CON TODOS MENOS CONTIGO 5 puntos

Anyone But You; Estados Unidos, 2023

Dirección: Will Gluck.

Guion: Ilana Wolpert y Will Gluck.

Duración: 103 minutos.

Intérpretes: Sydney Sweeney, Glen Powell, Alexandra Shipp, GaTa, Hadley Robinson, Dermot Mulroney.

Estreno exclusivamente en salas de cine.

Echando mano al viejo truco de rehacer Mucho ruido y pocas nueces con nuevos ropajes, Con todos menos contigo utiliza el evidente atractivo físico de sus protagonistas para intentar una reactualización de la comedia romántica (otra más). No es el único encanto del film de Will Gluck: la historia, que transcurre en gran medida en Sídney y alrededores, ofrece un imparable muestrario de lujos, lujitos y lujazos de clase alta, como solían hacerlo muchas de las comedias clásicas de los años dorados de Hollywood (viajes nocturnos en yates, una mansión de varios pisos, sofisticadas fiestas de casamiento). Pero el principal motor del guion, coescrito por el propio Gluck –el director de Amigos con beneficios, la versión siglo XXI de Annie y las dos entregas de Peter Rabbit– es la atracción-repulsión de Bea y Ben (Sydney Sweeney y Glen Powell), quienes luego de una relación de una única noche que termina en confusión y rechazo vuelven a encontrarse por esas casualidades de la vida. O gracias al destino, que para el caso viene a ser exactamente lo mismo.

El prólogo en los Estados Unidos presenta una de las claves de lo que vendrá –un poco de humor grosero, un toque de slapstick, dardos verbales– cuando Bea conoce a Ben en una cafetería del tipo hipster. Ella se está haciendo pis, la empleada no permite que ingrese al baño por no ser clienta, la cola para comprar es interminable. Pero ahí está Ben, a punto de pagar el pedido, y así ella puede hacer sus necesidades gracias a la cordialidad de un extraño. Que se moje el pantalón y termine secándolo de la manera más inverosímil es parte de su carácter esencial, cierta torpeza heredera de las screwball comedies de antaño. El resto es atracción física, una noche de sexo y unas palabras mal dichas y peor escuchadas que los separa definitivamente... hasta que amigos en común terminan reuniéndolos, en la previa de un viaje a todo trapo hacia la tierra de los canguros para asistir al casorio de la hermana de Bea (con otra chica, cumpliendo así con la cuota de diversidad obligatoria en un film que exuda sudor hétero).

A partir de ese momento, los intentos de volver a juntarlos deviene en un pacto secreto, y Bea y Ben simulan quererse, aunque en el fondo se detesten. Claro que, como reza el viejo dicho, los que se pelean se aman, y entre paseos y preparativos para la fiesta los héroes tal vez terminen juntos, incluso a pesar de la presencia de un ex de ella y otro de él. Es indudable que Sweeney y Powell le ponen ganas al asunto, y es la relativa química entre ambos lo que sostiene las escasas virtudes de Con todos menos contigo. Hay un par de gags que llegan a buen puerto (la expresión “Titanic Me” merece un pequeño aplauso) y otros que pierden efectividad por la ejecución (la grosería anal, por caso), pero más allá de los toques modernos y escatológicos la película es, en el fondo, un manual de conservadurismo sentimental, cuyo horizonte no es otro que el “y comieron perdices”. Excelente trabajo de blanqueamiento dental para todo el elenco, que incluye a veteranos como el australiano Bryan Brown en roles secundarios.