Desde la campaña electoral venimos escuchando en qué posición se iba a encontrar cada uno con respecto a la famosa motosierra. La mayoría sintió que estaría en el mango, menos pensaron que serían las victimas del filo de la sierra. Con el DNU y la Ley Base, la cosa comienza a ser más clara. Pero algunos día a día alternan, se sienten en el mango o en la sierra.

Algunos industriales que sentían admiración por el libre comercio y la competencia, hoy comienzan a revisar sus costos porque se percatan que el precio de la energía va a estar determinada por el precio internacional. Los automovilistas van descubriendo en sus bolsillos que el litro de nafta se acerca al precio en EEUU de 0,91 dólar por litro. Precio que no considera que el costo local de extracción y transporte es menor en nuestro mercado interno.

Esta contradicción sobre dónde situarse con respecto a la motosierra determina una conducta tóxica de inestabilidad emocional. Desde la psicología, los que saben la caracterizan como un trastorno de codependencia, una forma de adicción, en muchos casos producto de la propia inseguridad.

Es particularmente interesante analizar el comportamiento de la Unión Industrial Argentina, sobre todo cuando se manifiesta públicamente por su apoyo a la reforma que contiene el DNU 70/2023. Por un comunicado, la central fabril anticipo que se presentará bajo la figura de “amicus curiae” en la causa iniciada por la CGT en donde se reclama la suspensión del capítulo laboral del DNU.

Facundo J. Roitman en “¿Cómo es la figura del “Amigo del Tribunal” en el Sistema Jurídico Argentino?” (Palabras de Derecho/2021) lo define como “el Amigo del Tribunal - conocido también como Amicus Curiae- es un instituto jurídico que ha ganado gran presencia en el derecho argentino en particular. La finalidad de la figura es que en determinados procesos judiciales participen terceros ajenos a la causa que puedan ofrecer una opinión basada en argumentos de carácter jurídico, técnico o científico a los fines de ilustrar a los magistrados en cuestiones de trascendencia colectiva e interés general”.

La UIA lo harán con la intención de expresar una opinión de apoyo a la pretendida reforma, entendiendo que es el camino correcto hacia la creación de empleo privado y la reducción de la litigiosidad.

Sin embargo, mantienen su descontento por la suba de retenciones a las exportaciones industriales, como también “cierta” preocupación por el riesgo de apertura indiscriminada de importaciones. ¿Será esta contradicción entre el mango o el filo de motosierra, lo que antes señalamos como conductas toxicas? 

Veamos un marco histórico recordando las palaras del propio presidente de la UIA, Luis Colombo, el 12 de junio de 1933: “hace 34 años, el 26 de julio de 1899, 50.000 obreros, empleados y patrones, convocados por la UIA, desfilaban por las calles de Buenos Aires en imponente manifestación para pedir a los poderes públicos, medidas de defensa para la industria y el trabajo nacional”.

Según Claudio Bellini en Historia de la Industria (2017), “la movilización según el cálculo de La Prensa, estuvo integrada por más de 60.000 personas, tuvo replicas en las ciudades de Tucumán y Mendoza”. Para Inés Rojkind en “La Protesta en la Calle”. Visibilidad de la Cuestión Social en Ciudad del Novecientos (2009)”. La demostración de la UIA fue organizada en respuesta a otra que unas semanas antes habían efectuado los comerciantes importadores para exigir la disminución de los aranceles que gravaban la introducción de artículos extranjeros. El reclamo afectaba directamente los intereses de los fabricantes locales, que se beneficiaban de la protección aduanera y que resolvieron por lo tanto realizar su propio acto.

Veamos el contexto político-social de la época a ver si nos permite, como laboratorio de la historia, ayudarnos a una mejor comprensión del presente.

Hacia mediados de 1873 estalla lo que se conoce como la Crisis de 1873. Es considerada la primera crisis financiera global. Suele identificarse con la crisis bursátil-bancaria de mayo de 1873 en Viena, capital del Imperio Austro-húngaro contagiándose hacia otras plazas bursátiles particularmente Italia, Alemania. Como señala Carlos Marichal en “La Crisis Global de 1873. Consecuencias a corto y mediano plazo en Chile Argentina y Perú” (2023), el desplome se agrava por el colapso de Wall Street en septiembre de 1873. En el caso de Argentina según Marichal, las consecuencias más evidentes fueron la presión de los grandes terratenientes a exigir una baja en los impuestos sobre las exportaciones de cueros y sobre todo de lanas, como asimismo que sectores industriales plantearan políticas proteccionistas, especialmente las enmarcadas en la Ley de Aduanas de 1876. En el marco del debate de esa ley, surgen las primeras voces del movimiento proteccionista en la figura de Vicente F. López, quien junto a Miguel Cané entre otros van a plantear una feroz crítica a libre cambio. Al decir de José Chiaramonte  en Nacionalismo y Liberalismo Económicos en Argentina, “consideran al proteccionismo como una etapa necesaria al considerar a la industria como naciente".

Dice Miguel Cané: “se debe ser proteccionista para ir luego del libre cambio, y feliz el día para nuestro país que pueda decir como Suecia, Australia, ábranse las aduanas. Será porque la protección ha brindado sus frutos”. A similares conclusiones habría llegado Ulysess Grant, Presidente de EEUU entre 1868 y1876, cuando en referencia a los cuestionamientos de Inglaterra al proteccionismo de EEUU dijo ese país "durante siglos confió en las medidas de protección, las llevó al extremo y obtuvo resultados satisfactorios. No cabe duda de que a ese sistema debe su fortaleza actual. Tras dos siglos, Inglaterra ha encontrado conveniente adoptar el libre comercio porque la protección ya no tiene nada que ofrecerle. Muy bien caballeros, mí conocimiento de nuestro país me lleva a pensar que en un par de siglos cuando América haya obtenido todo lo posible de la protección adoptara el libre comercio”. Grant tenía razón EEUU hoy sigue siendo un país proteccionista y defensor de su desarrollo industrial más allá de los vaivenes en su historia económica.

En nuestro país, estas iniciativas industrialistas se fueron malogrando hacia finales del siglo XIX, y por sobre todo los sectores industriales fueron férreos opositores a todo intento de mejoras laborales (oposición a Bialet Massé, Ley de Residencia, etc.). Sin comprender que el estímulo a los trabajadores y el desarrollo del mercado interno, eran el paso insoslayable para desarrollar un país industrial.

Ojala la UIA como otros sectores industriales, se reconcilie con su pasado histórico y en vez de guiarse por “motivos ideológicos” se guíe por sus balances.

Así debería aceptar que sus años de mayor rentabilidad fueron con pleno empleo, salarios dignos y protección sindical. Señores de la UIA, es junto a los trabajadores y no contra ellos donde se decidirá su destino. De lo contrario más de una industria sentirá que la motosierra los cortara sin piedad. Veremos persianas cerradas, porque como dijo el Presidente Milei “el que no pueda competir, que cierre".

El capital instalado, bien gracias. Los trabajadores, que esperen la lluvia de inversiones…