Hay un dato de impacto que refleja mejor que cualquier tecnicismo académico lo que pasa hoy con los precios y la actividad en Argentina. Un ceo que tiene supermercados en todo el país contó a PáginaI12 que, desde que asumió Javier Milei la presidencia y liberó precios, se desplomó 30 puntos lo que se denomina “venta de frontera”. Traducido: los extranjeros que hace un mes cruzaban a comprar aceite, harina, alimentos y hasta combustibles en comercios instalados en la zona lindante con Paraguay, Bolivia, Brasil y Uruguay, volvieron a comprar en sus países de origen, donde los precios —hace muy poco tiempo— eran ampliamente mayores que en Argentina. El efecto, además, es que los supermercados de la zona perdieron su incremental de ventas, porque además les cayó la demanda interna.
El ejemplo, de color, es sólo uno de los tantos que muestran que la ilusión ideológica del presidente de la Nación de un mercado libre y auto-regulado y una recesión que termine bajando precios, no sólo no está ocurriendo, sino que se está produciendo en el siguiente escenario: derrumbes históricos en las ventas con empresas proveedoras que mandan de a dos listas de aumentos semanales y que venden, dicho por los comercios, hasta un 40 por ciento más caros los productos que en el exterior.
Esto último se observa, a diferencia de lo que pasaba bajo la gestión del gobierno anterior, en las empresas multinacionales, que siguen remarcando mientras las nacionales se moderaron. Lo notable es que varios ceos que visitaron a funcionarios en las últimas semanas y hasta se reunieron con el ministro de Economía, Luis Caputo, se sorprenden cuando el propio Gobierno en ningún momento les pone el menor límite a las subas.
Niveles récord de caída
Fuentes de la industria no comestible, de bienes durable y fabriles, esperan para este mes una caída en las ventas de, por lo menos, 60 por ciento. Buena parte de eso lo explicará el derrumbe en la industria convencional y, sobre todo, el desplome de la actividad de la construcción, que se abastece de insumos industriales. Con el Gobierno Nacional cerrando la obra pública, desde diciembre este sector no sólo cae, sino que despide personal mensualmente.
Hace unos días, en una reunión en la Cámara Argentina de la Construcción, la mexicana Coppel, que vende electrónica, textiles y otros bienes, avisó que sus ventas cayeron 55 por ciento en diciembre en electro. Y que enero viene peor. Lo propio hizo un gigante nacional de la venta de electro. En ese mismo encuentro, varios adelantaron que se vienen despidos y que muchos ya tomaron la decisión, como es costumbre en las empresas, cuando Milei avisó en 2023 que lo que se venía era un proceso de estanflación. Hoy, ese escenario sería benigno ante los números actuales y futuros. Las empresas que hablaron con este diario admitieron, de todos modos, que lo peor se verá en marzo.
En este contexto, el dato más preocupante lo pone el consumo básico, el de alimentos, bebidas y bienes de primera necesidad. Este diario accedió a cifras de las primeras dos semanas de enero, correspondientes al conjunto de grandes supermercados. Si se observa el volumen de ventas por semana, en la primera se desplomaron un 19 por ciento en unidades, y en la segunda algo cercano a los 6 puntos. Hasta hoy, los super observan una caída promedio del 15 por ciento. Y esto pasa en todo el país: esos mismos datos muestran que en CABA las ventas en enero caen 12 por ciento, en el NOA un 16 por ciento, en Córdoba y zona núcleo un 12 por ciento, mientras que el retroceso en Cuyo llega ya a 14 puntos. En el Litoral sur, zona Corrientes y Entre Ríos, hay 8 puntos de caída en las ventas en unidades; mientras que en el Norte la baja es mayor, de 16 puntos.
Si se lo observa por rubros, en tanto, la venta de electro en supermercados lleva caída interanual de un 40 por ciento en lo que va de enero, en Almacén la baja es del 12, en productos frescos de un 10 por ciento, textiles pierde un 14 por ciento.
Y siguen vendiendo caro
Un alto dirigente papelero de la Unión Industrial (UIA), entidad que elaboró vía sus abogados la Reforma Laboral de Milei, y que expresa su total apoyo, le contó a uno de sus pares hace unos días que Dow Chemical les vende el polietileno a 3 dólares a todas las industrias del país, producto que en el exterior ofrece a 1,9 dólares. Dow es la que produce casi la totalidad del polietileno y su insumo explica buena parte de otros precios finales, como el de los envases de alimentos y limpieza. Un dato: el 80 por ciento del valor final de una botella de lavandina es el envase plástico, que se produce con lo que vende Dow.
Cuando se enteraron en el Gobierno, de un dato que no es nuevo, en la Secretaría de Comercio que conduce Pablo Lavigne alguien propuso abrirles las importaciones. Pero el problema es que no hay dólares y el Gobierno tampoco tiene como objetivo negociar ningún tipo de precio con las empresas.
El corrimiento del Estado de la pulseada por los precios —al fin y al cabo, correrse de la puja distributiva— es una orden de Milei a sus funcionarios. Por eso nadie reacciona lo que ocurre: desde que asumió y hasta ayer, Coca Cola, Nestlé y Unilever vienen mandando listas con suba del 10 al 20 por ciento todos los meses, y algunas por semana.
Pasta dental a 9.000 pesos
El dato que más llamó la atención a los supermercadistas en los últimos días fue el aumentazo de Colgate. Enviaron una lista de precios con la pasta dental a 9000 pesos. Lo curioso es que muchos de los supermercados hicieron el ejercicio sencillo de comparar el valor de esos mismos productos en super del extranjero, y esa misma pasta de dientes vale un dólar con noventa centavos. Lo mismo ocurre con casi todo lo que se vende, que está entre un 10 y un 40 por ciento más caro en Argentina que en cualquier mercado caro de Europa.
En la otra esquina, vale decir que las nacionales Molinos y Mastellone vienen moderando las alzas mucho más que las multinacionales, que antes temían por la administración de dólares de las importaciones del gobierno y hoy se liberaron.
El escenario soñado por Milei no ocurre y, en paralelo, tampoco se da lo que esperaban las empresas. Su idea era que, ante el desplome de las ventas, los productores empezaran a hacer lo que en la jerga comercial se llama “invertir en precios”. En pocas palabras, que vuelvan fuerte las promociones por segunda unidad, con un precio regular alto en la primera unidad y luego reducido en la segunda. Cuando eso ocurría, el consumidor terminaba aceptando y pagando el descuento, pero en contraposición, las empresas siguen subiendo sin subirse a descuentos.
“Los fabricantes grandes van a producir menos, pero su rentabilidad no la van a perder”, afirmó a este diario un gerente del sector, que no parece estar viendo la que el presidente quiere ver. Pero es la que ocurre en los hechos.