Varios países suspendieron este sábado su financiación a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), mientras se investiga el supuesto vínculo de algunos de sus miembros con el ataque terrorista del grupo islamista Hamas contra suelo israelí el 7 de octubre.
Canadá, Reino Unido, Italia, Australia y Finlandia se sumaron a la decisión que tomó el día anterior el Gobierno de EE.UU. luego de que la agencia de la ONU, clave para la supervivencia de los 1,9 millones de desplazados que produjo hasta ahora la guerra en la Franja de Gaza, anunciara que está investigando las acusaciones de las autoridades israelíes contra varios de sus empleados, a los cuales despidió.
Agradecimiento israelí
Israel agradeció a los países que tomaron la medida. "Hago un llamado a que más naciones se unan. Los vínculos de UNRWA con Hamas, la provisión de refugio a terroristas y la perpetuación de su gobierno son innegables. Los dirigentes del organismo de la ONU deben ser destituidos e investigados exhaustivamente", indicó el ministro israelí de Exteriores, Yisrael Katz, en un comunicado. "Llevamos años advirtiendo: la UNRWA perpetúa la cuestión de los refugiados, obstruye la paz y sirve como brazo civil de Hamas en Gaza", agregó el funcionario, al subrayar que trabajará para promover una política que garantice que la UNRWA no sea parte del funcionamiento en la Franja una vez concluido el conflicto.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) que gobierna partes reducidas de Cisjordania, criticó que estos países suspendieran la financiación antes de concluir la investigación y exigió que den marcha atrás con la decisión. "Cualquier falta por parte de algunos de los empleados de la UNRWA no refleja su política, las directivas e instrucciones de sus funcionarios, ni la credibilidad del trabajo al servicio de los refugiados palestinos", argumentó el Ministerio de Exteriores palestino para dar cuenta que, aún si se confirma que algunos trabajadores cooperaron con Hamas, no se debe perjudicar a la organización ni a sus misiones humanitarias.
Hamas negó que personal de la ONU colabore con sus acciones milicianas. "Condenamos enérgicamente la campaña de incitación lanzada por la entidad criminal sionista contra las instituciones internacionales que contribuyen al alivio de nuestro pueblo, que está siendo sometido al genocidio nazi", indicó el grupo islamista en un comunicado. "Hacemos un llamado a Naciones Unidas y a las instituciones internacionales para que no cedan ante las amenazas y los chantajes de esta entidad nazi rebelde, que busca cortar todos los medios de vida para nuestro pueblo", añadió.
El avance israelí
En el frente de batalla el Ejército de Israel profundizó su ofensiva focalizada en el sur del territorio palestino, aunque el día anterior la Corte Internacional de Justicia (CIJ) le ordenara evitar un genocidio. Entre los ataques, un avión eliminó en la ciudad de Jan Yunis a tres milicianos que enterraban artefactos explosivos, mientras que las tropas terrestres destruyeron un depósito con municiones y armas en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con palestinos.
Según la cartera de sanidad gazatí, la cifra de muertos propios subió a 26.257 y a 64.797 los heridos, la mayoría mujeres y niños. También informó que 150 cadáveres fueron enterrados en el patio del hospital Naser, el más importante del sur de la Franja, en medio del asedio que mantiene desde hace días el Ejército israelí, pese a que el centro médico alberga a miles de civiles, tanto pacientes como doctores y desplazados. Otros 30 cuerpos no pudieron ser identificados en la morgue del establecimiento.
El viernes, el Ejército israelí indicó que opera --"de manera precisa"-- en los principales hospitales de Jan Yunis, el Nasser y Al Amal, argumentando que los milicianos están en su interior. El servicio de emergencia de la Media Luna Roja Palestina negó este sábado que su hospital, Al Amal, albergue a hombres armados, y denunció que está rodeado por tropas israelíes hace un mes y asediado hace seis días, a pesar de que ahí se refugian unos 7.000 desplazados.
"Ningún lugar seguro"
Ya pasaron más de tres meses desde el inicio de la guerra y los desplazados siguen llegando al sur del enclave a pie, en carretas o amontonados en camionetas. Los vehículos funcionan con diésel ante la escasez de gasolina. Decenas de vendedores ambulantes tratan de hacerse paso entre la multitud con sus mercancías bajo los brazos. Venden los pocos productos de primera necesidad que entraron a Gaza, pero al doble del precio normal, sobre todo conservas, colchones, cobijas y tiendas de campaña. Un paquete de papas fritas cuesta ocho séqueles (dos dólares), ocho veces más que antes de la guerra.
Mientras tanto, bajo las lluvias y heladas del invierno, miles de familias con niños y ancianos viven en carpas plásticas a la intemperie en medio del brote de epidemias y el colapso de los hospitales, además de la escasez de agua potable, alimentos, medicinas y electricidad. "No hay ningún lugar seguro en la Franja de Gaza. Todo lo que se dice es falso", afirmó Mohamed Al Chaer. "Lo que está ocurriendo no tiene sentido. ¡Que abran los puntos de paso para que nos podamos ir! Ya no queda nada en Gaza: no hay escuelas, ni educación ni productos de primera necesidad", agregó Hind Ahmed, de 29 años.