Tras nombrar como secretario de Culto al ex diputado del PRO Fernando Sánchez --quien tuvo que pedir disculpas al papa Francisco antes de empezar su gestión--, un sector del Gobierno analiza nombrar como embajadorante el Vaticano al empresario de la construcción Jorge O´Reilly. Cerca de él orbita Javier Olivera Ravasi, capellán de una parroquia en un barrio privado de zona norte, cercano a la vicepresidenta Victoria Villarruel e hijo del represor condenado por delitos de lesa humanidad Jorge Antonio Olivera, un experto en fufarse de la justicia premiado con prisión domiciliaria. Olivera Ravasi, lejos de condenar el pasado de su padre, es un militante de la libertad para los genocidas.
"A Victoria la conozco hace veinte años por el trabajo que está haciendo en el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), pero no soy su sacerdote”, se despegó Olivera Ravasi, en una entrevista ofrecida al diario Perfil en noviembre pasado, cuando el rumor de su cercanía con Villarruel ya incomodaba a miembros de la Iglesia argentina y al Vaticano.
Es que el sacerdote --que oficia sus misas en la parroquia "San Juan de la Luz" en el barrio privado "San Benito", donde tiene un rosario hecho con balas-- se formó en el Instituto Verbo Encarnado y en la Fraternidad San Pío X, vinculada al lefebvrismo, una línea dentro del catolicismo que se opuso al Concilio Vaticano II de la década de 1960, un reforma heterodoxa emparentada con el cambio que Francisco trajo tras el papado de Ratzinger. Las recientes disculpas del secretario de Culto también tuvieron que ver con las críticas a Francisco por su heterodoxia.
Villarruel también es vinculada a esa línea de pensamiento dentro del catolicismo, aunque se la intenta separar. Pero en lo que coinciden sin ocultarlo Olivera Ravasi y la vicepresidenta es en la defensa a los militares que llevaron adelante los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura militar. El 24 de marzo 2021, el parroco entrevistó a Villarruel, quien aún no había sido elegida como diputada. La entrevista fue titulada: "Día de la memoria, ¿hemipléjia?". Burlándose de la enfermedad que genera una parálisis completa o de la mitad del cuerpo; una metáfora retorcida del reclamo de "memoria completa", que ambos militan.
La entrevista fue para el canal de Youtube "Que no te la cuenten", que fue creado por Olivera Ravasi para combatir la "falsificación de la realidad", como reza el cintillo de la página web que lleva el mismo nombre. Cuando asumió Milei, Ravasi compartió en ese sitio web una columna que hablaba de una "oportunidad dorada" y que, en palabras similares a las que Milei uso ayer en Davos, sostiene cosas como que "la universidad libra hoy una cruzada contra Occidente", además de criticar la Educación Sexual Integral, el aborto, la producción cultural que refleja la diversidad sexual.
Ese pensamiento es recurrente en los videos que Olivera Ravasi sube a su canal de Youtube. Según recupera el medio Data Clave, en uno de esos monólogos, el sacerdote contó que en su juventud intentó seguir la carrera de psicología en la UBA, pero la abandonó por la línea "de izquierda", luego intentó con sociología y volvió a desistir porque "el adoctrinamiento izquierdista que proponían sus profesores le causó repulsión". Finalmente estudió y se recibió de abogado, como su padre. El represor Jorge Olivera llegó a representar a Guillermo Suárez Mason y al nazi Erich Priebke.
Según Olivera Ravasi señaló en aquella entrevista con Perfil, conoció personalmente a Villarruel en aquel 2021, cuando ella asistió a su parroquia de barrio privado al bautismo del hijo de una amiga. Pero la vida de ambos estaba unida desde antes por la escuela militar de sus padres. Según contó el sacerdote, el padre de la vicepresidenta Eduardo Marcelo Villarruel y el suyo fueron compañeros en el Colegio Militar, cuando eran cadetes. "El padre de Victoria era un poquito mayor que el mío y yo conocía los comentarios de la familia Villarruel".
La relación entre ambos continuó y el sacerdote convocó desde sus redes sociales --en las que es activo y reactivo-- a participar del acto que Villarruel organizó en septiembre pasado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires de "Homenaje a las víctimas del terrorismo". "A seguir dando batalla aunque sigan ladrando los enemigos amigos de la memoria hemipléjica", celebró en aquel posteo para convocar al acto de la futura vicepresidenta.
Hijo orgulloso de un represor de la dictadura militar
"Mi padre está detenido por haber luchado en la década del ‘70 y hace 15 años que está preso. Es algo público y yo lo he visitado en la cárcel. Para mí es una cruz familiar", le dijo Olivera Ravassi al diario La Nación, reivindicando la represión ilegal de la dictadura como una "lucha". Olivera es hoy uno de los tantos represores que goza del beneficio de prisión domiciliaria. Después de estudiar en el Colegio Militar con el padre de la actual vicepresidenta, Jorge Olivera fue destinado primero a Junín de los Andes y luego trasladado, en 1975, a San Juan.
En la provincia cuyana fue jefe de Inteligencia del Regimiento de Infantería de Montaña. Allí conoció y se casó con la psicóloga Marta Ravasi y participó de la represión ilegal en la provincia hasta fines de 1977. En septiembre de 77 nació Javier. El apodo que Olivera se ganó en los centros clandestinos de detención fue el de "El Carnicero". La causa por la que fue acusado y detenido, por primera vez, en Italia en el 2000 fue la desaparición de modelo franco-argentina Mari-Anne Erize, una joven que militaba junto al padre Carlos Mujica.
Pero escapar de aquella detención en Italia, Olivera presentó un certificado de defunción falso de la joven desaparecida. Arribado a la Argentina, dijo que en el país "no hubo represión" en la década de 1970 y que "no conocía a esa chica". Con el fin de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, en 2007, la Justicia Federal de San Juan ordenó su captura.
Tardaron más de un año en encontrarlo, pero la Policía Federal lo halló caminando por Vicente López. Fue condenado a prisión perpetua. Después de la condena, logró que lo trasladaran del penal de Chimbas a Marcos Paz y que le dieran autorización para ir a una consulta al Hospital Militar Central con su consorte de causa, Gustavo de Marchi.
La consulta había sido gestionada por la esposa de Olivera, psicóloga con grado militar. Desde allí se fugaron. A Olivera recién lo recapturaron en 2017. Fue por una investigación del fiscal Franco Picardi, que logró ubicarlo a través de escuchas telefónicas. Lo encontraron escondido en el baúl de un auto de su familia en San Isidro.
A pesar de las condenas y los repetidos intento de fuga, Olivera consiguió en julio del año pasado que los camaristas Juan Carlos Gemignani y Daniel Petrone le restituyeran la prisión domiciliaria. La madre de Javier Olivera, Marta Ravasi no solo ayudó a su marido a fugarse repetidas veces de la Justicia sino que continúa militando por la libertad de los represores. Fue una de las firmantes de la carta que Cecilia Pando publicó para exigirle a Villaruel que cumpla con sus promesas de campaña.
En esa carta, Pando y la madre de Javier Olivera se encargan de repetir mentiras como largas prisiones preventivas y rechazos de domiciliarias a represores con 100 años. El propio Jorge Olivera es un caso testigo de las falsedades expresadas. También el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, que indica que solo 96 de los 674 genocidas detenidos por su responsabilidad en los horrores de la última dictadura cumple encierro en cárceles comunes.