Heroico 6 puntos
México/Suecia, 2023
Dirección y guion: David Zonana
Duración: 88 minutos
Intérpretes: Santiago Sandoval, Fernando Cuautle, Esteban Caicedo, Isabel Yujdice, Mónica del Carmen, Roberto Ramos, Alejandrina Osorio.
Estreno: Disponible en Prime Video
Formalista y virtuosa en su puesta en escena, Heroico es una película de tesis acerca de una institución controvertida, como lo es el ejército. Un relato construido con la intención de llegar a una conclusión establecida de antemano y con todos los recursos narrativos puestos al servicio de validarla. En este caso, esa conclusión podría ser que las fuerzas armadas, de cualquier país, para cumplir con su labor formadora necesitan primero destruir moralmente a quienes lo integran. Eliminar todo rastro de conciencia individual para someter al cadete a una voluntad ajena y siempre superior. En eso se basa el famoso concepto de la obediencia debida y de eso se trata también Heroico.
A pesar de estar ambientada en México, los hechos que se narran y las acciones que tienen lugar en la película podrían funcionar (casi) como un retrato universal. La máxima de pintar la aldea para pintar el mundo se cumple de manera precisa cuando se trata de las casas militares, cuyas prácticas educativas -las formales y sobre todo las informales- parecen estar normalizadas a nivel global. Al punto de que los abusos físicos, verbales y psicológicos que sufren los cadetes en las academias castrenses son el punto de confluencia de mucho del acervo cinematográfico mundial en torno a la instrucción militar.
El protagonista es Luis, un joven indígena de familia pobre e hijo de un oficial del ejército que los abandono, quien encuentra en la profesión paterna una salida posible para la endeble situación social y económica de su núcleo. El relato avanza sobre los malos tratos que él y sus compañeros reciben, no solo de parte del sargento a cargo sino de los cadetes más avanzados, que replican y perpetúan la cadena de abusos que es la base del régimen educativo marcial. Pero la intención del director David Zonana no es la de exponer un catálogo de escenas que el cine ya mostró de sobra, sino la de meterse en la cabeza de Luis para observar los efectos que esas prácticas producen en el individuo.
Eso justifica el tono pesadillesco de un relato en el que la realidad y lo siniestramente onírico se disuelven, esfumando el límite entre ambas zonas. Esa decisión encuentra un conductor perfecto en ese formalismo virtuoso en el que se percibe con claridad la influencia estética de otro cineasta mexicano, Carlos Reygadas. Zonana elige pegar la cámara a Luis, convirtiendo al espectador en testigo directo no solo de lo que el protagonista debe vivir, sino también de lo que ocurre en su inconsciente. El dispositivo es estéticamente irreprochable, sin embargo los valores políticos e ideológicos que lo sostienen acaban volviéndose demasiado obvios y subrayados. Una impugnación que es válida no solo cuando una película expone argumentos con los que el espectador está en desacuerdo, sino también cuando los comparte.