Un muchacho copia tranquilamente la receta de un reality show de cocina en su rascacielos de Taiwan cuando tres asesinos llegan para arruinar su punto de cocción. Charles Sun –tal su nombre- los despacha, pero queda desconsolado: su bizcochuelo se carboniza. Todo resulta ser una estratagema de una mafia rival para exponer a su padre y liquidarlo. Los momentos iniciales de Los hermanos Sun (The Sun Brothers), por Netflix, anticipan el tono y argumento de la miniserie desarrollada por Brad Falchuk y que encuentra un trío estelar en la admirable Michelle Yeoh (la ganadora del Oscar por Todo en todas partes al mismo tiempo), Justin Chien y Sam Li. El guión corre por cuenta de Byron Wu, un productor que se inspiró en el ataque de la yakuza al cineasta Juzo Itami, en 1992.

En su trama central, The Brothers Sun es “una de mafiosos”, con los hermanos y su madre intentando desenredar los rencores de las “tríadas” taiwanesas para sobrevivir y, en lo posible, quedar al mando de toda industria ilegal del territorio reclamado por China. Hay peleas (de muy buenas coreografías), tiroteos y otras delicias de esta clase de historias, al menos una por capítulo y a veces más. Pero también es una comedia familiar agridulce que intenta evitar el slapstick, de modo que por momentos el humor se pone directamente oscuro, cuando no tarantinesca (el colega Federico Lisica apunta que también tiene toques “de Gemelos, con Danny DeVito y Schwarzenegger”.

Por eso, más allá de la shakespereana disputa de familias, en el fondo es una historia sobre mandatos familiares y deseos personales, sobre el deber y el peso de la familia en la cultura asiática. Es interesante ver cómo este tema se volvió recurrente en Hollywood en el último tiempo, especialmente en la medida en que los cineastas estadounidenses de origen asiático accedieron a la posibilidad de contar sus propias historias (un poco por el acercamiento de productoras orientales al mundo de Hollywood, otro poco por el interés de los norteamericanos de ampliar sus mercados sobre las costas al otro lado del Pacífico). Muy en otro registro, es algo que también sucedía en Red o en Más allá de la luna, ambas pensadas para infancias y adolescencias. Como subtema aparece el interés oriental por la cultura yanqui (y viceversa).

The Sun Brothers consigue muy bien el desarrollo de personajes, quizás lo mejor logrado de la propuesta. Yeoh interpreta a una matriarca que lleva una vida oculta en Los Angeles (donde transcurre la acción), Chien a un hijo obediente que oculta su pasión por la pastelería y los churros mientras trabaja como sicario al servicio de su padre, y Li cumple en su rol de hijito mimado pero con buenos valores que quiere dedicarse a la improvisación teatral mientras baja a tierra la demencia mafiosa que lo rodea. Pero también hay buenos trabajos de la detective que sigue los rastros que las tríadas van dejando en la costa oeste norteamericana, en el amigo que vende droga por menudeo, en los otros sicarios y en las amenazas que se ciernen sobre las tríadas. 

De hecho, si hay motivos para una segunda temporada es porque los personajes generan suficiente interés para ello. Tienen un buen desarrollo y las interpretaciones son un gusto de ver. La trama, por otro lado, es buena pero está suficientemente cerrada en estos ocho capítulos. La historia no pide más. Sus personajes, en cambio, tienen mucho para dar.