Eran las dos de la tarde cuando, en una Plaza Congreso colmada de manifestantes, ingresaron referentes populares que sintetizaban con su presencia el espíritu del día. Es el primer paro general con movilización realizado contra el gobierno de Javier Milei y allí llega el líder camionero Hugo Moyano. Y también llegan las Madres de Plaza de Mayo, de la Asociación y de la Línea Fundadora, custodiadas por trabajadores de Foetra, el sindicato de telecomunicaciones. En ese momento se entonó el Himno Nacional y hubo emoción y se sintió la fortaleza de un pueblo que aprendió a congregarse y marchar por sus derechos.
La plaza ya era “un mar de gente” desde antes del mediodía, dijo una militante de ATE. “De gente de bien –agregó–, porque nosotros queremos el bien de todos, no solo de los ricachos que quieren vender la patria”.
"La patria no se vende" fue el lema de la convocatoria a parar y marchar que realizaron la Central General de Trabajadores (CGT), las dos CTA, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Y bajo el sol de enero, los manifestantes cargaban de sentido la consigna, con alusiones al debate por el megaDNU y el proyecto de Ley Ómnibus que impulsa el Ejecutivo. “Hay que encomendarse a los diputados para que no nos entreguen”, decían. “Hay que frenar este atropello." “La clase política está en un cumple y nos toca pagar la fiesta”, lamentaban.
“Estamos en grave peligro como país, por eso venimos, porque esta es la forma de expresión del pueblo argentino”, dice Alejandro Ricciardi, trabajador del Ministerio de Educación, consultado por Página/12 mientras camina con una columna de UPCN. El calor no interrumpe la entrada de manifestantes. “Queremos que recapacite este hombre –se explaya–, tiene que negociar ¡la política es eso, Milei!”
Del otro lado de la plaza, mientras entran los movimientos sociales, la UTEP, el Evita, el MTE, otro trabajador del Estado que llegó de Haedo explica: “Soy uno más que defiende sus derechos y los de sus hijos. Vengo porque tengo dignidad, por la educación que me dieron mis padres, sindicalistas de Smata, para recordarles y exigirles a los legisladores que están sentados ahí por nuestros votos ¡que nos tienen que defender!”
“Hay mucha gente civil”, dice un camionero de Tres de Febrero, que se refiere a lo plural del gentío, a quienes marchan por su cuenta. La convicción se percibe, en las miradas, en la parada firme bajo las banderas. Hay muchos jóvenes y mayores no encolumnados pero preparados con agua y gorras para resistir al sol. Hay cantos, pero no es una marcha alegre. “Es un momento de reclamo”, dice Vilma, que está con un grupo de artistas. Detrás, por Avenida de Mayo, marcha la columna de UATRE. Son muchos los que todavía no pueden llegar a la plaza cuando comienza el acto.
Pero Magalí y Rocío, que vienen de Constitución y pertenecen al FOL, ya están ahí. Vienen “por el DNU, porque la situación está complicada, todo sube con lo que propone este presidente”. “No queremos que la cosa se ponga peor”, dicen. Cerca, dos amigas esperan a “una compañera que ya fue despedida, de comercio”, cuentan, y que ayer les mandó un mensaje: “Un lujo cepillarse los dientes!”, se lee bajo la foto donde se ofrece dentífrico a 8 mil pesos. “Por eso estamos acá, porque no nos pueden hacer esto”.
Oscar Hurtado, de Libres del Sur, espera que “los diputados no voten esta ley antipueblo, dicen que es un paro apresurado pero el que se apresuró con semejantes medidas fue este presidente”. Al lado marcha la Federación Nacional Campesina que viene de Pilar, donde producen verduras y hortalizas: “Todos sabemos por qué estamos acá, porque solo queremos vivir la vida en paz”.
La plaza sigue recibiendo manifestantes. “Cuando convoca la CGT pasa esto, venimos todos aunque tengamos diferencias”, acierta un trabajador de ATE. Otro estatal, de UPCN, agrega: “Estamos viendo vulnerados nuestros derechos como trabajadores organizados y venimos a levantar nuestra voz pacíficamente en defensa de esos derechos, nos avala la Constitución nacional y este DNU los avasalla y entrega la soberanía nacional”.
“Somos la mitad que no lo votó”, define otro manifestante. “Quieren vender la patria y terminar con nuestros derechos adquiridos, por eso vengo, marcho desde el ‘83, tanto para agradecer como para reclamar, porque también tuvimos cosas que reclamar a nuestros gobiernos populares, pero los que votaron a este mamarracho van a empezar a verlo tal cual es cuando aumenten la luz, el colegio, el alquiler. Esto recién empieza”, razona. "Ahora, si te tomas más de dos colectivos por día ya no podés comer", avisa Nuria, de ATE.
Claudio Gómes está jubilado pero marcha con Foetra, su gremio. Es un ex combatiente de Malvinas y entró a la plaza custodiando a las Madres. “Hoy tenemos a un presidente que ama a Margaret Thatcher y cada vez hay más miseria en nuestro pueblo. Contra eso voy a dar todas las peleas necesarias hasta el último día, como ex combatiente que soy, defendiendo a mi país”.
Detrás del palco y mientras habla Héctor Daer, un grupo de chicas marca ritmos con dos bombos. Son del Frente Ferroviario y quieren “defender el servicio público y que se sigan extendiendo los ramales”, cuenta Magalí. Para Noelia, que llega de Merlo con su marido -“peronista y metalúrgico”, aclara-, estar en la plaza significa "defender la educación pública". Es docente y comparte: “Mis alumnos pobres e indigentes no pueden transitar la virtualidad que proponen y menos si la arancelan. No solo vienen a la escuela a comer, también a socializar. La escuela no solo es educación. Y tienen que saber estos señores que con la ESI bajó la cantidad de embarazos en alumnas de primero a tercer año ¡y eso no lo ven!”, ironiza.
Agustín, de Villa Martelli, vino con Merlina, que vive en Saavedra. Él estudia cine en la Enerc y no quiere que se desfinancie la educación. Merlina quería estudiar, se anotó en la facu pero con el precio del boleto “ya no voy a poder”, dice. Piensa en conseguir un laburo. Sentados en el pasto repasan el impacto de los "libertarios" en la juventud y lo vinculan a la pandemia. “La desinformación creció en las redes cuando estábamos conectados todo el tiempo”, explican. “Eso deshumanizó, aumentó el individualismo, ya no se considera al otro”. En ese territorio virtual “se logró lo que el peronismo no pudo: ganar la batalla cultural”. Esperan que en las próximas marchas -“porque habrá más”, sostienen- no seamos siempre los mismos y se sumen los que lo votaron, que se animen a ver la espantosa realidad que se está construyendo”.
En nombre de “todos los trabajadores, los formales y los informales de la economía popular, se juntó la gente”, describe Emilia, de Barrios de Pie, cuando el acto está por terminar. “Ya se acabó la changa en los barrios", dice Pablo Puebla, de la OLP, detrás de la bandera de la UTEP. “Este gobierno no hace lo que dijo, por eso vinimos, porque la democracia es respetar el voto de la mayoría pero no tenemos por qué respetar un poder construido sobre el engaño. Tenemos la obligación y el derecho de luchar porque todo lo conquistado fue ganado por otros que lucharon por nosotros”.
“Tenemos que entender que la lucha es de abajo hacia arriba, no de izquierda a derecha”, evalúa Cholo Gómiz, operador de radio. “Estamos todos –agrega Irene–, hay gremios fuertes y chicos, acá y en muchos lugares del país le decimos 'no' a este modelo de saqueo.” Gómiz concluye: “Los poderosos son siempre los mismos y siguen llevándose todo desde que cambió el modelo productivo por la especulación financiera. Estar unidos y organizados en pos del bien común, que es la preservación de la patria, es la única salida”.