La crisis económica y de seguridad en la que se encuentra Ecuador está sumando un nuevo capítulo, a partir de un alineamiento cada vez más profundo con Estados Unidos pero, sobre todo, de su creciente e insospechada vinculación con Ucrania país que, con un apoyo cada vez menor por parte de sus socios occidentales, todavía se encuentra librando un conflicto bélico abierto contra Rusia.
En medio de la zozobra ante el narcotráfico, el gobierno neoliberal de Daniel Noboa intenta capitalizar a su favor el interés de Washington por generar nuevos enclaves en Sudamérica, frente al temor de que China y, eventualmente, también Rusia tengan una mayor presencia en la región.
En la actualidad, el acompañamiento del gobierno estadounidense a la crítica situación a la que se enfrenta el país andino es a todo nivel. De manera visible, incluye a destacados funcionarios que en las próximas semanas estarán viajando a Quito, como Todd Robinson, subsecretario de la Oficina Internacional de Narcóticos y Aplicación de la Ley, Kevin Sullivan, subsecretario adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental y, en un papel que genera suspicacias de todo tipo, la general Laura Richardson, comandante del Comando Sur de Estados Unidos.
Para que no queden dudas sobre los términos y alcances del acuerdo, el gobierno ecuatoriano anunció que transferirá parte de su armamento a cambio de nuevos equipos militares. Según declaraciones del presidente Daniel Noboa, “Recibiremos ayuda de Estados Unidos. Habrá un intercambio de chatarra (sic) rusa y ucraniana por equipos modernos por valor de 200 millones de dólares”. El convenio debería estar finalizado a finales de enero de este año.
El presidente de Ecuador no precisó bajó que términos se realizará la transferencia de armas y con qué finalidad las recibirá Estados Unidos. En principio, el armamento sería trasladado a Ucrania.
En este sentido, se trata de un objetivo que ya había sido anunciado por la jefa del Comando Sur quien, hace un año, afirmó que, además de Venezuela, Cuba y Nicaragua, otros seis países de la región poseían armas de fabricación rusa que podían intercambiar por equipos más modernos.
Por otra parte, es probable que en el encuentro que mantuvieron en Buenos Aires el pasado 10 de diciembre, durante la asunción presidencial de Javier Milei, Noboa y el gobernante ucraniano Volodímir Zelenski hayan conversado sobre el asunto, mantenido en secreto hasta hace unos días.
Hoy en día Ecuador sigue siendo un operador activo de armas y municiones producidas por la Unión Soviética y, últimamente, también por la Federación Rusa. Cuenta también con los lanzagranadas RPG-7 y los lanzagranadas automáticos AGS-17, así como también posee 15 unidades lanzacohetes múltiple RM-70, de fabricación checoslovaca.
Además, las Fuerzas Armadas ecuatorianas detentan una amplia gama de armas antiaéreas de origen soviético, en particular, más de cien ametralladoras ZPU-1/2/4, decenas de cañones automáticos ZU-23-2, y más de doscientos misiles tierra-aire Igla y Strela. Por otro lado, también tienen vehículos con misiles tierra-aire de corto alcance 9K33 Osa SAM, que en su momento habían sido adquiridos a Ucrania. Finalmente, poseen una docena de helicópteros Mi-17-1V activos.
Pese a que se trata de armamentos y vehículos militares que, en algunos casos, cuentan con varias décadas, todavía hoy poseen una importante demanda en el mercado mundial de armas.
Más allá de la novedad del asunto, existen indicios de que el envío de armamento de Ecuador a Ucrania se venía tratando desde, al menos, un año atrás. Así lo consigna la filtración de documentos de inteligencia conocida como WhisperGate que tuvo lugar en 2023 en el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
En pleno gobierno de Guillermo Lasso, tanto desde Quito como desde Kiev se negaron las conversaciones en torno a la transferencia de helicópteros Mi-17-1B y Mi-171Sh adquiridos por Ecuador a Rusia a principios de la década de 2010.
La transferencia de armamento ya ha recibido las primeras críticas desde Moscú. El gobierno de Vladimir Putin señaló, entre otros puntos, que se trataría de una operación ilegal, ya que en los convenios firmados, Rusia prohíbe que el armamento transferido sea luego trasladado a terceros países.
En caso de que finalmente se concrete la operación, y junto con Argentina, que ya donó dos helicópteros Ecuador será uno de los primeros países latinoamericanos en enviar recursos militares a Ucrania. Un cambio total para Noboa, quien recientemente y como asambleísta, presidió el Grupo Interparlamentario de Amistad entre Ecuador y Rusia.
Si bien difícilmente el envío desde Ecuador podrá modificar el curso de los acontecimientos entre los dos países en conflicto, desde Washington toman en cuenta la predisposición del gobierno de Noboa como un gesto positivo, sobre todo, en momentos en que la nación andina gestiona fondos ante el FMI para solventar la cada vez más profunda crisis económica en la que se encuentra.
Pero en medio del “estado de guerra” contra el narcotráfico, la transferencia de armamento ruso y soviético no es la única iniciativa, ni la que mayor atención ha generado en la opinión pública.
Con el anuncio de que “esta guerra es de todos nosotros y todos tenemos que luchar para acabar con estos grupos terroristas”, Noboa presentó una propuesta fiscal para aumentar el IVA en tres puntos, del 12% al 15%. La iniciativa, de naturaleza recesiva, fue enviada a la Asamblea Nacional a última hora del 11 de enero y, dado su carácter de “urgente”, debe ser aprobada en un plazo de 30 días.
Los rechazos han sido crecientes en contra del presidente, quien pertenece al acaudalado Grupo Noboa, el principal exportador de bananas del Ecuador y también el principal deudor al servicio de rentas internas, por un valor cercano a los 90 millones de dólares.
Entre otras medidas, y junto con el aumento del IVA, se está contemplando una nueva reducción del tamaño del Estado, la cancelación de todos los contratos estatales firmados en 2023 y recortes de gastos en las empresas del sector público. Ante la magnitud del próximo ajuste económico, el éxito en la cruzada contra el narcotráfico será, para el gobierno del Ecuador, un recurso indispensable en el sostenimiento de una opinión pública favorable.
Daniel Noboa es consciente de que, con un mandato de apenas año y medio, no debe perder tiempo en la búsqueda de un acuerdo con el FMI. Para ello es capaz de apelar a las reformas clásicas de orientación neoliberal, pero también al discurso de mano dura e, incluso, al intercambio de armamento “chatarra” para demostrar, una vez más, su afinidad ideológica con el gobierno de Estados Unidos.
Todo sea para obtener un nuevo mandato en las próximas elecciones presidenciales de 2025 frente a un escenario cada más oscuro, con implicaciones para toda la región y, también ahora, con un involucramiento directo en un conflicto bélico plenamente ajeno al presente latinoamericano.