Durante la marcha, Vanesa Orieta, hermana de Luciano, manifestó que “hoy volvemos a marchar por Lomas del Mirador, porque ya no somos una lucha, no somos solamente la bandera levantada con la cara de Luciano, no somos solamente el grupo de familiares y amigos denunciando la represión estatal, somos también trabajadores y trabajadoras que acompañamos las diferentes realidades a lo largo y ancho del país, que vemos el dolor y el sufrimiento de un pueblo que es cada vez más ajustado, cada vez más discriminado, cada vez más criminalizado y sobre el que se apunta para disciplinar con la fuerza del poder y de la violencia”.
Mónica Alegre, su madre, mencionó la importancia del apoyo de sus otros hijos, familiares y amigos. Y específicamente sobre sus hijos marcó que: “Son mis orgullos, son mis hijos, no son delincuentes, no porque se criaron en una villa son delincuentes. Y así como mis hijos hay muchísimos, hijos que salen de esta villa o de cualquier otra y son profesionales. No se dejen guiar por la televisión, no se dejen guiar por esos periodistas amarillistas, porque no todo es así”.
También resaltó que: “Luciano fue un niño que me enseñó demasiado. (...) Tuve un gran maestro que me decía, aprendé mamá, aprendé, porque la vida te va a pasar por arriba. Cuando yo, ignorantemente le decía no te metas Luciano mira para otro lado porque algo habrá hecho y él se enojaba mucho conmigo parece que tiene mucha razón Luciano, sabía mucho, tenía mucho conocimiento político, porque defender a un compañero, llevarle algo para que coma, eso también es política. Fijarse en el que no tiene también es política y Luciano lo hacía, sacaba y dejaba lo justo para sus hermanos y me decía, Ma, le llevo porque ese pibe hace dos días que no come”. En palabras de Mónica podemos ver la conciencia política que tenía Luciano con tan solo dieciséis años al momento de su desaparición forzada.
Vanesa continuó con su análisis, criticando el discurso discriminador y criminalizante que repiten los medios de comunicación hegemónicos sobre los jóvenes de los barrios empobrecidos que son caracterizados como el “otro peligroso”. Y cómo esos discursos que hablan de inseguridad “alimentan la posibilidad de que se persiga a ese otro peligroso. Y ese otro peligroso es el pibe o la piba pobre de barrio, morocho, morocha, que decide usar determinada vestimenta, vincularse con grupos de amigas y amigas de sus barrios.(...) Fueron muchos años de entender que no estábamos equivocadas, las hermanas, las tías, las abuelas, las madres, las amigas que denunciábamos la represión estatal. Fueron muchos años de tener que posicionarnos con firmeza y con seguridad para que no nos avasallen con palabras que dejaban a nuestros pibes en un mero lugar de víctimas por el accionar de manzanas podridas, no de una institución entera al servicio de la muerte”. Además Vanesa criticó las políticas que fomentan que se llenen los barrios de controles policiales que solo llevan a que “un niño, una niña, naturalice, que en los pasillos se encuentren funcionarios policiales con ithacas parando a quien a ellos se les antoja y obligándolos a sufrir hechos de violencia”.
Para finalizar, Vanesa realizó un llamado a seguir la lucha: “es importante que sigamos tomando las calles porque tenemos que lograr esa red que llegue a la sociedad para sensibilizarla y que entienda que esto no se va a saldar con más violencia policial en los barrios, con más cámaras en las calles, con más patrulleros y con más armas. Eso no tiene que ver con la democracia”.
Luciano Arruga fue un negro que se rebeló contra el poder policial que lo quería obligar a robar para ellos. La mayoría de las veces los medios de comunicación omiten su negritud cuando tratan el tema, una forma continua de invisibilizar las negritudes en nuestro país. Mónica lo repite incansablemente al presentarse: “Mónica Raquel Alegre orgullosa madre de Luciano Nahuel Arruga, negro, villero que se negó a robar para la policía”