Bajo el título “Levantarnos con esperanza” y utilizando como introducción una frase del Papa Francisco ("estamos todos en el mismo barco"), más de sesenta sacerdotes católicos que trabajan en villas y barrios populares del país dieron a conocer un documento en el cual comparten “la gran preocupación por la actual situación social que impacta fuertemente” en la población, denuncian “el aumento desmedido de precios, la angustia por el creciente desempleo y la precarización laboral, y la droga que sigue atrapando a muchos pibes”. Advierten que todo lo anterior, sumado a “la poca perspectiva de un Estado presente que cuide a los más débiles, causan desesperación”. Afirman además los sacerdotes que “esta situación abarca lo económico, lo político, lo cultural” y que “algunas de estas cuestiones las veníamos advirtiendo durante la campaña, a veces en soledad”.
La declaración del “Equipo de sacerdotes de villas y barrios populares de la Argentina” lleva la firma, entre otros, de los curas Lorenzo de Vedia y Facundo Ribeiro (Villa 21-24 y Zavaleta, CABA), Nicolás Angellotti (San Justo), Gustavo Rofi y Gabriel López (Lomas de Zamora), Carlos Morena y José García (Zárate y Campana), Hugo Salas (Chaco), Mariano Oberlin (Córdoba), Francisco Contamin (La Rioja), José María Di Paola (Santiago del Estero), Marcelo Ciavatti (Santa Fe) y Marcelo Durango (Tucumán).
“Queremos estar a la altura de lo que necesitan nuestros vecinos” en estos tiempos, indican los sacerdotes. “Estamos abriendo varios comedores de emergencia que se suman a los ya existentes, porque para muchos es muy difícil el acceso al pan de cada día”. Al respecto, el sacerdote Lorenzo “Toto” de Vedia le dijo a Página/12 que esos comedores, “algunos alejados de los barrios en los trabajamos originalmente, están acogiendo a personas que antes no necesitaban de esta ayuda y otras que hoy precisan reforzar lo que reciben en algún otro lugar”.
Los curas afirman que es necesario "que se consoliden y profundicen las políticas de integración socio-urbana de los más de 5 mil barrios populares del país, que se ejecuten las obras necesarias. Nos preocupa la atención de la emergencia alimentaria de hoy, mañana y el próximo mes, lo mismo que los precios de los medicamentos, los alquileres precarios en nuestros barrios, la garrafa y tantos aumentos sin freno, cosa que no sucede con los salarios y los ingresos”. Señalan que “hace falta una fuerte política alimentaria y habitacional en estos tiempos, sobre todo en nuestros barrios que tienen una población mayoritariamente infantil”. Por otra parte –dicen– “es preciso que la Sedronar ayude a ponerse de pie a tantos, a quienes se les rompió la vida y el tejido social por la exclusión”.
En el texto hay además una referencia a la cuestión de la seguridad que se vuelve acuciante también en los barrios populares. “Sabiendo del drama de la inseguridad –plantean los curas–, repudiamos que, frente a los hechos delictivos de nuestros adolescentes, la principal respuesta sea la baja de edad en la imputabilidad”. Agregan que “es preocupante el fácil acceso a las armas en nuestros barrios, así como también la falta de vacantes en escuelas de sectores vulnerables y la falta de capacidad que tenemos como sociedad para contener a los jóvenes en las escuelas”.
A modo de respuesta a la situación, los sacerdotes católicos afirman que “nos sentimos unidos a quienes caminan al lado del pueblo y palpitamos de distintas maneras con diferentes grupos y sectores que manifiestan sus preocupaciones y descontentos” mientras “seguimos acompañando la vida de nuestros barrios, aportando a la organización de la comunidad, dialogando con quien sea para que juntos busquemos el bien común, siempre en el marco de nuestra tradición democrática, sin perder nunca la esperanza y la crítica sensata, sincera y responsable”.
“Es necesario que recuperemos la voluntad de diálogo en un marco de pensamientos diversos a la hora de buscar caminos de solución”, advierten los curas, aunque señalan que “seguimos viendo a muchísimos dirigentes de los diversos ámbitos lejos de lo que le pasa a la gente de a pie”.
El documento finaliza afirmando que “estos problemas llevan años de antigüedad y sólo se pueden mejorar con políticas de Estado que busquen justicia, paz y concordia, en un clima de unidad y sensibilidad hacia los que quedan afuera en la mesa de la vida” porque “esto no se construye de un día para el otro”.