Largas filas para subir al colectivo, esperas de una hora y unidades deterioradas y llenas de gente, así están viajando este enero los vecinos de la zona Oeste del Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires. El mal estado de la gran mayoría de las unidades, y la demora en las paradas de cada ramal, donde se llega a esperar hasta cerca de una hora entre un colectivo y el siguiente, son el motivo principal de las quejas de los pasajeros que utilizan el transporte público. Un sondeo entre distintos usuarios arrojó una caída general en la frecuencia del transporte este enero.

“El año pasado andaban más colectivos, ahora parece como si todos los días fueran feriados”, dijo Hernán Acosta, sentado al inicio de la primera de tres filas que esperan al colectivo 88, en Plaza Once. “Para viajar bien tenés que irte hasta donde sale el bondi, hacer las tres filas y después salir, porque si no más adelante no te paran”, agregó. Acosta viaja todos los días, ida y vuelta, de Moreno a CABA, suele tomar las líneas 218, 88, 86 y dijo que “para llegar a las siete de la mañana al laburo”, tiene que salir a las cuatro y media de su casa. “Hay veces que estoy esperando una hora a que llegue el colectivo y aunque salga a tiempo, igual me puede pasar que llego tarde”, afirmó, y agregó: “Viajar todos los días temprano y que el colectivo no venga o que pase lleno es terrible”.

“A partir de las seis de la tarde muchos colectivos específicos acortan su tramo y la mayoría reduce su frecuencia. Encontrar un colectivo que te lleve después de esa hora es básicamente una lotería”, denunció por su parte Ignacio Ferretty, vecino de La Matanza. Él suele viajar en el 2, 113, 55 y 88 para ir y volver de Capital y si no tomar 378, 298 y 406 para ir a San Justo o Ramos Mejía. Así, advirtió que todas las líneas, “tanto nacionales como provinciales y municipales”, redujeron su servicio “drásticamente en enero". “En al menos un 50%”, resaltó.

Ferretty trabaja en una pyme por La Matanza y dijo que la situación generó muchas complicaciones con el presentismo: “Yo puedo llegar caminando, pero varios de mis compañeros tuvieron problemas para llegar a tiempo a causa de la frecuencia reducida”. Asimismo, se refirió a la situación de los colectiveros: “Se los ve genuinamente más estresados y propensos al roce con la gente. Este mes vi mucha más gente teniendo problemas con los choferes y colectivos que no paran”.

En ese sentido, Elizabeth Alberti, enfermera oriunda de Merlo, dijo: “La mayoría de los trabajadores dependemos de que funcione bien el servicio y si te joden con ese tema se vuelve imposible. Te arruinan la asistencia y con eso el presentismo, que es parte del sueldo”.

Milagros Ferretty es la hermana de Ignacio. Ella, como estudiante, viaja todos los días en las líneas de NISA, 620 y 382, en el 406 y el 298 y en Almafuerte. “Lo que noto es que no solo llegan con demora, vienen llenos y no te paran, sino que los colectivos están en un estado deplorable. He viajado en colectivos con los asientos completamente rotos”, contó y resaltó: “Después de lo que pasó con el asesinato de Daniel Barrientos (el colectivero asesinado en abril de 2023), dijeron que iban a poner cámaras y mejorar las unidades, pero nunca lo hicieron”.

En las zonas transitadas, donde pasan varios ramales, la situación no se muestra distinta. “Yo vivo en Lomas del Mirador en una zona transitada, donde anda mucha gente, pero los colectivos igualmente no llegan. Además tengo amigas que viven por Laferrere, Rafael Castillo y Virrey del Pino que me cuentan exactamente lo mismo”, dijo Milagros. “Por la noche la frecuencia baja muchísimo, ya a las siete de la tarde dejan de pasar o pasan cada una hora mínimo. Al 406 lo he llegado a esperar una hora y media y nunca llegó”, completó.

Los pasajeros que continúan asistiendo a trabajar todas las mañana se encuentran esperando los colectivos una hora para ir y haciendo tres filas para subir al que los lleva de vuelta a las casas. Ese es el caso de Marianela Romero, empleada del Conicet. “Yo soy de Hurlingham pero bajo en Morón y viajo todos los días a trabajar a Facultad de Medicina --contó Romero--. Desde el primero de enero se empezó a notar la reducción en el servicio de zona oeste. Volvimos de las fiestas y todo demoraba más”.

“Generalmente mi colectivo, el 320, de la Empresa del Oeste, que me acerca al barrio, venía con una frecuencia de quince minutos, como mucho veinte, y ahora no, este mes he esperado hasta cuarenta minutos”, alertó Romero antes de pasar por los molinetes que llevan al tren Sarmiento, y agregó: “Yo me tomo dos bondis y un tren todos los días, esa demora hace que volver a casa del laburo se haga larguísimo”.

En Plaza Once, específicamente al final de la segunda fila de personas que esperan el colectivo 88, Victoria Martínez esperaba para volver a su casa. Ella es maestranza en limpieza y viaja todos los días a Capital desde La Matanza. “Yo creí que en enero íbamos a viajar un poco mejor, como no hay clases y los chicos están de vacaciones pensé que iba a haber mucha menos gente, pero no. Al haber pocos colectivos vienen super llenos”, dijo. Además contó que para llegar al trabajo a las siete, de su casa tiene que salir a las cinco de la mañana: “Mínimo tengo que calcular entre 30 y 45 minutos de espera”.

Alejandra y Miguel Pérez estaban en la estación de tren de Once con sus dos hijas alzadas ya en plan de volver a su casa en Moreno. Él es pintor y ella ama de casa. Ambos advirtieron la diferencia entre los colectivos que entran a CABA y los que se mantienen por la zona donde viven, no solo en el ritmo del servicio sino que en el estado de las unidades. Cuando viajan por Moreno, contaron que se manejan con los colectivos de la empresa La Perlita y denunciaron que “tardan mucho, en hora pico siempre van llenos y pasan cada treinta o cuarenta minutos”. “Ahora estamos calculando media hora de espera mínimo”, dijo Alejandra. 

Durante todo enero se han visto problemas con el transporte público, desde la quita de subsidios y el aumento de tarifas, hasta los paros a nivel federal por la falta de pago a los trabajadores, como fue el caso en Mar del Plata, Bariloche, Jujuy y parte del AMBA. Las empresas y el Gobierno dicen que la situación se estabilizó, pero los vecinos advierten que el servicio sigue funcionando mal y continúan teniendo dificultades para viajar.

Informe: Lucía Bernstein Alfonsín