A pesar de que este breve tiempo de gestión sirve para tener una clara radiografía de los objetivos del presidente Javier Milei, su paso por Davos nos dejó azoradxs. Entre las frases polémicas del actual mandatario, me quiero detener en una serie de dichos que demuestran, una vez más, que o no ha recibido formación seria sobre algunos temas, o vive en el siglo pasado. Según Milei, el libertarismo es un “credo” que establece “la igualdad entre los sexos”, ya que “todos los hombres somos creados iguales, (...) todos tenemos los mismos derechos inalienables otorgados por el creador, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la propiedad”. Dada esta verdad universal, se desprende que el feminismo no tiene sentido, ya que la pelea entre el hombre y la mujer es “ridícula y antinatural”, y lo único que estaría consiguiendo este movimiento cuando busca una mayor intervención del Estado es “entorpecer el proceso económico, darle trabajo a burócratas que no le aportaron nada a la sociedad”.

Mientras el presidente decía esto, era aplaudido en Davos, a pesar de la cantidad de datos que hay en el mundo sobre estas desigualdades. Sin ir más lejos, en Argentina, las mujeres siguen ganado menos que los varones, además de tener menos posibilidades en el mercado laboral. Acerca de aquellas que acceden a este, también hay información que afirma que los trabajos conseguidos, en general, son más precarios. Si bien hay algunos cambios en las dinámicas familiares y en el rol de los hombres, los relevamientos indican que luego de trabajar por un salario menor, al terminar la jornada laboral, son muchas las mujeres que regresan a sus casas a continuar con las variadas tareas hogareñas: cuidado de niñxs, abueloxs, padres, personas con discapacidad, etc. Todas estas ocupaciones hacen que las mujeres se posicionen en absoluta desventaja a comparación con los hombres. En lugar de usar ese tiempo para el ocio y ser productivas, lo dedican a cuidar y limpiar sin recibir nada por ello.

Entonces, ¿qué datos maneja el presidente? ¿Le importan los datos? Estas desigualdades están en las agendas de casi todos los países. Muy pocos no se hallan en línea con estas luchas. El prestigioso World Economic Forum presenta cada año un informe detallado con las brechas de género en la política, la salud, la educación y las economías, y este suele cerrarse con una estimación según el contexto de cuántos años son necesarios para terminar con la desigualdad de género. En el último informe presentado, se calcularon 130 años. Nadie de esta época lo va a ver.

¿Por qué el presidente sigue negando la desigualdad de género cuando hay mucha evidencia que prueba lo contrario? ¿No alcanza con las cifras y la información recopilada por años para validar los pedidos del feminismo? No. Lamentablemente construyeron una narrativa a prueba de datos. Las redes que crearon las diferentes organizaciones feministas son enormes, con muchos sondeos que parecen no interesar o no ser reconocidos. A pesar de que existen estadísticas y datos, hoy esta pelea la ganan ellos. La lucha continúa. De hecho, Amnistía Internacional presentó un informe de las consecuencias que viven las mujeres que se pronuncian en nombre de una agenda feminista y la violencia que se reseña es desmedida: desde agravios, escraches, intimidaciones, hasta amenazas. En nuestro país, sin ir más lejos, la escritora feminista Luciana Peker tiene varias denuncias hechas.

Lo preocupante de estos discursos es que el negacionismo que suponen cala hondo y genera retrocesos. Los avances de las extremas derechas en el mundo implicaron repliegues en varios países en los que estas discusiones estaban saldadas. En Suiza, por ejemplo, una sociedad bastante avanzada en cuestión de derechos, género y feminismos, al asumir un gobierno de derecha desarmó la agenda por completo. En Italia, Giorgia Meloni hizo lo mismo: desbaratar las políticas feministas. Porque para los libertarios, el feminismo es su enemigo número uno junto con las disidencias.

La tasa de femicidios en Argentina fue en aumento a pesar de tener un ministerio de Mujeres y Diversidad. Bueno, la creación de un ministerio no implica la erradicación inmediata de 200 años de cultura machista, patriarcal. Se exige una respuesta muy radical y que cambie la estructura del universo con una institución y eso no va a suceder. Lamentablemente nuestro discurso no va acompañado de todos los recursos necesarios para hacer realidad los cambios que deseamos. Hay una agenda que está muy valorada, que se gestó desde la unión de miles de mujeres que hicieron cientos de reclamos: el Ni una menos, la violencia machista, el aborto legal, el acceso al trabajo, la igualdad salarial, paridad en la participación política, etc. Pedidos que fueron acompañados por mujeres y varones de todo el país.

Con la ley del aborto legal seguro y gratuito se registraron descensos en la tasa de fecundidad adolescente y en la mortalidad materna. A pesar de estos resultados, Milei denunció al feminismo radical por ser portador de una “agenda sangrienta del aborto”. La verdadera agenda sangrienta que llevó el propio Ministerio de las Mujeres es la que buscaba resolver los problemas que le ocasiona la menstruación a quienes no tienen recursos. Cuando los insensibles de siempre criticaban el programa MestruAR, recuerdo haber escuchado frases que contienen la misma lógica de desinformación que maneja el presidente: “los chicos no comen y vos les querés regalar toallitas gratis”. Sí: hay un montón de pibas que además no comen y no tienen una toallita para usar cuando están menstruando y faltan a la escuela o dejan de salir y hacer deportes por eso. Algunas no van a trabajar. Hay un concepto que es la pobreza menstrual y también es una prioridad.

Cualquier política pública que fortalezca el acceso al trabajo, mejore la calidad del empleo de las mujeres que tienen a cargo a los hijos (que en general son las de los sectores más pobres y desfavorecidos) sirve para paliar la pobreza, si es que ese es realmente un objetivo de la verdadera agenda presidencial. Creer que estas medidas solo suponen brindarles a estas mujeres un bienestar es desconocer que con ello mejoraría la economía, además de su calidad de vida.

Yo no sé si pasaran 120 años o más para ver los cambios, lo importante que esta red no se corte. La marea verde se puede transformar en tempestad, porque ya sabemos lo que podemos hacer cuando nos unimos. Hoy tenemos que estar más unidas que nunca.