Para 2024 se vislumbra un escenario político sin precedentes con más de 4000 millones de votantes a nivel global, que determinarán los destinos de varias naciones, entre ellas Estados Unidos, Rusia, Ucrania y posiblemente Reino Unido. En medio de un panorama marcado por los conflictos armados, la inflación y notables carencias de liderazgo, las elecciones estadounidenses y rusas cobran especial relevancia.
Mientras en Reino Unido se contempla la posibilidad de adelantar las votaciones, en Ucrania, el conflicto con Rusia plantea la incertidumbre de un posible aplazamiento. Con la figura de Donald Trump retornando a la escena política y Vladimir Putin buscando mantener su liderazgo, el año se presenta como un periodo crucial que definirá el rumbo de la política mundial.
Putin, por la reelección en Rusia hasta 2030
En el horizonte político de Rusia, las elecciones presidenciales del 17 de marzo se perfilan como un acto más bien protocolar, con Vladimir Putin como figura central. El actual presidente parece tener asegurada su victoria, que lo llevaría a gobernar al menos hasta 2030.
Bajo un sólido respaldo popular, la campaña de Putin logró un hito significativo al recabar más de dos millones de firmas de apoyo, superando cómodamente el mínimo requerido por la ley rusa. Según la normativa, los candidatos independientes deben reunir al menos 300.000 firmas de 40 regiones diferentes para garantizar su participación en las urnas. Putin, quien se presenta como candidato autoproclamado, superó esta cifra al conseguir 2,5 millones de firmas, destacando un respaldo ciudadano que va más allá de lo exigido en 2018.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, subrayó la extraordinaria muestra de apoyo al presidente, destacando el "nivel de consolidación de la sociedad". Con tres candidatos ya aprobados por la comisión electoral, nominados por partidos parlamentarios, la reelección de Putin parece casi inevitable. Nikolai Kharitonov del Partido Comunista, Leonid Slutsky del Partido Liberal Democrático y Vladislav Davankov del Nuevo Partido Popular no presentan desafíos significativos para Putin, quien ejerce un control firme sobre la política rusa desde antes del 2000.
La oposición, en gran medida marginada por medidas gubernamentales, enfrenta obstáculos sustanciales, ya que los críticos más prominentes se encuentran en prisión o en el extranjero. Además, las restricciones impuestas a los medios independientes contribuyen a consolidar la posición dominante de Putin en el escenario político ruso.
Ucrania bajo ley marcial
La incertidumbre en torno a las elecciones en Ucrania persiste, en un contexto marcado por la ley marcial y la reticencia por parte del electorado. Según la Constitución, los comicios deben ser el 31 de marzo, con la salvedad de que la ley ucraniana no permite el acto eleccionario cuando la ley marcial se encuentra en vigor.
El propio presidente Volodimir Zelenski planteó recientemente que no cree que sea el momento adecuado para llevar a cabo un ejercicio democrático completo y representativo.
"En Ucrania va a ser muy interesante ver cómo influye en las urnas —y en la popularidad de Zelenski— el estancamiento y el fracaso de su tan esperada contraofensiva sobre el este y sobre el sur. Indudablemente, la contraofensiva ucraniana fracasó o por lo menos no logró los avances esperados, no logró derribar el sistema de fortalezas, el sistema defensivo establecido con fortificaciones y campos minados que estableció Rusia. Por lo tanto, falta ver si a Zelenski le aparece un desafiante y si ese desafiante es más halcón que Zelenski o es más paloma que Zelenski", comentó a Página 12 el analista político y periodista Claudio Fantini.
"Habrá que ver por qué lado, si por el de la búsqueda de un acuerdo que ponga fin a esta guerra o por el lado de alguien que logre entusiasmar al pueblo con arengas mucho más fuertes y con más efectividad que Zelenski para reconquistar el apoyo internacional que ha perdido y por ende ha ido quedando sin fuerzas para la reconquista de territorios", sostuvo Fantini.
Estados Unidos, Trump vs. Biden
A medida que los estadounidenses se preparan para múltiples visitas a las urnas en 2024, la dinámica política y los desafíos planteados por los candidatos republicanos y demócratas se convierten en foco de atención. Las elecciones presidenciales del 5 de noviembre se perfilan como un evento decisivo que dará forma al futuro de Estados Unidos, marcado por la incertidumbre y la competencia electoral.
En el bando demócrata, Joe Biden, actual presidente, anunció su intención de buscar la reelección, consolidándose como el candidato en ejercicio. Hasta el momento, su impacto en las encuestas de opinión es limitado, pero es el referente del partido con mas chances de dar la pelea nacional.
"En general los presidentes que están en ejercicio son nominados fácilmente, si bien hay un par de candidatos que quieren competir yo creo que es una cosa más bien nominal y finalmente Biden va a ser el candidato", opinó Juan Negri, director de Ciencias Políticas de la Universidad Di Tella.
Mientras, "en el interior del Partido Republicano hay algunos contendientes. Además de Donald Trump se encuentra en la contienda Ron DeSantis, el gobernador de Florida —ex aliado de Trump—, un mandatario súper conservador con varios escándalos en su haber, entre ellos la pelea con Disney. Y también está en carrera la exembajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas durante el gobierno de Trump, Nikki Haley, que fue gobernadora de Carolina del Sur", precisó Negri.
"Si bien varios sugieren que Trump es favorito para ganar, creo que es demasiado pronto. A la economía norteamericana no le fue tan mal con la actual gestión, y aunque Trump es popular, es menos popular de lo que mucha gente cree. No nos olvidemos que en las dos elecciones en las que se presentó —2016 y 2020— sacó menos votos que el Partido Demócrata, es decir, en una ganó por el colegio electoral, pero en realidad sacó las dos veces menos votos que el Partido Demócrata, con lo cual no es invencible", arriesgó.
Reino Unido, crisis económica y elecciones anticipadas
El Reino Unido se encuentra en un momento crucial, en medio de una aguda crisis política y social y con la mira puesta en las elecciones generales que serán a más tardar a fines de enero 2025, aunque los votantes probablemente acudan a las urnas a finales de 2024. En este escenario, los conservadores liderados por el actual primer ministro Rishi Sunak enfrentan la amenaza del Partido Laborista, encabezado por Keir Starmer.
"El Partido Conservador tuvo una gestión muy compleja. El líder en su momento era David Cameron, quien hizo la campaña del Brexit. Este cambio salió muy mal y todos estos últimos años estuvieron marcados por un aumento de la inflación y cifras nunca antes vista de desempleo. Con lo cual, es improbable que el Partido Conservador continúe en el poder", planteó Negri a Página|12.
Las intenciones de voto presentan un panorama prometedor para el laborista Starmer, quien busca poner fin a los 14 años de gobierno conservador marcados por episodios como el brexit, el controversial mandato de Theresa May, los escándalos en la era de Boris Johnson y la crisis financiera durante el breve período de Liz Truss.
El gobierno conservador, afectado por divisiones internas y un giro hacia la derecha, llega a las elecciones con Rishi Sunak tratando de movilizar al electorado mediante temas como medidas para frenar la inmigración. Sin embargo, las encuestas no lo acompañan.
"Es indudable que el brexit no le ha dado al pueblo británico las ventajas que prometía dar. El gobierno de Boris Johnson terminó en un fracaso como había terminado el gobierno de Theresa May y como más estruendosamente terminó el efímero gobierno de Liz Truss con su propuesta ultraconservadora hiper radicalizada. Habrá que ver si Rishi Sunak es capaz de revertir esa pendiente en caída en la que lleva tantos años el partido de los Tories, o cae frente a los laboristas dirigidos por Starmer", sostuvo el politólogo Fantini.
Con el Reino Unido al borde de elecciones anticipadas, la nación se prepara para un cambio potencial en la dirección política. Los conservadores enfrentan una batalla cuesta arriba, mientras los laboristas se erigen como competidores sólidos. La decisión final recae en el electorado británico, que determinará el rumbo del país en un momento crucial de su historia reciente.