–Lo vi, Don Hugo, lo vi, y no me lo niegue porque lo vi con mis propios ojos. Así me recibe Osvaldo en el bar apenas me acomodo en la silla frente a la ventana.
–¿Adónde, Osvaldo?, le pregunto con curiosidad. Ese tono suyo me hace sentir culpable de algo y no sé qué es.
–¿Vio? Si ya se siente culpable antes de que le cuente, es porque algo mal debe haber hecho.
–Sí, seguro, siempre ando en falta yo. Y usted no me deja pasar una.
–Desde la ventana del colectivo lo ví. Sentadito en Nucha, esa panadería que la va de barcito cajetilla. Usted estaba sentado afuera y yo pasé con el bondi que me lleva a casa. Ahí enfrente de la Plaza Vicente López estaba usted lo más cómodo, leyendo un libro. En esa zona queda bien hacerse el intelectual, aunque lo que lea sean las novedades de la farándula o de su querida banda roja.
–Escuchemé Osvaldo, ¿usted quiere que sea su esclavo? Tengo todo el derecho del mundo a ir al bar que se me dé la gana. Nucha, Ouro Preto, el Banderín, el Celta, La Orquídea o el que se me cante.
–Ya se engranó jefe, eso era lo que quería. Al final yo sé que siempre vuelve al bar de Osvaldo. Porque yo soy el único mozo que le ofrece buenos precios y buena charla. O cree que no sé los precios en los bares que usted nombra. Le digo más: el café en cualquier Havanna está en 1800 el de pocillo, y en 2150 el vasito chico para llevar. Los alfajores de 1500 a 2000. La caja de 13 alfajores 13 mil pesos. Hasta los turistas salen rajando cuando escuchan los precios.
Le doy más datos para que no se ensarte: las medialunas en el Kentucky de Callao, ahí cerca de su laburo, 800 pesos cada una. Si escuchó bien: 800. Le conviene caminar una cuadra más, hasta La Continental de la esquina de Perón y Callao, ahí cuestan menos de la mitad: 390 cada una. Y son buenas. Osvaldo nunca le va a recomendar mala mercadería. Yo sé que usted es tan riguroso en sus gustos como en su bolsillo. Por eso siempre vuelve por acá; tenemos los mejores precios de la zona: el café sigue en 800 pesos y las medialunas en 350. Vaya al Pertutti de la otra cuadra y vuelva a decirme en cuánto andan ellos, porque ahí también lo vi sentadito, hablando por celular como si estuviera muy ocupado. Usted es un jubilado que lo disimula lo mejor que puede, pero a este mozo no lo engaña, son muchos años de bandeja ¡Y la bandeja deja grandes enseñanzas, jefe!
–Ok Osvaldo, ¿ya terminó la reprimenda? La verdad es que no estoy para sermones, si prefiere me voy a Nucha o a Pertutti, pagaré más pero no tendré que bancar sus retos ni su mal humor casi constante.
–No don Hugo, no se vaya. Lo que pasa es que me tengo que descargar, y con usted tengo confianza. Me paso el día peleando con los proveedores, porque yo no soy el dueño, pero el trompa deja todo en mis manos. Pasa a última hora y se lleva la recaudación, me da palmaditas en la espalda y me alienta: “Bien Osvaldito bien, me dice, sos un fenómeno”.
–Y Osvaldito será un fenómeno pero no le alcanza ni para irse una semana a Mar de Ajó. Piden un disparate por un dos ambientes con vista a la ruta. Con vista al mar ya no lo podría alquilar ni juntando las propinas en verdes que hasta hace dos meses dejaban los turistas. Ahora ya ni eso. El otro día unos españoles me comentaban que ya estamos más caros que en Europa. Menos mal que yo no lo voté al Peluca. Gracias al Beto, mi hijo, que me avivó, porque si no fuera por él capaz que yo también lo votaba. De la gente que viene al bar, siete de cada diez lo hizo. Y lo peor es que algunos ya lo putean, pero otros lo siguen bancando. Para mí que no quieren dar el brazo a torcer, porque el tipo ya hizo un desastre y la que se viene es peor. Falta el aumento de tarifas, el transporte va a seguir para arriba, la prepaga se fue a la mierda, los colegios un escándalo y en la escuela pública no hay vacantes. Los jubilados entran a los bares solamente para ir al baño y dentro de poco les van a tarifar hasta el banco de la plaza ¿Se imagina jefe?, “Plaza Elon Musk”, y un molinete con código QR, como se usa ahora: “Compre su entrada por nuestra web: [email protected]”
–Genio Osvaldo, veo que Milei le encendió la chispa de la bronca pero también la de la creatividad.
–La bronca seguro, pero no solamente con el Peluca. Yo me enojo con la gilada que lo votó, pero mi hijo me completa el panorama. Él y Luciana, mi nuera, se rompieron el culo militando. Tocaron todos los timbres del barrio, allá en Lanús, pusieron mesitas en varias esquinas del “conurba”, como dicen ellos, y me convencieron a mi y a Olga, mi señora, que hiciéramos “micromilitancia”. Yo me paso 12 horas adentro de este barsucho, así que la única micromilitancia que hice fue hablar con los clientes. Me fue como el culo con la “micro”.
–Bueno Osvaldo, pero al menos el Beto y Luciana pudieron festejar el triunfo en Lanús y el de Kicillof en la provincia. No todo el panorama es tan negro.
–Es cierto don Hugo. Yo de política entiendo poco. A mí me avivaron los pibes, pero tampoco soy tan boludo. Me doy cuenta solito de las cagadas que se mandó Alberto y cía. Pero lo peor es que algunos de los que mandaban a todos a hacer campaña, ahora se acomodaron al lado de Milei. Los escucho por radio y hasta le dicen “Javier”, casi con cariño y como si hubieran sido amigos de toda la vida. Una vergüenza. Y eso no es lo peor. Lo peor es que en vez de dar el portazo, se acomodaron a “Javier” y son parte de su gobierno. Varios que eran de Massa, pero no son los únicos. Mírelo a Scioli. Por ese también los pibes hicieron campaña en el 2015, y ahora aparece feliz y contento al lado de Milei, diciendo que “lo hace por la patria” . Hasta la gorrita con la inscripción de “Las Fuerzas del Cielo” se pone. No le pedían tanto Don Hugo: ¡“En qué te han convertido Daniel”!, como le dijo alguien del que tampoco quiero acordarme.
–En fin jefe, mejor sigo laburando. Como dice el Beto que dijo Axel, “hay que componer una nueva canción”, aunque lo putee algún pavote, porque con los intérpretes actuales vamos al fracaso. Mejor me ocupo de San Lorenzo. Contratamos un central que se llama Jhohan Romaña. Un colombiano que la rompe y que el maestro Insúa sacó de la galera. Lo trajimos por dos mangos. Y se lo firmo ya: ese colombiano nos va a hacer olvidar no solamente de Albrecht, ídolo de nosotros, los cuervos, ¡nos va a hacer olvidar del Kaiser Beckenbauer!
–Chau jefe, usted me distrae y encima es duro de propinas, acuerdesé: Jhohan Romaña se llama ¡Si hasta nombre de crack tiene!