al "vínculo con el Estado". Asegura que no importa la ideología gobernante para tal fin, y que su rol es buscar solución es más allá de si se consiguen las respuestas esperadas o no. Sobre el gobierno provincial, sostiene que la política hacia la economía de autogestión y cooperativas es “un lujo” porque en distintas carteras de la gestión de Axel Kicillof hay políticas destinadas al universo cooperativistas.
Son beneficiarios del programa Cooperativa en Marcha del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación que conduce Augusto Costa, una iniciativa que alcanzó a más de mil entidades en 108 municipios y desembolsó más de 2.500 millones de pesos. Además, formó parte de varias rondas de negocios, una iniciativa que permite a los actores económicos de la provincia vincularse entre sí y volverse proveedores mutuos.
Martínez describe la amplitud con la que se abarca a las cooperativas de la provincia de Buenos Aires ya que logró un crédito del Ministerio de las Mujeres para la construcción de un sector de primera infancia, el acompañamiento de Desarrollo Agrario para la huerta ecológica que da alimentos a los trabajadores de la fábrica y a una escuela del pueblo, o la apertura del Ministerio de Salud que en plena pandemia accedió a la compra de insumos de Textiles Pigüe.
Este vínculo, señala, proviene de los inicios de la cooperativa en el año 2004. El 20 de febrero de aquel año comenzaron a funcionar como cooperativa, pero el 12 de agosto fueron desalojados. Allí los recibió el entonces presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada y apostó por la sanción de la ley de expropiación. Hubo expropiación y en 2014 recibieron otra noticia que, para Martínez, marca el punto de inflexión de la vida de Textiles Pigüe: la titularización.
Una historia que se repite
“Si agarrás una nota periodística de 2001 te vas a encontrar con todo lo que te cuento, las consecuencias de las mismas políticas que se están aplicando, sólo que esta vez viene con más violencia y persecución a dirigentes políticos opositores”, advierte Martínez.
El recorrido de su relato histórico comienza en 1996, cuando al enterarse de que iba a ser padre salió a buscar trabajo. Ingresó a Gatic SA, la firma que en ese momento tenía más de 6 mil empleados en seis provincias. Pero la consecuencia de la apertura de importaciones se empezaba a notar, y la firma fundada en la década del ’50 por Eduardo Bakchellian dejaría de ser licenciataria de Adidas y empresas similares, que decidieron traer sus productos confeccionados enteramente desde el exterior.
“Esto no se trata de calidad o no, se trata de que el liberalismo que hoy gobierna genera desempleo”, remarca Martínez quien vivió la secuencia narrada en primera persona. Desde 1996 al 2004, asegura que nunca cobró una quincena en tiempo y forma. En 2001, además, fue echado junto a otros 54 trabajadores, pero logró la reincorporación.
Los primeros años de la cooperativa fueron difíciles, y afirma que recién en 2007 comenzaron a tener un funcionamiento más ordenado, luego de un proceso inicial de tecnificación en el manejo de una empresa. Hoy, también define, son empresarios. Pero aclara que la titularización de 2014 fue un antes y después en su historia, ya que les permitió sentarse con proveedores y clientes de igual a igual sin el riesgo de que la decisión de un juez desmorone un acuerdo comercial.
“Titularizamos y escrituramos 25 mil metros cuadrados de la planta, tres terrenos en el parque industrial y una sede en el centro de la ciudad, pero los terrenos y la sede las donamos al pueblo”, cuenta de aquellos días de 2014.
El 2015 no los recibió de la mejor manera con el arribo de Mauricio Macri a la Presidencia y el aumento del 3 mil por ciento en las tarifas de energía los llevó a deber hasta cuatro quincenas. “Pasa un Manuel Adorni cualquiera y te dicen que eso es un fracaso, pero no te cuenta que después lanzamos dos marcas, tenemos clientes en otras provincias, fabricamos telas para empresas petroleras o mochilas para el Plan Qunita”, detalla Martínez.
Este crecimiento los llevó como organización a pensar en alternativas de cara a la salida de la actividad laboral. Sucede que, al ser monotributistas, la jubilación que les corresponde es mínima y deben seguir trabajando, por lo que Martínez apostó a un proyecto ambicioso. La cooperativa adquirió diez hectáreas y ya consiguió hacer la subdivisión.
“Queremos acceder a un plan de viviendas de la provincia, ver la modalidad, y de esa manera lograr que los trabajadores de Textiles Pigüe tengan su casa”, señala. Relata que ya avanzaron en la contratación de una trabajadora social y una psicóloga social para hacer los relevamientos correspondientes entre los miembros de la cooperativa y saber la realidad de cada familia de manera técnica para presentar el proyecto.
Sobre la manera en que se entregarían esas viviendas, Martínez no oculta su postura ante algunos que piensan que debería ser cuando se retiren de la actividad laboral. “Yo no le puedo decir a un pibe que recién empezó que espere más de 20 o 30 años, yo quiero que tenga su casa ahora”, asegura y adelanta con entusiasmo los pasos a seguir. “Ya escrituramos, y ahora nos vamos a sentar con Silvina Batakys para acceder a un plan de viviendas y que cada trabajador de Textiles Pigüe acceda a su casa”.