Como una Tony Montana vía Medellín, la protagonista de Griselda (estreno el jueves 25 por Netflix) llega a Miami herida pero no muerta. Tras una discusión fatal con su pareja -un importante capo de la droga, para más datos-, se apresura a dejar Colombia con lo puesto: sus tres hijos, algo de ropa y un kilo de la sustancia con la que montaría un imperio. Algunos minutos antes, en el mismísimo comienzo de la entrega, una frase atribuida a Pablo Escobar recuerda el estatus logrado por su persona. “El único hombre al que le temí en mi vida fue una mujer y se llamaba Griselda Blanco”. La entrega de seis episodios cuenta con el sello de dos expertos en la materia como el director Andrés Baiz y Eric Newman, responsables de la saga Narcos y Narcos: México . La actriz Sofía Vergara, por su parte, asume las riendas de la miniserie como una excursión total sobre la “la jefa”, “la madrina de la cocaína” “la viuda negra”, como la llamaban.
Más que una biopic sobre Blanco se trata de su escalada en un momento y lugar exacto: la ciudad más famosa del estado de Florida entre finales y comienzos de los ’80. Comenzando por “Lady Comes to Town” hasta “Adiós, Miami", se explora ese raid vicioso, lleno de lujos y sangre de la dama que se impuso en el narcotráfico. Básicamente, Griselda es un “one woman show” para la intérprete que llevó la imagen de “bomba latina” a un nuevo nivel con su papel en Modern Family.
No hay rastros de Gloria Delgado en esta personificación de la nacida en Barranquilla. Siempre con un cigarrillo encendido en sus dedos, uñas esmaltadas, con un brushing furioso y vestidos que parecen salidos de la época en que Dinastía y División Miami copaban la pantalla chica. La intención es clara: explotar al máximo la imagen, logros y porfolio de una ruda que podía decapitar o acribillar a la competencia, y luego dedicarse a su tarea como singular matriarca de cuatro hijos varones. Según graficó Vergara, es como ver al protagonista de Scarface “preparando una lunchera”. “Griselda era una fuerza extraordinaria de la naturaleza. Su vida fue trágica, aterradora y las consecuencias fueron realmente horribles. Pero buscamos entender cómo fue que esta mujer entró en este mundo y llegar hasta la cima. Esa es una historia que no creo que mucha gente conocía”, explicó Vergara.
Ya hubo otros retratos de Blanco en narconovelas (La viuda negra; Escobar, El patrón del mal) y películas para tevé (Cocaine Godmather, con Catherine Zeta-Jones), aunque según sus responsables aquí se enfocaron en la lealtad que despertaba en su séquito más allá de su maldad. La primera mitad de Griselda, entonces, se dedica a rastrear su ascenso en la ciudad de los flamencos rosados. Desde venderle polvo a los ricos a organizar un motel con un ejército de mulas que trafican cocaína en sus corpiños. Amilcar (José Zúñiga) será el primero de los rivales que se interpondrá en su camino y que la protagonista terminará por sumar a su círculo. Otro personaje clave es Dario Sepúlveda (Alberto Guerra), quien arriba a Miami con el objetivo de eliminarla, pero eventualmente se trasformará en su guardaespaldas, sicario y marido. Los últimos capítulos, como manda el formato, se dedicarán a seguir su ocaso con demasiados frentes abiertos entre la DEA y otros carteles.
La propuesta no se corre ni un centímetro de lo prometido. Giros en la trama predecibles, una infecciosa banda sonora (Donna Summer, David Bowie, Boney M y Miami Sound Machine) entre tiroteos y dólares, machos latinos y el carisma de Vergara en el retrato adictivo de quien toca esta balada criminal, aunque sus responsables manifiesten lo contrario. “Nunca buscamos glorificar a nadie, pero tampoco buscamos reducirlo a solo un monstruo. Los muy malos son las personas que fingen ser algo distinto de lo que son. Griselda nunca pretendió ser otra cosa que madre y una narcotraficante realmente eficaz”, señaló el productor Eric Newman. Para Andrés Baiz, por su parte, no buscaron hacer una interpretación mimética de Blanco, sino jugar con la propia fachada que ella proyectaba en los demás. Y verdad no le falta. Su cuarto hijo, nacido en 1978, se llamó Michael Corleone. Es posible que no lleve el nombre del personaje de Al Pacino en la película de Brian de Palma por haberse estrenado algunos años después. A saber, a raíz del estreno de Griselda, el vástago dijo sentirse ofendido de que no lo hayan contactado y el mismo día del estreno lanzará su libro titulado Mi madre. La madrina. Y la verdadera historia.