Inaugurado en 2018 a una cuadra de Fundación PROA en el barrio de La Boca, Proa21 es un espacio de creación y experimentación, un laboratorio de investigación. Allí tuvo lugar, el verano pasado, Temporada Alta, un programa diseñado para acompañar y desarrollar propuestas artísticas multidisciplinarias con finales abiertos al público, a través de presentaciones en el jardín de esa antigua casa sobre el Riachuelo, que luce renovada. Desde el sábado pasado a las 19, lxs artistas seleccionadxs para esta nueva edición, comenzaron a mostrar sus trabajos con entrada libre y gratuita, después de un proceso de investigación y creación que comenzó a fines de octubre.
El ciclo arrancó con Toca Misterio, con idea y dirección de la talentosa coreógrafa Cecilia Argüello, que repite función este sábado 13 y el 20. La creadora de obras memorables como Cucha y Villa Argüello integra el elenco de performers junto a Federice Moreno Vieyra, Juan Gabriel Miño, Silvia Estrin, Zezé Fassmor y Eduardo Ferrer

“Convocamos a cuatro artistas burbujeantes, que venimos siguiendo y están en momentos muy interesantes de sus carreras, con recorridos y estéticas disímiles. Los invitamos a crear una obra inédita a partir del jardín de la casa y del entorno de Proa21 como disparadores. Hicimos una navegación profunda por el Riachuelo con una vista que descubre aspectos poco conocidos de esta zona de la ciudad, también visitas a otras instituciones culturales del barrio y a lugares específicos con la idea de nutrir los proyectos de los artistas, que contaron cada uno con un tutor”, explicó Santiago Bengolea a Página/12

Él integra el equipo de programación y producción de Proa21 junto a Renzo Longobucco y Pilar Victorio, con la colaboración de Gabriela Karasik. Celia Argüello, Ana Gurbanov, Hugo Martínez y Ariel Invernizzi son lxs artistas elegidxs de esta nueva Temporada Alta y ellxs, junto a sus equipos creativos, atravesaron el proceso acompañadxs por Agustina Comedi, Carmen Baliero, Fernando Rubio y Mariana Obersztern respectivamente, reconocidos creadores de distintas disciplinas y referentes de la escena contemporánea. A través de una serie de encuentros de intercambio de ideas, discusiones conceptuales y ensayos en el jardín y en el interior de la casa, cada grupo dio forma a su propuesta. Contaron además con un importante apoyo económico para la creación y la producción.

“A partir de la convocatoria me acordé de mi secundaria, donde hice un bachillerato especializado en producción agrícola y estudié técnicas de agricultura: plantación, injertos, cultivos, diseño en parques y jardines. Al llegar al jardín de Proa21 con el equipo con el que vengo trabajando, el contexto político y el resultado de las elecciones presidenciales nos atravesaron completamente. La incertidumbre, la oscuridad nos pesaba. A partir de la idea original de cultivo y al empezar a meter las manos en la tierra, esa idea se amplificó no solo en el sentido de ocultar o resguardar sino de exhumar, de dejar que se pudra, de compostar. Cultivar para que en algún momento crezcan no zanahorias o papas, sino otro tipo de cosas. La familia, un símbolo de la comunidad LGBT, unos ‘verdes’”, cuenta Argüello. 

En forma paralela a la creación del proyecto, la directora cordobesa venía leyendo textos de autores críticos de la concepción occidental de la naturaleza como algo separado del hombre, frente a la idea del ser humano como parte de ella. A partir de esos primeros gestos en el terreno, el grupo dio forma a un recorrido por el amplio jardín, en el que lxs performers hablan al público sobre diferentes temas mientras meten las manos en la tierra en busca de esos objetos que pusieron al resguardo, tal vez porque les gustaría verlos crecer. 

Hay canciones (una muy divertida sobre el dinero), secuencias de movimiento físico, uso de objetos escultóricos hechos con hojas y ramas del jardín que adosan a sus cuerpos, música en vivo, relatos. Todo respira un clima de intimidad, de encuentro, de comunidad, de desaceleramiento. La performance tiene pasajes emotivos, confesionales, graciosos, muchos vinculados a la actualidad política y ambiental. También se respira algo de incertidumbre, de misterio, a partir de esos objetos enterrados, de su aparición o no, de su crecimiento o permanencia no certeros. En cierto momento, comparten el micrófono con quien quiera contar algo personal sobre el tema de la plata, por ejemplo. Performers y público están cerca, a pasos de distancia, la comunicación es directa, el encuentro funciona. En cuanto a la tutoría de la guionista y directora de cine Agustina Comedi, Celia asegura: ”Los encuentros con ella fueron muy buenos para nosotres. Nos ayudó mucho a dar forma, a ajustar los relatos que fuimos armando”. Para llegar a esta instancia de encuentro con el público, Celia y su equipo fueron durante dos meses, una vez por semana, a trabajar al espacio cedido por Proa21.

Los sábados 3, 10 y 17 de febrero se va a presentarLas húmedas fabulaciones de un sireno, de la coreógrafa, directora e intérprete Ana Gurbanov, con tutoría de la compositora Carmen Baliero. “La propuesta indaga en la construcción de una poética performativa a partir de un personaje anfibio y mitológico, como una encarnación en un sincretismo contemporáneo y local, articulador de lo estético, lo queer y lo ambiental”, anticipa la creadora en el material de prensa. “El vínculo mítico con el agua como invocación de lo creativo y lo vital, es el eje que estructura las diferentes escenas”, agrega sobre la obra que combina lo visual, el movimiento, lo sonoro y lo textual, con referencias al pop latino de Marco López, al surrealismo del cineasta ruso Sergei Parajanov y a elementos propios de la cultura del barrio de La Boca, como las pelopinchos en las veredas durante el verano. 

Boca desborde bermellón, dirigida por Hugo Martínez y Noelia Morales (lxs jóvenes creadores de Un poema para no estar solas, obra seleccionada para FIBA 2023 y Festival Universitario de Artes del Mercosur 2023) contó con la tutoría del director y dramaturgo Fernando Rubio, y hará funciones los sábados 24 de febrero, 2 y 9 de marzo. “Una actriz, un cantante, un bailarín y un compositor habitan palabras, sonidos, gestos y movimientos que invocan deidades ancestrales. En este presente inventado, traen ecos de artistas boquenses del pasado para arrojar al aire pedazos de futuros”, anticipan. 

El cierre del ciclo será con Cerdas, de Ariel Invernizzi y el grupo Aro, los sábados 16, 23 y 30 de marzo. Ellxs contaron con la directora y dramaturga Mariana Obersztern como tutora. “Cerdas es el resultado de una investigación sobre el arte sonoro desde la creación de acciones escénicas, donde predomina lo acústico, lo electrónico y la performance de los intérpretes. La hipótesis del trabajo es provocar el desborde de las cualidades sonoras y generar una estética extrañada partiendo de la percepción del jardín como un espacio sagrado y ceremonial relacionado al ritual”, adelantan. 

Antes y después de presenciar estas experiencias performáticas, el público puede adentrarse en la cocina de la creación en dos salas de Proa21 (Av. Pedro de Mendoza 2073), donde se exhiben interesantes registros y documentos del proceso creativo atravesado por cada grupo de artistas. La entrada es libre y gratuita y no hace falta reservar entrada.