Portada del nuevo disco de Los Besos

Roma no se hizo en un día; el sonido, tampoco. Se lo dijo León Spierer, por entonces concertino de la Filarmónica de Berlín, al periodista Federico Monjeau en 1998, durante una visita a Buenos Aires. La cita se lee en Notas de paso, editado en 2023 por Fondo de Cultura Económica. El libro, un compilado póstumo de los artículos de Monjeau, contiene ideas que se mantienen vigentes. Tanto, que hoy Paula Trama podría repetir la frase de Spierer para hablar de Nadie duerma, el nuevo disco de su banda, Los Besos. Un álbum que surgió de a poco, luego de pensar, probar, decidir y descartar. Alguien dirá que ése es un trabajo creativo de lo más común. No en el caso de este grupo acostumbrado a grabar canciones como si se las sacara de encima. El resultado es auspicioso, de lo mejor de su discografía. También es su disco más largo.

“¿Le tomaste los minutos?”, pregunta Paula, mientras se acomoda en un sillón de su departamento de Colegiales, a pocas cuadras de la avenida Federico Lacroze. El sol y una brisa agradable dominan esta tarde de enero. La luz que ingresa en el living hace que los ojos de Paula vayan y vuelvan del gris al verde y del verde al gris, según para qué lado mire esta licenciada en Letras, docente, poeta, multiinstrumentista, cantante y compositora nacida en Temperley en 1982.

Vecina de la estación de Banfield durante mucho tiempo, Paula Trama se mudó a Capital en el 2000 para cursar el CBC. Pero a pesar de todos los años vividos hasta entonces, pareciera haberse encontrado a sí misma recién en 2008, cuando empezó a escribir sus propias canciones. “Antes de eso no existía”, dice.

Paula tiene un nuevo espejo en donde mirarse. Nadie duerma es el quinto disco de Los Besos, la banda que fundó en 2011. El sexto, si se cuentan los dos EP sin título publicados en 2012. Nadie duerma tiene diez canciones y dura 38 minutos. Es más extenso que su antecesor, Matemática sentimental, de 2019, que trae nueve temas y dura 25. Y bastante más que Helados verdes (2017), uno de los picos del grupo, cuyas seis canciones apenas superan el cuarto de hora. Otro de sus trabajos, el fundamental Copia viva (2018), también tiene diez temas, pero sólo alcanza los 27 minutos.

Paula dice que la extensión de Nadie duerma tiene sentido. Hay, por primera vez, canciones que superan los cuatro minutos. Es, para su autora, el disco “que deriva más por dentro” del grupo.Las canciones de Los Besos venían con una dirección bastante concisa: tiene una energía, empieza y termina. Parece que dijera todo lo que tiene para decir. Hay algo de la palabra que dirige esa energía y la música es la ola que la palabra va surfeando. Y en este último disco aparece algo que musicalmente es bastante novedoso y que tiene que ver con esto que te digo de la deriva: la palabra por momentos se pierde y aparecen zonas más paisajísticas, musicales. Siento que esa energía más solar, matutina, sintética, se transformó”.

–¿En qué?

–En varias cosas, porque los temas son muy diversos entre sí. Pero en una cosa un poquito más fractal. Esa deriva es justamente la multiplicación de las maneras de contar, de las maneras de expresar. Hay algo más taciturno también en eso, más sombrío por momentos, que creo que tiene mucho que ver con una esencia dramática o, si querés, hasta trágica, que tuvo que ver con la pandemia, que fue como un reset de las maneras de vivir y de las perspectivas de futuro.

Paula Trama (Foto: Maru Rasdolsky)

POP, MÚSICA DURA

Con una exploración musical que los coloca en un lado más sombrío y con letras que por momentos se asemejan a un intento de reflote después de una paliza, Los Besos vuelven a sintonizar con el tiempo que les toca vivir. Esta vez desde el lado de los desesperados que contemplan el avance del desquicio. “Maldita tristeza/ No me hundirás”, canta Paula junto a Barbi Recanati, una de las dos invitadas del disco, en “Un preámbulo”, uno de los mejores momentos.

La banda se mantiene al lado de las ideas que hace un lustro generaron la revolución feminista, pero parece haber despertado del sueño de un posible cambio. Es consciente de que la esperanza por ahora naufraga en un mar de individualismo. “No entendí tu voz”, dice la letra de “No vale”, y ya no se sabe si Paula le habla a una persona concreta o a toda la sociedad que le dio la espalda al progresismo. Para ella, la pandemia y el aislamiento que generó fueron algunas de las causas principales de nuestro presente. “Todo esto que está pasando es porque pasó eso”, dice.

En los primeros discos de Los Besos, Paula, autora y compositora de todas las canciones de la banda, construyó un mundo pop poético con algunas de las letras más interesantes del período pre aborto legal. “Voy envuelta en tejidos baratos/ Entre cientas de rambos vedettes/ Es global este fuego que ves”, cantó en “El dron”, de Copia viva. Fue capaz de ofrecer una lírica potente sin necesidad de caer en el panfleto. Al mismo tiempo, junto a sus compañeros de grupo, logró que Los Besos se destacara en el pelotón de bandas del indie. Entre otras cosas, por no parecerse demasiado a ellas. Impulsada por sonidos acústicos, vientos jazzeros y melodías de sintetizadores, Los Besos alcanzó una personalidad propia que la posicionó de inmediato en la escena actual.

Con el tiempo, Los Besos fueron puliendo y ampliando su sonido. Paula encontró una manera de cantar y hasta la guitarra acústica, un instrumento en el que se sostienen varios de los clásicos de la banda, hoy pareciera haber dejado de ser un instrumento imprescindible. Algunos temas del nuevo disco no tienen guitarras y casi la mitad fueron compuestos en un sintetizador que a Paula le gusta usar en la cama. Pero el grupo todavía conserva la esencia que cautivó a sus fans, pese a que los dos singles que sacaron en pandemia, “Modo avión” y “En la arena”, parecían anunciar un vuelco total al synth pop. Nadie duerma los devuelve a la senda anterior pero varios kilómetros más adelante.

Como dice Julian Cope en su libro Japrocksampler, “la mayoría de los rockeros que valen la pena se alimentan de fuentes muy dispares con el fin de activar el espíritu primigenio que habita en su interior”. Paula Trama es un ejemplo de eso, aunque definirla como “rockera” sea ofrecer una descripción que le queda corta, más allá de que se mueva dentro de los parámetros del género. Proviene y apunta a la canción popular. Sus influencias pueden ir de la ópera a la bossa nova, de Rosario Bléfari al bolero, de la canción italiana a Francisco Bochatón, con una fuerte carga ideológica y una inmanente base literaria.

El nuevo disco, lanzado a mediados de diciembre como una respuesta musical a la nueva realidad libertaria argentina, respeta esa construcción heterogénea. Se inspira en la ópera Turandot, cita a Jobim. Tiene canciones irresistibles para el fan de la primera época, como “El cielo” o “Vuela mariposa”. Baladas sensuales como “Bou Bou”, links con Babasonicos (“Nadie duerma”) y letras en las que las palabras son un elemento sonoro más, algo que parece venir de la faceta poética de Paula, autora de libros como Señora Fantasía y Canción, contá conmigo. En “Pésima idea”, Santiago Motorizado aparece como un invitado tardío que llega cuando el tema ya parecía haberse definido. Esto es algo que tienen varias canciones del álbum. Terceras partes que antes no existían en el abanico del grupo.

Los Besos durante la grabación de Nadie duerma (Foto: Maru Rasdolsky)

OTRO RITMO, OTRAS IDEAS

La grabación de Nadie duerma se extendió durante casi toda la primera mitad del 2023. Fue algo inédito para la banda, que en sus experiencias anteriores no había contado con tanto tiempo. En general, el grupo entraba al estudio con el repertorio ensayado y el reloj por encima de cualquier pretensión. Así pasaron procesos como el de Copia viva, grabadodurante una semana en El Calafate, en jornadas intensas que buscaban aprovechar al máximo las horas disponibles. O el de Helados verdes, que contó con una “pretemporada” de un fin de semana en Villa Gesell para llegar a punto. Esa vez hubo que sumar la costumbre de Paula de anunciar una canción nueva a último momento. “Hice este tema, ¿lo tocamos?”, les dijo a sus compañeros, mientras mostraba “Pasito espectacular”. Se pasaron los tres días ensayándolo.

La diferencia en Nadie duerma fue El Precioso, el estudio y sala de ensayo que la banda utiliza desde que se levantaron las restricciones de la pandemia. Contar con un lugar propio cambió todo el panorama creativo de Los Besos.“Un estudio caro es como un taxi. Tenés que meter la toma ya porque pasa el tiempo y es guita”, dice Sebastián Rey, bajista de la banda, que además es licenciado en musicoterapia y docente. “Entonces, haber estado re tranquis en nuestro estudio nos hizo llegar a otros lugares, a otras maneras de grabar”.

Sebastián, como la mayoría de los integrantes de Los Besos, nació en la primera mitad de los 80. Quizás por eso, por un gusto generacional, celebra los encuentros cara a cara. Está convencido de que una banda, para sonar distinto, tiene que juntarse a charlar y a comer mucho. “Compartir, conocernos, saber cómo andamos, cómo estamos de amores, de familia, de cosas de la vida, hacen que la música después suene mejor y nos sintamos mejor entre nosotres”, dice. “Acá en el estudio hay una cocina re copada, así que para la grabeta armamos un esquema de quién cocinaba cada día. Hicimos nuestro propio catering rico, saludable y nutritivo”.

Durante la grabación de Nadie duerma, El Precioso se llenó de música, ingredientes y condimentos. Por sus instalaciones pasaron berenjenas chinas con arroz, hamburguesas de lentejas, pinchos y ensaladas griegas, hummus, falafel, pastas de porotos, fideos con pesto, y otros menúes más seductores que la habitual dieta rockera de pizzas y empanadas.

Paula Trama en el estudio (Foto: Maru Rasdolsky)

MAGNETIZADA

En una de las primeras jornadas de grabación, a mediados de febrero, todo el staff de Los Besos se quedó con la boca abierta. Ese día, mientras la banda trabajaba en la percusión de algunas canciones, Rosa Nolly, la saxofonista, preparó un sushi extraordinario. Para Paula probablemente haya sido otra prueba de su acierto al invitarla a formar parte del grupo. Rosa es la integrante más nueva. Se sumó a Los Besos en 2022. El debut fue en un show en el Teatro El Nacional a fines de ese año. Su ingreso fue uno de los primeros pasos para consolidar la amplitud musical que se escucha en Nadie duerma.

Paula y Rosa se habían conocido en octubre de 2021, durante los preparativos para Me nació este amor, un concierto realizado en el CCK el 5 de marzo de 2022. Paula convocó a Rosa a compartir la dirección musical de ese espectáculo que celebró el Día de la Visibilidad Lésbica y estuvo conformado por “un repertorio de canciones de amor, desamor, deseo y activismo”, que contó con la participación de Lucy Patané, Paula Maffía, Javiera Mena, Marilina Bertoldi y muchas otras artistas. “Le pregunté a Paula cómo me había conocido, y lo más lindo fue que había escuchado algún arreglo que yo había hecho. Alguna canción, algo que tenía saxo que le había, en sus palabras, magnetizado”, cuenta Rosa, licenciada en composición, diseñadora de sonido y arregladora. “Pegamos mucha onda inmediatamente”.

Para las ideas que Paula venía desarrollando, la aparición de la nueva integrante fue la solución perfecta. “Previo al ingreso de Rosa me compré un saxo tenor y empecé a laburar arreglos”, cuenta, mientras reconoce tener una “obsesión” con ese instrumento. “Un par de veces llevé el saxo al ensayo, pero era muy limitada mi capacidad de meterme ahí, en el medio de la nave. Se me ocurrió que eso podía ser tocado por alguien que la tuviera clarísima. Entonces dije listo, le pregunto a Rosa”. Y Rosa encajó como un guante hecho a medida. Se sumó a la línea de vientos que hasta entonces sólo ocupaba el trompetista y corista Víctor Rallis y le dio otro vuelo a la banda. Un aporte que suena natural, como si Los Besos la hubieran esperado desde el primer disco.

“Con Los Besos me pasa algo que no me pasó jamás en toda mi vida, que es sentir que había una especie de un rompecabezas que de repente se movía y yo aparecía flotando”, cuenta la saxofonista. “Soplaba una nota y esa nota estaba ya integrándose y no tenía que estar luchando con cincuenta amplificadores ni con un montón de otras cosas que están ocupando ese espacio. Nos veíamos las caras con Pau en los primeros ensayos y a veces tenía que dejar de tocar porque sonreía todo el tiempo. Fue muy mágico eso para mí. Sentirte tan a gusto con las personas con las que estás trabajando, mostrarles cómo sonás, que tomen decisiones y te pidan ir hacia tal o cual sonido. Una cosa muy personal, muy íntima que se compartió y que está. Está mi saxo pero siendo con los demás”.

Los Besos (Foto: Maru Rasdolsky)

SIN RED

Para el público desprevenido, Los Besos son siete: Paula, Sebastián, Víctor, Rosa, el baterista Ariel Chisleanschi y los tecladistas Pablo Berardi y Federico Fragalá. La realidad interna del grupo es diferente. Para Sebastián son, al menos, diez: sumando músicos, la mánager Pame Catalina, asistentes y más. Pero si hay que redondear una lista oficial, la que la propia banda difunde, Los Besos son ocho. Y ahí aparece Dante Frágola, el octavo pasajero.

Trabaja con la banda desde 2016, poco después de la salida de “el disco de la servilleta”, como le dice al primer álbum del grupo, Un disco de Los Besos, publicado ese año. Es el sonidista y productor. Puede entender cuando Paula, en medio del armado de una canción, dice cosas como “esto se parece a una nube y necesitamos que sea un pétalo”. Su aporte se volvió tan importante que poco a poco fue considerado uno más, aunque no sale en las fotos del grupo ni sube a los escenarios. “Yo no curto tanto las redes y esas cosas. No tengo aprecio por ese tipo de exposición, entonces me parece bien”, dice, en un parate de su trabajo en El Precioso, ubicado en Boedo.

Para Dante, en la producción de un disco se toman una o dos grandes decisiones. En Nadie duerma, una de ellas fue no usar clic, una manera de no encorsetar tanto a la banda. “Hay una cuestión de subordinación creativa, en algún punto. Todos los discos anteriores laburamos haciendo las tomas de la base siguiendo un metrónomo y tomando el tempo de la canción como una cosa estática, lo cual presenta varios desafíos. Requiere un entrenamiento poder tocar con un clic y no correrse. Eso también permite muchas cuestiones a nivel posproducción, pero también ocurre que la canción se pone un poco más estática. No usar clic, de alguna manera, incorpora la dimensión del tempo como un campo de expresión. Se lo propuse a la banda y ellos se re coparon”, cuenta Dante, que nació en 1986 y principios de los 2000 seguía a bandas del circuito punk como Cadena Perpetua, 2 Minutos, Flema y Superuva.

Por esos años, Dante cumplió un sueño rockero al tocar en Cemento con su banda Nadie Quiere a Milhouse, un grupo de punk pop melódico. Hoy, convertido en técnico de grabación, ya participó en la elaboración de más de cien discos. Entre ellos, el que hizo junto al rapero de orígen guaraní Toche To. El disco se llama Plata Yvyguy y Dante lo firma como Danzi, su alter ego urbano. Pero ni siquiera ahí se muestra. En la portada, el único que pone la cara es Toche. Dante sale con una máscara.

La otra gran decisión que se tomó en Nadie duerma fue la de correrse de la economía de la canción y apostar por la musicalidad que Paula mencionaba sentada en su sillón. “Hay varias canciones que tienen momentos instrumentales largos. Inclusive más largos que las partes no instrumentales. Hubo un momento en la preproducción donde se habilitó eso como posibilidad. Hagamos un tema que dure cinco minutos y medio y las partes cantadas sean dos minutos. Fue algo recontra novedoso de este disco”, dice Dante. La propuesta ayudó a que las canciones fueran abordadas de manera colectiva por primera vez. Dice Paula: “En ese trabajo de tener la estructura y el tiempo aparecen búsquedas que tienen más que ver con la banda. Con estar ahí, arreglando los temas, y que no sea como era antes: llevar el tema y montarnos todos”.

Para Pablo Berardi, Nadie duerma cambió el sonido de la banda. “Los discos anteriores eran un poco más orgánicos. No se pensaba tanto en lo que se estaba haciendo. Tenían, también, una cosa de urgencia. De ir a vestir los temas, grabar y seguir tocando en vivo. Éste nos puso en un lugar distinto”, dice. “Siento que este disco es un poco más adulto, de alguna manera. Los anteriores son más luminosos y a éste lo asocio más con Sade, ese tipo de climas más elegantes y nocturnos. Si bien hay otros temas que por ahí tienen una cosa más tradicional de Los Besos, en general creo que lo que trae este disco es estar parados desde un lugar de más experiencia y de menos inocencia”, sigue.

Portada de la edición física de Nadie duerma, un libro como Copia viva

Según Federico Fragalá, el disco va a obligar a cambiar la dinámica de los recitales de la banda. “Hay un montón de percusión en varios temas, hay varias capas de teclados. Cosas que en vivo los siete no las podemos llevar a cabo. Me parece que en la presentación del disco ya estaremos nueve personas arriba del escenario”, dice. Si bien ya hay algunas fecha confirmadas (el 24 de febrero en el Festival Buena Vibra), la presentación oficial de Nadie duerma será recién en abril, cuando las canciones hayan tenido un buen recorrido y cuando el libro del disco, que se publicará durante febrero, haya sido leído por los fans.

Este lanzamiento será el segundo libro de la banda. El primero fue el de Copia viva. En este volumen hay, además de los cifrados para tocar las canciones, un diario de grabación escrito por Paula y apuntes de todos los integrantes del grupo. Más de 120 páginas, un nuevo manual para entender esta novela. “La vigilia no es sólo un síntoma de los momentos de mayor intensidad emocional, es también un llamado”, escribió Paula en una de las entradas del diario. Allí también pide no abandonar en momentos de zozobra. No capitular ante un deseo común. Dejar hasta la última chispa de lucidez para que el “amor al amor” venza en cuanto el sol vuelva a asomar.