La multitud se extendió desde la Plaza del Congreso, donde estaba el escenario que utilizaron los oradores, Héctor Daer y Pablo Moyano, todo a lo largo de la Avenida de Mayo. Y con ella el colorido de las organizaciones sindicales: el verde de Camioneros y de ATE, el granate de Cicop, el negro con rayas multicolores del SAT-SAID y el azul y blanco de UPCN, entre muchos otros.
La consigna de la jornada, “la Patria no se vende”, sintetiza la oposición tanto al DNU 70/23 como a la ley ómnibus, que juntas derogan o modifican una cantidad enorme de leyes que atraviesan todos los aspectos de la vida de los argentinos, y cuyo núcleo es la delegación de facultades legislativas en el presidente.
Las organizaciones que llegaron desde el otro lado de la General Paz llegaron temprano, en algunos casos en pequeños grupos, con la intención de burlar a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su protocolo. A juzgar por la multitud que colmó la zona y por lo largo que fue el proceso de desconcentración, y por el gesto y el tono de la ministra en sus declaraciones mediáticas, lograron su objetivo.
“Estamos acá en defensa propia”, explicó un delegado de UPCN, que se había movilizado desde La Plata, en una columna cuya dimensión resultó difícil de estimar, pero muy numerosa. “No vamos a permitir que hagan cualquier cosa, ni con los jubilados ni con el Fondo de Garantías de Sustentabilidad”, explicó un militante de APOPS, el sindicato de los trabajadores de organismos de previsión social.
Las declaraciones, las preocupaciones y las procedencias variadas confirman que el universo de agredidos por ambas normas es enorme, que el miércoles se vio apenas una muestra, la primera.
El escenario era muy similar en las calles paralelas, Rivadavia, Bartolomé Mitre y Sarmiento hacia el norte y Adolfo Alsina, Hipólito Yrigoyen y Moreno hacia el sur. En cada cuadra había al menos una asamblea de una organización distinta, cada una con su particularidad. Por ejemplo, en la de los trabajadores migrantes de la UTEP que, megáfono en mano, llenaban el aire con llamado a resistir al gobierno de Milei con tonadas caribeñas y africanas.
Tensión en el puente
Sin embargo, una parte de la atención, y casi toda la tensión, de la jornada estuvo en el puente Pueyrredón. Allí Bullrich dispuso un doble cordón de efectivos de la policía federal, que impedía que los manifestantes ingresaran a la ciudad. La primera columna que se encontró con la novedad fue la regional Avellaneda- Lanús de la UOCRA.
Su titular, Héctor Villagra, habló con el responsable del operativo, quien le manifestó que entendía la situación, que se iba agravando a medida que llegaban más columnas y se apiñaban en las inmediaciones del puente, pero que no contaba con el permiso de la ministro para liberarles el paso.
La tensión fue creciendo, hubo algunos empujones, pero el dirigente gremial dio la orden de no entrar en ninguna provocación. “Esperaban un error nuestro para reprimir, pero no les dimos la excusa”, contó a Buenos Aires/12. Finalmente quedaron del lado de Avellaneda, cara a cara, manifestantes y policías, a un metro de distancia.
Gobierno bonaerense, presente
El ministro de Infraestructura de la provincia y dos veces intendente de San Martín, lo demostró durante la última campaña electoral, es afecto a los trenes. Se tomó el ramal José León Suárez en la estación San Martín, cabecera de su distrito, y viajó con los militantes, arengando y cantando la consigna “la Patria no se vende”.
Luego se unió al gobernador que, junto con otros funcionarios, se encontraba en el bar Azteca de la calle Lima. Axel Kicillof, la vicegobernadora Verónica Magario; la ministra de Vivienda, Silvina Batakis; el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi; junto a otros integrantes del gobierno bonaerense, caminaron entre los manifestantes, saludaron, se sacaron fotos y también cantaron y se sumaron a las consignas de la jornada.
El paro de hoy, convocado por la CGT y las dos CTA, Autónoma y de los Trabajadores, era además una apuesta política importante del gobernador y su principal armado, la mesa de Ensenada, que reúne a varias agrupaciones, sindicatos e intendentes. Todos ellos movilizaron para acompañar al movimiento obrero en su reclamo y, de paso, dejar asentado dónde se ubica, geográfica y políticamente, el epicentro de la resistencia al DNU y la ley ómnibus.
“Milei, te falta calle”
La desconcentración fue lenta, también, porque la gente parecía querer prolongar un instante más la sensación de ser parte de la multitud. Sobre Bartolomé Mitre, llegando a Montevideo, unos tambores uruguayos hicieron bailar a la gente un buen rato. Junto a ellos, y con su sonido de fondo, los pibes y las pibas de la Unión Hip Hop mostraban su arte, también en movimiento.
Ayelén es una de ellas, la que diseñó, produjo y trajo el cartel que dice “Milei, te falta calle”. Cuenta que la unión está compuesta por pibes que “hacen movidas en distintas localidades del conurbano”, que algunos además militan en organizaciones políticas pero ella por ahora no, y que les preocupa mucho el protocolo de seguridad, “ya que atenta contra el arte colectivo y contra casi cualquier práctica en la vía pública”.
“De hecho, estamos muy organizados, tenemos la lista con los nombres y documentos de cada uno, sabemos a quién llamar si pasa algo y, si intentan llevarse a uno, gritamos muy fuerte el nombre y apellido”.
¿Y ahora?
Luego de la desconcentración, comenzaba el paro, que se extendió hasta la medianoche, y los análisis y lecturas políticas del hecho. La voluntad oficial de impedir que los manifestantes llegaran al Congreso desde Avellaneda confirma la preocupación del gobierno, más por las formas y lo que se ve, que por las cuestiones de fondo, como el malestar que causan sus iniciativas.
En la misma línea puede leerse la insistencia por forzar un dictamen de comisiones en Diputados, con números ajustados y con nada menos que 35 firmas en disidencia, porque la bajada oficial era, sí o sí, dictaminar antes del paro.
Los números de la noche del martes no auguran un trámite sencillo en el recinto. Habrá que ver ahora qué lectura hacen esos mismos diputados, de la denominada oposición amigable, fragmentados por la presión de Milei, de este paro con movilización.