Apenas Milei cierra su discurso en Davos, la diputada del Frente de Todos, Julia Strada, graba una "respuesta" a los dichos del presidente. Es de mañana en Buenos Aires, la temperatura en la calle está caliente y la ex columnista de C5N, impecable, se sube a unos stilettos con sus ojos delineados, un jean y una remera blanca. Los efectos devastadores del decreto 70/2023, que legitima la venta de una parte del Estado, ampara la liquidación de los activos de los jubilados y saca la reforma laboral por el DNU, entre tantísimas otras medidas antipopulares, ya son harto evidentes: cada día más gente vive en las calles, hay que hacer malabares para comprar la comida, viajar en bondi es un lujo, la tristeza se convierte en cuerpos que padecen y se enferman. También está la militancia, el activismo de miles y miles que llenan las calles, las plazas. Marchan. No se dejan vencer, inventan estribillos con humor, dibujan carteles, alzan banderas.

A Julia, licenciada en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario, con una maestría en Economía Política en Flacso y un doctorado en Desarrollo Económico por la Universidad Nacional de Quilmes, le gusta comer rico mucho más que cocinar. Ex becaria del Conicet e integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), presidió el Banco Nación durante la presidencia de Alberto Fernández y “me referencio en Cristina”, aclara.

Por su vocación de comunicadora y su facilidad para explicar la micro y macro de la Economía, hace unos años Victor Hugo Morales la eligió para que lo acompañe como columnista en la tele. Además de estudiar, a Julia le gusta la calle, la gente. Suele participar de charlas abiertas con el mundo sindical y el domingo pasado compartió una mateada en Plaza Irlanda de “resistencia activa y militancia organizada”. “Mis primeras charlas fueron en la metalúrgica, me llevaba mi papá”, recuerda.

Julia opina que la presencia de Milei en Davos tuvo el objetivo de bajar línea “con un discurso impreciso en los datos, vago en los conceptos y con un marco teórico muy atrasado: el capitalismo como creador de la revolución industrial y generador de crecimiento. Ese, hoy, es un enfoque marginal para un sistema hegemónico que causa desigualdad, donde un puñado de ricos se apropia de la mayoría de los bienes y gran cantidad de personas vive sumergida en la pobreza”, asegura. “Así lo publicó en un informe reciente Oxfam (la confederación internacional formada por 19 ongs, que realizan labores humanitarias en 90 países). El problema del capitalismo es que provoca desigualdad a un ritmo veloz y que la riqueza está mal repartida. En los próximos 10 años tendremos un nuevo billonario y una pobreza que tardaremos más de 200 años en erradicar”, dice.

¿Crees que Milei sabe cuáles son las consecuencias nefastas de su política económica?

--Milei desconoce que el mundo hoy es multipolar y le rinde pleitesía a Estados Unidos, dándole un papel protagónico y volviendo a establecer una relación bilateral de sometimiento. Desconoce también que China es una nueva potencia y que una serie de países se maneja en otra moneda, no en dólares. Discute como si fuera 1980, el muro no se hubiera caído y el socialismo fuera un modelo vigente. China tiene tasas de crecimiento mucho más elevadas que Estados Unidos, que es el complejo militar más fuerte. El nuevo presidente nos somete a un retroceso, diciéndoles que no a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), una estrategia argentina que comenzó con el gobierno de Néstor Kirchner y fue un logro geopolítico. Estamos yendo para atrás.

Durante los gobiernos que aplican políticas antipopulares, la economía adquiere protagonismo en el discurso social. Sin embargo, quienes la comunican lo hacen con un lenguaje hermético, lejano a la comprensión de las mayorías… ¿Podrás hacer un poco de pedagogía sobre la situación actual?

--Mientras hay sectores de la producción que concentran, sin competencia, Milei le echa la culpa al Estado. Debería haber más Estado para regular la economía. Por ejemplo, seis prepagas concentran el 70 por ciento del mercado de la salud; en alimentos de consumo masivo, está la empresa Molinos Río de la Plata, que ocupa el 80 por ciento de la góndola con marcas propias distintas: Favorita, Lucchetti, Don Vicente, Don Felipe, Terrabusi, Canale y Matarazzo. Una sola empresa de cerveza, Quilmes, concentra el 80 por ciento de la venta total. Si nos metemos en productos de higiene, hay marcas internacionales como Unilever que concentran el 80 por ciento de la venta de productos en góndola. Son datos que publicamos con el CEPA. Creés que elegís, pero son todas submarcas de un mismo grupo económico, estás haciendo zapping, pero la empresa que hay detrás es la misma, una especie de monopolio por segmento. Al desregular eliminan la sanción, la multa, al supermercado que acapara, a la empresa que retiene el producto que aumenta o que retienen y es de primera necesidad. No hay competencia ni leyes antitrust como en Estados Unidos. Molinos no puede protagonizar, ser exclusivo, en todas las góndolas, tiene que compartir con pymes, cooperativas y demás. No podés eliminar la fórmula preestablecida, más o menos indexada por la inflación, que pautan los aumentos de las prepagas. El DNU todavía no está vigente y las cosas no paran de aumentar, nos están robando.

¿Qué crítica le hacés al gobierno de Alberto Fernández, del que formaste parte?

--Nosotros, el kirchnerismo y el CEPA, fuimos muy críticos con la tutela del gobierno de Alberto Fernández respecto de los grandes empresarios. Cristina es mi referente y ella siempre cuestionó la falta de firmeza, la ausencia de una política de transacciones y control. A Hernán (Letcher) le propusieron ser el secretario de Comercio en 2019, preparamos un programa, pedimos más inspectores, federalización de la secretaría, límites a la exportación de carne, una gran cantidad de cosas que al ex presidente le parecieron exageradas.

Imponer desde el Ejecutivo, uno de los tres poderes constitucionales, la disminución de la intervención del Estado ¿no es una forma encubierta de intervencionismo?

--Totalmente, las intervenciones no siempre son para ayudar a la gente. Acá hay una idea que instaló la corriente a la cual Milei adscribe, que es esta lógica del intervencionismo como algo malo, del colectivismo como algo negativo para el conjunto. Y es al contrario.

Si no se aprueban algunas normas sectoriales de la ley ómnibus, si se eliminan o “resuelven” cuestiones específicas que beneficien a algunos sectores y no a todos ¿no corre riesgo la unidad que se está expresando en asambleas, calles, protestas, en el paro?

--Hay que privilegiar el análisis integral porque están sacándonos la guita a todos. La mejor crítica que le podemos hacer a Milei no sólo es a la reforma laboral, sino a las desregulaciones. Veo bien las demandas sectoriales en el marco de una división del trabajo y el reclamo, pero el conflicto es general, vinieron por todos.


Julia Strada


¿Cómo llegaste a la política?

--Vengo de una familia donde la política siempre fue muy importante. Mis padres son del norte de Santa Fe. Papá nació en el campo, se fue a estudiar Agronomía a Rosario a los 18 años y se metió en la militancia en los 70, con la estrategia de estar en la fábrica para dar la discusión con los trabajadores y ser parte de la transformación de la conciencia de clase. Papá estuvo en la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución. Entró en 1979 a Acindar, en plena dictadura, con un clima represivo muy fuerte. Martínez de Hoz, que había sido CEO de la empresa, le autoriza a los dueños, los Acevedo, a construir un horno y a competir con Somisa, la planta estatal. Ingresó un malón de 600 trabajadores y no tuvieron tiempo de revisar sus antecedentes ni los de varios laburantes que eran militantes comunistas. Papá fue uno de los fundadores de la CTA, de la Central de Trabajadores Argentinos, a inicio de los 90, cuando se discutía con la CGT el tema de las privatizaciones. Tan mal visto fue el menemismo en el seno familiar que mis padres se alejaron del PJ y se reconciliaron con Néstor y con Cristina, el kirchnerismo, en 2007. Conocimos a Néstor recién al final de su mandato.

Popularizar la economía

Contanos algo más de tu madre, del resto de la familia, de vos.

--También era militante política, siempre votó a la izquierda. ¿Cómo se llama la hija de Walsh?... Patricia, a Patricia Walsh y también a Pino (Solanas). Mamá es pediatra. En casa está Martina, también, mi hermana, que tiene 30 ya y es comunicadora social. En 2016, me vine a vivir a Buenos Aires, para estudiar Economía y me llama Víctor Hugo y me propone hacer la columna. Me largué a llorar, me puse nerviosa, nunca había mirado una cámara. Las mujeres nos achicamos, creemos que somos menos, me agarró mi papá y me preguntó: ¿Fuiste a Buenos Aires para estar encerrada con la computadora investigando? Vos tenés que explicar Economía en la televisión, como lo hacías en Acindar a los 22 años. Llegó la presión conjunta con Hernán Lecher, que también me dijo que me dejara de joder. Ahí y luego en el CEPA, que ya cumplió 10 años, descubrimos que teníamos una tarea pendiente: popularizar la economía. No solo hacer los informes por escrito, sino poner el cuerpo para explicar. 

¿Sos feminista?

--Por vivir el patriarcado, por padecer el machismo, la misoginia, la historia, soy feminista. Sé que es una gran contradicción porque durante cinco años se me veía por un estereotipo de niña rubia, flaquita, que salía bien en tele. Combatí eso, pactando con el patriarcado para que mi mensaje llegue, para hacerme conocida y para que se me escuche. Me impacta vivir en una sociedad machista, estereotipada, donde tenés que ser y vestirte de determinada manera. Y también luchar contra el prejuicio de que no podemos hablar de economía ni de finanzas. Las mujeres nos insertamos en peores trabajos, mal pagos, padecemos más la no registración laboral, la informalidad, las tareas de cuidado. Eso no se pudo resolver hasta hoy. Lo visibilizamos en el discurso, pero en la práctica, en la vida cotidiana, seguimos siendo nosotras las que nos dedicamos a eso. Salimos a la cancha pero cuando tenés un pibe, laburás en tu casa, tenés que dedicarte a criar, te sacan de la cancha, del mercado de trabajo formal. Y tenés agujeron en tu cv. En cambio, los varones, tienen carreras ininterrumpidas.

Contame de tu fanatismo por Taylor Swift...

--Me encanta su música, pero además me gusta muchísimo que con su imagen re hegemónica volvió locos a los capitanes de la industria de la música, porque gana más plata que los varones. Y encima frente al chabón que la quiso cagar, que le robó la obra, le robó la autoría, está regrabando toda su obra para quedarse ella, tener derechos y cobrar. Se metió en la discusión de la guita, un terreno en el que a veces las mujeres somos medio tímidas. Ay no, no voy a pedir nada, decimos. Y Taylor Swift tiene este gesto de “Pará, ¿por qué me estás robando?”. Es una ídola.