Limón García tiene 65 años y por primera vez presentará un disco solista, después de muchos años poniendole voz a cantidad de bandas. “Con eso siempre cubría las expectativas del momento”, confiesa. “Estaba en Vía Varela y no me daban ganas de cantar otras cosas. Lo mismo me pasó en la Bersuit. Pero arranco con Rascasuelos y ahí hacemos todos tangos originales, propios. Así que con Tripa (Bonfiglio) y Juan Otero armamos un trío para despuntar el vicio y me di cuenta de que había un montón de tangos que tenía ganas de cantar”. La presentación de Limón García –así, a secas– será hoy a las 21 en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772) en una actuación que contará con muchos invitados, incluyendo a buena parte de los integrantes de la Bersuit. Y el disco es de tangos de siempre, con dos composiciones propias y dos versiones de temas del Gordo Alorsa (Jorge Pandelucos), que ofician de guía filosófica para el disco.

–¿Esos tangos que quería cantar eran los clásicos?

–¡Claro! “Niebla del Riachuelo”, “Será una noche”, “La abandoné y no sabía”... Son tangos atemporales, con letras que hablan de cosas que pueden pasarle a cualquiera hoy mismo. No están tan identificados con una época. Además, sentí la necesidad de ver si, a través de lo que hago con Rascasuelos y lo que estoy haciendo en este disco, de alguna forma se puede establecer un código para llegar un poco más a los jóvenes con el tango. Hay muchas orquestas, muchos proyectos y muchos cantores que están intentando hacer lo mismo.

–Usted canta con algunos de ellos.

–Sí, porque me interesan los proyectos que están más cerca de un lenguaje que puedan entender los jóvenes. Porque si ellos no conservan la raíz de nuestra cultura es difícil después que sepan para dónde ir. Y en este momento a los jóvenes les cuesta mucho identificarse con alguien. Tengo la sensación de que los jóvenes no quieren parecerse a los adultos porque los hemos defraudado mucho. Hemos dicho una cosa y hecho otra. No nos comportamos, no sostenemos lo que decimos con los hechos. ¿Por qué un joven debería parecerse a un adulto si no hay nada a la vista para rescatar? 

–¿Cómo convive esa necesidad de tocar clásicos con grabar dos  temas propios y dos de Alorsa?

–Es que también creo que si no hay autores nuevos y que si no recuperamos a los autores contemporáneos, el tango también se va a morir. Si no hay renovación musical es muy difícil que evolucione. Y lo que no evoluciona no sobrevive. El tango es un desaparecido más. Estuvo mucho tiempo fuera de nuestra cultura. La posta la tomó el rock y generó un camino cultural con muchas similitudes con el tango. Porque los dos fueron marginales, los dos tuvieron conflicto con la sociedad o parte de ella, y también por el decir. El rock siempre habló de un montón de cosas que el tango reicén ahora se permitió. El tango vivió otra época y las cosas pasaban por otro lado. Cuando descubrí al Gordo Alorsa, un tipo increíble que escribe “es tarde para dormir / temprano para madrugar / la pelopincho con verdín / no sé si soy feliz o un boludo alegre más / el tango me hizo así”, me resultó muy fuerte. Y contemporáneo. Yo voy para Remedios de Escalada, donde está parte de mi familia, y veo eso cuando llega el verano. Entonces eso sí puede entenderlo un pibe porque pasa en su vida, pasa en su barrio.

–“Ezeiza” es otro tema que también... 

–“Ezeiza” tiene que ver con una situación que atravesó el país en la década del 90 y que hoy tiene vigencia. 

–Ahí se nota un círculo temático: arranca con “Niebla del Riachuelo”, sobre los inmigrantes y cierra con “Ezeiza”, sobre los emigrantes.

– Soy hijo de inmigrantes y tengo un hijo que hace más de diez años está viviendo en España. Volvió a la tierra de sus abuelos y bisabuelos. No lo crié para que se vaya; lo crié para que se quede, pero no viene más. Tiene otra cultura, le pasan otras cosas, así como no volvieron para allá nunca más mis abuelos. En vivo, la contención de ese tema la van a dar los de la Bersuit, que fue la banda más importante de mi vida, y con los que vivimos muy fuerte la época de los 90. Cerrar con “Ezeiza” tiene sabor a esta sensación que uno tiene y que no quiere que vuelva a ocurrir.