Con diseño singular de dos libros unidos, el fotolibro Todo y nada (Ediciones ArtexArte y Sub editora) de Gisela Volá y Nicolás Pousthomis recorre la historia de amor de la pareja. Este fotolibro cuenta dos historias de vida y, al tiempo, una biografía compartida. “Este dispositivo lo inventaron, no es un capricho, sino que necesitábamos que los dos relatos corrieran juntos y también por separado: es la idea conceptual, hablar de la pareja y de cada uno por separado”, dice Volá sobre este fotolibro con dos lomos que es una joya y que tiene cuatro tapas que se despliegan.

Cada foto condensa la intimidad de una pareja y, en paralelo, ese límite infranqueable que habita en el otro, imposible de dilucidar: ese mundo difuso, ambiguo, fronterizo, que el amor no logra habitar. Lo hace con el silencio de las imágenes (todas las fotos son analógicas) y con los textos de Pousthomis.

El proyecto empezó con un intercambio lúdico en las redes cuando Pousthomis compartió una selfie after sex (se autorretrataban con cámara de película, como un juego) que se tomaron cuando empezaron a estar en pareja. La cámara siempre estuvo presente en momentos clave, críticos y felices de sus vidas. El fotolibro integra imágenes que se tomaron mutuamente durante 25 años de dolores y alegrías compartidas.

Hay fotos íntimas, dolorosas: Volá dándole la mano a su padre agonizante, un aborto, una prenda encontrada en el sitio donde murieron los padres de Pousthomis en un accidente aéreo. “Dejamos afuera las fotos que eran más postales y decidimos que en este libro hablaríamos del amor y del vínculo a fondo. De la complejidad de lo que es sostener y construir un amor y pasar por muchos momentos difíciles que te hacen ver la valentía de atravesar la aventura del amor”, señala Volá.

El libro cuenta esos momentos en que el amor se puso a prueba. Cuestiona la matriz clásica del amor romántico. Deja un final abierto, sin develar. Las escenas se suceden: embarazo, aborto, duelos que desgarran. “Están los hijos que se tuvieron, los que no y los que compartimos”, dice Volá. Pousthomis suma: “Unas vecinas nos pidieron ser donantes y hay una foto de un frasco con semen y de un preservativo, que también está contado en uno de los textos. Entonces los momentos álgidos que tuvimos que atravesar tuvieron que ver con esas decisiones. Y después el duelo. Hay una foto en que Gise está con su padre y ella sostiene una de las manos. Es una foto que saqué 10 minutos antes de que el padre falleciera. Y es una foto medio prohibida, que fue ocultada durante mucho tiempo: la familia sentía que era una imagen que no había sido correcta. También hay un juego de manos; una mano sosteniendo un preservativo, unas manos sosteniendo las pastillas para el aborto”, dice Pousthomis. Y añade: “Y las manos de mi hermano sosteniendo un bulto con tierra. Mis padres fallecieron en un accidente de avión, en Francia, y cuando pude dirigirme al lugar donde había acontecido el accidente todavía había ropa de mi madre. Los cuerpos se habían calcinado. Y una parte de la manga de su pullover quedó ahí, en el piso. Entonces yo agarré la manga y coloqué tierra adentro y le pedí a mi hermano que sostuviera esa manga. En esa imagen también se repite el juego de las manos”.

Después de la pandemia los integrantes de Sub, cooperativa integrada por fotógrafos que firmaban sus obras con el nombre del colectivo, a la que pertenecían Pousthomis y Volá, tomaron diferentes caminos. Sub se centró en la creación de una identidad colectiva y en el desarrollo de investigaciones fotográficas en Latinoamérica. “En tiempos como los de ahora”, dicen, “quizás requiera que volvamos a salir a la calle”. Este es el primer libro que Pousthomis firma con su nombre. Siempre firmó sus ensayos fotográficos como Sub. Ahora es editor de fotografía de la agencia de noticias Tierra Viva. Y Volá es docente y trabaja como directora de proyectos en Vist Projects, una fundación colombiano-española de narrativas visuales que aborda temáticas sociales en América latina.

Sus trabajos en Sub se publicaron en The New York Times, Le Monde, Le Monde Magazine, Le Monde Diplomatique, Le Figaro, revista Petra, Der Spiegel, Die Zeit, entre muchos otros medios nacionales e internacionales.

Lo más íntimo y privado puede devenir fuertemente político. En este fotolibro sobre el amor y sus desafíos habitan también propuestas discursivas que evocan problemáticas sociales y que siempre interpelan al espectador. “Cuando sacamos el libro, el contexto político, el contexto del país, nos hizo dudar un poco. Decíamos hablar del amor en este momento”, recuerda Pousthomis. “Y finalmente fue una apuesta en el sentido de quedar medio descolocado o de tocar temas que quizás no estaban muy a tono con el momento porque la muestra la inauguramos un día antes de las elecciones. Nos dimos cuenta de que acudió mucha gente a la muestra. Nos quedamos charlando mucho. Las personas pensaban que había sido una decisión explícita. Es decir, que frente a discursos de odio o a ciertas diferencias y rupturas decidimos hacer, justamente, una reivindicación del amor y de los vínculos a largo plazo. Nos dimos cuenta también de que el libro tenía un componente político bastante marcado, que tiene que ver con Sub”.