En 2022, la escritora surcoreana Bora Chung dio un salto internacional cuando su libro de cuentos Conejo maldito quedó en la lista corta del premio británico Booker. No fue la primera vez que el prestigioso galardón llevaba al podio finalista un libro de cuentos de una mujer no-europea (y, una vez más, se trataba de un libro de cuentos fantásticos y de horror), pero quizá esa persistencia hable de una tendencia clara, y esto teniendo en cuenta las modas y los afanes editoriales que no deben descartase. Pero el género weird, el horror, la ciencia ficción, lo que alguna vez fue “menor” hoy se abraza con lo literario a secas en una amalgama irrompible en la que conviven las tendencias pulp con lo académico, como es el caso de Chung, ella misma profesora de literatura eslava. Pero no se trata sólo de ese mestizaje, sino que en muchos casos el cruce es usado a conciencia para hablar de cuestiones sociales, de traumas, de política y de cuerpos. Los géneros, tan atentos al presente, siempre lo hicieron: es sólo que en los últimos años ese diálogo aparece en la intención de algunos autores y en los textos. Lo que, hay que señalar, no siempre funciona ni es necesariamente bueno: nadie está exento de la bajada de línea, el abuso de los lugares comunes o las ganas de unirse a la tendencia sin lecturas y sin algo para decir.
Algo así ocurre en pocos relatos de Bora Chung, los menos interesantes de esta colección, como “Adiós, amor mío”, que se parece a todos los cuentos sobre androides con un padre estilo Dr. Frankenstein o “Los dedos fríos”, una historia de fantasmas con el remate que cualquier lector desatento del género espera para un cuento de espectros. Pero cuando Chung da en el clavo, y lo hace con frecuencia y belleza, sus relatos tienen un gran poder. Esta colección se publicó en 2017: solo dos años antes de que una generación de jóvenes surcoreanos acuñara la frase irónica pero dolorosa “Hell Josean”, que significa algo así como “vivir en el infierno de Corea”. Se referían a la crisis que atravesaba, y atraviesa el país: la brecha salarial, la casi imposibilidad de conseguir un empleo bien pago, la desigualdad, la crisis educativa y, en consecuencia, las escasas posibilidades de tener ascenso social. La película Parasite de Bong Joon-ho, que ganó el Oscar en 2019, también se alineaba en esta desesperación social y también lo hacía desde el género: el thriller, el absurdo, el horror, la comedia. “Conejo maldito”, que da título al libro, es un cuento sobre una maldición depositada en una lámpara con forma de conejo, pero lo distintivo es que nace de la desgracia de un empresario de bebidas que sufre, por un lado, las políticas del gobierno y, por el otro, una campaña destructiva de una empresa mayor, una corporación. La competencia desleal termina en suicidio y la venganza es el objeto fetiche maldito, que termina en manos de la rica familia culpable. Los efectos de la maldición son devastadores pero, parece decir el cuento, la injusticia del sistema solo puede desarticularse desde el ocultismo y las actividades rituales, ya no desde los mecanismos institucionales. En este sentido también funciona un cuento sobre una pesadilla inmobiliaria, “Mi dulce hogar”, en el que una pareja, imposibilitada durante años de conseguir una casa decente, da con una oportunidad que, se sabe desde el principio, está lejos de ser tal. Incluso hay extorsionadores armados que vienen a buscar el dinero de los inquilinos, un toque de neo noir que está tomado de la realidad.
En otros relatos, Bora Chung se acerca al body horror, al horror del cuerpo, y lo hace desde lo femenino. “La cabeza” es un cuento increíble, cruel y asqueroso, sobre una mujer que encuentra una cabeza en el inodoro. La cosa la llama “mamá” y ha sido creada por las heces de la mujer, su pelo, el papel que usa para limpiarse. Todo lo desechable, todo lo que una mujer debe ocultar –y no sólo una mujer, se podría agregar--. Los intentos de deshacerse de la cabeza en cuestión le dan propulsión a un cuento enloquecido. Igual de extraño es “La regla” que, vía traducción, no se trata de una regla para medir, sino que se refiere a la menstruación. En el relato, una mujer toma tantos anticonceptivos que queda embarazada. Y en vez de considerarla como un caso raro, todos los médicos la retan y la tratan de loca, además de exigirle que se consiga un padre para la criatura que de lo contrario nacerá con todo tipo de problemas, si es que nace.
El otro género que Chung ejerce con gran inteligencia es el cuento folk o la fábula, que mezcla elementos de la tradición coreana con algo de leyendas o cuentos de hadas europeos. “La trampa” es una fábula sobre un zorro que sangra oro líquido: el pobre cazador que hace usufructo de él acaba demente de avaricia y todo empeora hasta la crueldad más extrema cuando descubre que sus hijos también tienen sangre dorada. Igual de violento es “Cicatrices”, sobre un chico cautivo en una cueva por un ser indeterminado que, cuando logra escapar, tiene un derrotero que en nada se parece al camino del héroe (aunque su cuerpo es sometido, por ejemplo, a luchar para el público y otras “pruebas”), sino más bien a la nebulosa en la que se transita el trauma y el abuso. El tono, sin embargo, es el del relato de una leyenda atemporal, en un mundo de dioses y monstruos, algo que es evidente en líneas como esta: “Y cuando hubo derramado la última lágrima, echó a caminar hacia el sol naciente”. “El amo del viento y la tierra” es otra fábula, de amor en este caso, que recuerda a algunos mangas de Leiji Matsumoto y a los cuentos de hadas tradicionales, con príncipes pérfidos y princesas nobles. Quizá no sea casual que en la colección se ubique justo antes del cuento final, “El reencuentro”, otro romance entre una joven de Oriente y un depresivo hombre polaco en una Europa triste, recorrida por fantasmas y por el dolor, que aquí se representa con el shibari, antigua práctica erótica de ataduras, nudos y cuerdas.
Bora Chung no está sola entre las escritoras coreanas jóvenes de género: hay varios nombres que han sido traducidas al castellano, por ejemplo en la antología Sólo las mujeres desaparecen de editorial Hwarang. Heo Hee- jeong, por ejemplo, cuyo relato “En la ventana de la casita del bosque” narra una ciudad en la que desaparecen mujeres en un bosque suburbano, y no lo hace desde el thriller. O Ji Hye que en “La mujer debajo del tejado triangular” también recurre a la leyenda, en este caso urbano-pueblerina, sobre una mujer que por la noche aterroriza a los vecinos tocando las puertas de las casas. Y también Son Bo-mi que en “La que vino antes y la que llegó después” escribió un magnífico cuento gótico con perspectiva femenina que piensa a la figura del patriarca como lo monstruoso y también a los cuidados como un sitio del horror.
Bora Chung, que a los 47 años es profesora de ruso y de ciencia ficción en su país, está a punto de editar un nuevo libro de cuentos, Your Utopia, que sale en inglés a fines de enero de 2024. Y aún quedan por conocer sus novelas, que también se inscriben en este cruce de géneros que muchos aún persisten en llamar “realismo mágico” cuando sólo se trata de una de las muchas encarnaciones contemporáneas de la amplia literatura fantástica.