Tenía un tío cirujano, de Avellaneda, que hace unos treinta atrás se instalaba todo enero en un departamento en Mar del Plata que le prestaba un paciente muy agradecido a quien le había salvado la vida. Todas las noches, luego de la ducha al llegar de la Playa Bristol, iba a mirar un espectáculo musical o teatral. Armaba su agenda en los primeros días de estadía y veía todo lo que no podía en el resto del año en Buenos Aires, porque se la pasaba operando en un hospital. Recuerdo que en aquella época casi no había espectáculos locales y a él no le interesaban porque no los conocía de la tele o no quería ver algo que lo hiciera pensar.

No creo que muchos bolsillos hoy en día pudieran resistir un programa similar. Pero lo económico no es lo único que ha cambiado. Porque desde hace veinte años es muy notorio que en Mar del Plata hay otro teatro, y cada año que pasa crece más.

Conozco a José Luis Britos desde hace años, por su desempeño como arquitecto y como docente de la universidad y de escuelas secundarias. Recuerdo muy bien cuando hace un tiempo quemó las naves y dejó sus oficios para abrazar la producción teatral independiente como forma y medio de vida, formando con otros tres temerarios socios el espacio teatral “cuatro elementos”. Pensé que estaba loco, y quizás así era. Pero lo cierto es que yo estaba demasiado cuerdo. Porque once años después su espacio se ha convertido en uno de los emprendimientos teatrales independientes más importantes del país y más allá, con cuatro salas perfectamente equipadas y dependencias anexas, como un café, lugares para reuniones y una galería de arte.

 “Nos tiramos a la pileta, pero no veníamos de la nada", cuenta. "Nos reconocemos deudores del movimiento histórico del teatro independiente argentino y de experiencias locales anteriores, como Escena Abierta que coordinaba Freddy Virgolini, otro integrante de los cuatro elementos, además de Pablo Marchini y Rosie Alvarez. Lo hacemos con mucho laburo y compromiso. Nosotros no hacemos teatro comercial, entendiendo como tal a aquel que tiene detrás un empresario que asume los costos de la producción y, por lo tanto, espera recuperarlo y obtener ganancias por su aporte”.

José Luis no es un solo un hacedor, sino que además tiene una maestría en teatro de la UNICEN, la Universidad Nacional con sede principal en Tandil, y en su tesis incluye un análisis acerca como fue conformándose el teatro en sus tres vertientes: el comercial, el oficial y el independiente. “Originalmente, era más fácil de delimitar, el comercial perseguía el afán de lucro, por lo general sin arriesgar, e iba por la repetición de fórmulas ya exitosas, y el oficial bancado por el Estado, con la conformación de elencos estables y apoyos directos a las producciones y muchas veces, con un repertorio bastante elitista. En el escenario surge el teatro independiente, como una alternativa a esos posicionamientos políticos y poéticos". 

"En cada temporada en Mar del Plata se observa con claridad el primero de ellos, y algo del oficial, según las épocas, porque que tengamos salas administradas por el Estado no significa que haya teatro oficial, porque en muchas ocasiones allí mismo se hace teatro comercial. Pero el que a mí me interesa es el otro, el tercero en discordia, el que es un tanto inasible y difícil de encasillar, el teatro independiente. Lo independiente en la actualidad no es tan claro como era hace décadas, porque antes el posicionamiento ideológico y político, tanto en lo temático como en la forma de producción era muy claro. Hoy en día creo que se ha modificado sustancialmente eso, porque el teatro independiente sigue siendo autogestivo, pero no siempre busca interpelar al espectador dejando que él encuentre su propio sentido y tratando de ir por un compromiso con el cambio social, desandando la relación entre el sujeto, el arte y el poder. Se ha generado una suerte de tensión al interior del teatro independiente y en su diferenciación con el teatro comercial, porque el límite se torna borroso. Porque, además, suele haber un afán de ser reconocido, de que te descubran, y el verano es el mejor momento para esa ilusión, y muchas veces se cae en la trampa”.

“En Mar del Plata el teatro independiente es muy pujante. Tomó fuerza a fines de los ’90 gracias a la Ley Nacional del Teatro impulsada por el gran Lito Cruz, y en los últimos quince años se consolidó debido a la fundamental contribución del Instituto Nacional del Teatro, que es parte fundamental de esa ley. Esto ha permitido dar subsidios a salas como la nuestra, becar a artistas y financiar proyectos y publicaciones específicas. Sin él no habría teatro en las ciudades pequeñas o en los pueblos del interior. En nuestros primeros años, el subsidio nos cubría seis meses de funcionamiento, ahora cubre solo un mes, pero nos sigue permitiendo crecer. Durante la pandemia fue fundamental, sino todas las salas nos hubiéramos fundido”.

Le comento que tengo la impresión que hay teatro marplatense todo el año: “Hemos quebrado la estacionalidad, porque en el invierno también hay público que va al teatro, no es como antes. Nosotros hace mucho tiempo que no suspendemos ninguna función. Y hay muchísimas puestas en escena en otros espacios, si uno quisiera ver todo, es probable que no alcance a hacerlo. Y en el verano, muchos turistas también eligen teatro independiente, se ha roto la barrera cultural”.

Le comento sobre cómo es la cuestión del éxito para el teatro independiente: “Tema complejo y controvertido, porque combina muchas dimensiones. Por ejemplo la obra Ensayo sobre el miedo, producción propia de nuestro grupo de teatro La rosa de cobre, ha sido muy exitosa. Más de ciento veinte funciones, algunas en Ecuador, en Venezuela, y recientemente la hicimos en Italia. Porque el éxito para mí tiene que ver con poder decir lo que querés decir y del modo que querés hacerlo. Y si el público acompaña y se produce la recomendación entre potenciales espectadores, entonces la propuesta se sostendrá en el tiempo y llegará a más gente. Ahí está el éxito”.

Le pregunto cómo viene la temporada: “Calculo que un veinte por ciento menos, pero no nos quejamos. Ofrecemos dos o tres espectáculos por noche todos los días de la semana. Y tenemos un programa muy variado que combina distintos géneros y propuestas, con artistas marplatenses y también foráneos. Pero en general, más allá del verano el panorama es atroz debido al DNU y la ley ómnibus. La semana pasada participamos muy activamente de la asamblea que se hizo frente al Teatro Auditorium. Los verdaderos perjudicados de este cercenamiento cultural no somos los teatristas, sino sus destinatarios, porque pretenden achicar el acceso del público a los bienes simbólicos. Estamos en estado de alerta y movilización, explicando que con estas medidas se pretende dar forma a un modelo de país que no queremos de ningún modo”.

Me despido queriendo creer que si mi tío todavía viviese iría a ver alguna de las obras marplatenses. Sin dudas, el teatro independiente ha avanzado, y tendrá que batallar mucho para no lo hagan retroceder, siempre con el objetivo de que seamos más los argentinos que nos animemos a vivir experiencias artísticas que nos hagan cuestionar lo que simplemente nos pasa.

Cuatro elementos está en Alberti 2746, Mar del Plata . https://espaciocuatroelementos.com)