Mauricio Marionsini tiene 33 años y ayer fue imputado por el homicidio de su mamá y la pareja de ella. Es un ex suboficial de Prefectura Naval, que vivía en la planta alta de la misma propiedad, a la que se puede entrar por una escalera en el frente de la vivienda, y que venía teniendo pésima relación con su mamá, con quien sostenían una relación de malos tratos y amenazas, a quien le pedía que venda la casa para poder saldar una deuda. Tamara, de hecho, sospechaba que “algo malo” podía pasar. Hacía poco su hijo la había atacado.

Mauricio usó un cuchillo tipo carnicero con mango blanco y hoja con filo y punta. La atacó en distintas partes del cuerpo, siempre con una única intención: ni amenazar ni asustar, matarla. Después del ataque, dejó a Tamara herida en el almacén y se fue al dormitorio, a pocos pasos del comedor, donde dormía Silvio. Lo apuñaló varias veces, sin llegar a matarlo. Y después, como si no fuera suficiente, volvió a atacar a su mamá a los golpes y cuchillazos. Tamara no falleció en ese momento. Su hijo la arrastró hasta la zona del comedor y volvió a dejarla tirada.

Mientras, Silvio se había arrastrado hasta esa misma habitación. Mariano volvió a apuñalarlo sin poder causarle la muerte. Finalmente, el asesino tomó un elemento y con ciertas maniobras en la zona del rostro y el cuello, logró acabar con ella. Lo mismo hizo con la pareja de su mamá. La autopsia indicaría, unos días después, que Silvio Martini falleció por lesión vascular cervical y pulmonar izquierda grave por arma blanca y Tamara Marionsini falleció por lesión vascular cervical y pulmonares graves por arma blanca.

Después de los asesinatos, Mauricio se robó el dinero del almacén y lo contó arriba de la mesa del comedor. También le robó los celulares a sus víctimas y se fue a su casa a cambiar de ropa. Volvió a lo de su mamá, agarró dos bolsas de nylon negras y llevó el cuerpo de Tamara a la parte de atrás del almacén. A Silvio lo ubicó por encima de una de esas bolsas y lo arrastró cruzando el patio trasero, donde está la pileta, y lo depositó en un cuartito.

Mauricio limpió la sangre de todos los ambientes, puso sábanas y ropa con sangre en el lavarropas y les mandó mensaje a los empleados del almacén desde el celular de Tamara, avisándoles que ese sábado no iba a abrir el negocio. Todo, desde el primer ataque hasta la limpieza y la huída, quedó grabado por cámaras.

Los vecinos sospecharon durante todo el sábado. No vieron ni a Tamara ni a Silvio, ni abrió el almacén. Conociendo los conflictos familiares, llamaron al 911 y a eso de las 18.50 la policía llegó a la casa y encontró los cadáveres. Mauricio se trepó por el tapial y se fugó. Lo encontraron el martes pasado en la zona de la Terminal de Ómnibus.