La ronda es de un poco más de 20 personas, la mayoría hinchas de San Lorenzo. La cita es frente a la tumba de Osvaldo Soriano, en el cementerio de Chacarita. Cuelgan una bandera con los colores del club de Boedo, donde se lee “Departamento Cultura e Historia C.A.S.L.A”, y las flores rojas y azules que ofrendan los presentes reposan sobre la placa que dice que ahí yacen los restos del escritor marplatense que dejó este plano un 29 de enero de 1997.

En esa misma placa, también hay una frase de su celebre libro Triste, solitario y final: “Basta de muertes y empezó a cerrar la tumba”. Como sucede desde el 2007, la reunión se hace todos los años para recordar al periodista y escritor que hizo feliz al fútbol con sus historias y relatos. Quienes toman la palabra, lo hacen para revivir anécdotas en primera persona o traer cosas que leyeron. Es una especie de fogón sin guitarra, al calor de la palabra. Algo que Soriano supo manejar con gran destreza a lo largo de su vida.

Son 27 años sin su presencia física pero, así como sucede con algunas canciones que se resignifican con el paso del tiempo, con las anécdotas que involucran a Soriano pasa lo mismo. Quienes se acercan pretenden escuchar eso que ya se contó muchísimas veces. Recordar el día que Osvaldo Bayer chocó su auto en Alemania por una historia que le empezó a contar el “Gordo” -“Yo dejé de manejar porque choqué con él. Paralizamos media Alemania. Fue porque me empezó a contar un cuento”- o que Adolfo Res, organizador de estos encuentros, junto con su hermano y ahora a través del Departamento de Cultura de San Lorenzo, haga memoria de la vez que se rateó del colegio para ir a ver un entrenamiento del Ciclón al Viejo Gasómetro y cruzarlo a Soriano.

O los propios relatos futboleros, donde nadie se cuestionaba la veracidad de los hechos, aunque después el propio autor sí reconocía que todo era parte de una ficción. “Tal debe haber sido la fuerza de ese texto que la semana pasada volví a Neuquén después de muchos años y me encontré con un tipo que decía que había jugado ese partido para mi equipo y que además me había tirado pases largos, y con otro que aseguró haberme cagado a patadas. A mi me dio una gran alegría y ahora hasta tengo la impresión de que ese partido existió”, dice parte de una explicación que rescata Ángel Berlanga en su biografía sobre el autor de Cuarteles de invierno, en el contexto de una mesa redonda de la que participó Soriano junto a Juan Sasturain, Fontanarrosa y Carlos Ferreira.

Entre los asistentes a este homenaje, estuvo el presidente de San Lorenzo, Marcelo Moretti, quien agradeció a la gente que concurrió y reconoció la importancia de un evento así para mantener vigente la memoria de una figura que formó parte de la cultura popular. “Era un cuervo noble”, dijo. Catherine Brucher, esposa de Soriano, mandó un texto para agradecer este nuevo encuentro, en el que también aparece la firma su hijo, Manuel.

Así como sucede con algunas canciones que se resignifican con el paso del tiempo, con las anécdotas que involucran a Soriano pasa lo mismo. Quienes se acercan pretenden escuchar eso que ya se contó muchísimas veces.

“Queridos amigos del club San Lorenzo, amantes de la literatura y todos aquellos que se han reunido hoy en ese lugar para rendir homenaje a nuestro querido Osvaldo-introduce-. Su amor por el fútbol se remonta a su infancia, cuando jugaba en las calles de los pueblos de las provincias argentinas. Ese amor se mantuvo para toda la vida. Y aún hoy, 27 años después de su fallecimiento, no podemos evitar recordar las tardes en que compartimos la emoción de los partidos, las victorias y las derrotas que forjaron los lazos de su corazón con los colores azulgranas”.

Y en otro pasaje, dice que “a través de su escritura, Osvaldo nos llevó a viajes literarios fascinantes, pero también de la mano nos trajo por las calles de Buenos Aires y por los terrenos de juego que tanto amaba. En sus palabras, el fútbol y la literatura se entrelazan”.

Después de la lectura, unos segundos de silencio se apoderaron de ese círculo de fraternidad sanlorencista, hasta que brotaron los aplausos. Res volvió a agradecer la presencia del presidente del club y arengó para que el próximo 29 de enero, los asistentes vuelvan a estar en el mismo lugar. Para dejarse obnubilar por la sencillez y las palabras justas de un escritor que no buscó la ingenua salvación de la pertenencia, sino más bien la felicidad de un lector que se dejó tentar por pasajes silvestres que dictan que la vida es otra cosa.

“La gente de la Capital Federal no conoce lo que es el fútbol del Far West, el fútbol de aquellos tiempos. Vos llegabas a la cancha y el referí no estaba: se había mamado. Pero el partido se jugaba igual. Buscaban a alguien entre el público, se quitaba el saco y dirigía el partido. ¡Ni hablar de los linesman! Si hasta había equipos que jugaban con diez porque en el camino se había dormido o mamado alguno”.