Desde el 1° de enero, artistas de todo el mundo dejaron atrás las convencionales estrategias de marketing impuestas por la industria musical y se abocaron a publicar tempranamente noveles singles o flamantes álbumes. Como para aprovechar antes de que la oferta se haga más cuantiosa y espesa. Sin embargo, lo nuevo de The Vaccines, pinta bastante bien. Incluso si en esta ocasión el cuarteto dio un giro estético hacia el pop de principios de los '70.
De hecho, Pick-Up Full of Pink Carnations, título del disco en cuestión, está inspirado en “American Pie”. No en la película sino en el hit que sacó el cantautor estadounidense Don McLean, en 1971. “I was a lonely teenage Broncin’ buck, with a pink carnation and a pickup rruck. But I knew I was out of luck the day the music died” (“Yo era un adolescente solitario y bronceado, con un clavel rosa y una camioneta. Pero supe que no tenía suerte el día que la música murió”), versa el pasaje del tema que incluye el nombre del álbum. Curiosamente, el título surgió después de que los integrantes de The Vaccines intentaran recordar la letra a duras penas. Mientras lo hacían, pudieron darse cuenta de su vigencia al reflejar la muerte de la inocencia y el desencanto del llamado “sueño americano”. Algo que los londinenses corroboraron tras mudarse a la ciudad de Los Angeles.
En la megalópolis estadounidense, Justin Young, cantante y guitarrista del grupo que actuó en Buenos Aires en 2013 y 2016, atendió a esta entrevista antes de la aparición del disco, ya disponible en las plataformas digitles. Sobre la ansiedad que le generan los lanzamientos, el frontman reveló: “Cuando terminás un álbum, viene ese limbo entre el momento en que saldrá y el momento en que la gente lo escucha. Es justo ahí donde tenés una breve historia de amor con lo que creaste. Sentís que ya está listo para que salga a caminar y te sentís orgulloso de eso. Una vez que el público comienza a tener sus propias opiniones acerca de esas canciones, se vuelve imposible escucharlo nuevamente. Ese es el fin del idilio. Por eso siempre me gustó más ese periodo entre terminar un disco y lanzarlo, e intento que dure todo lo que se pueda”.
-¿Fue por eso que demoraron la salida del disco? Lo tenían listo desde hace varios meses…
-No hubo una razón, se dio así. Supongo que nuestro sello quería ponerle orden a los planes que tiene para con el disco. Pero todo lo que te digo es sarasa, porque la verdad es que no le presto tanta atención a esas cosas. Lo que sí te puedo decir que nuestro disco anterior, Back in Love City (2021), no tenía que haber aparecido en medio de la pandemia. Pasa que lo teníamos listo desde hace dos años y no podíamos seguir demorando su salida. No pudimos hacer una gira ni nada, y tampoco tuvo el brillo que merecía. Eso es lo que sucede con el hecho compositivo. Cuando los artistas se sienten lo suficientemente inspirados, y tienen algo pare decir y compartir, es un pulso indetenible.
-En la pandemia, ¿llegaron a tener problemas con el nombre de la banda?
-Fue medio frustrante (“vaccine” en español significa “vacuna”). Cada vez que posteamos algo en nuestras redes, nos escracharon y nos sigue escrachando gente que está en contra de las vacunas. Al principio nos pareció divertido, pero luego se fue poniendo denso y fatigante.
-Recién dijiste que, al menos para ustedes, el proceso de composición es indetenible. Con la frustración que significó el estancamiento de su disco anterior, ¿desde dónde se plantaron al momento de hacer este nuevo álbum?
-Apenas vimos cómo se venía la mano con Back in Love City, nos pusimos a trabajar inmediatamente en este repertorio. Luego de que Freddie, nuestro guitarra líder, dejara la banda, Timothy (el tecladista) ocupó ese lugar. Entonces todo cobró, de manera orgánica, un nuevo sentido en la manera de componer. Creo que ese cambio lo supimos capitalizar, lo que le dio mucha fuerza a las nuevas canciones. Si fuéramos soberbios, seguramente hubiésemos pensado en una estrategia. Y, por suerte, eso no sucedió.
-Como adelantos del disco lanzaron los singles “Heartbreak Kid” y “Sometimes I Swear”. ¿Sentís que son los temas que mejor representan el sonido de esta etapa del grupo?
-No tengo la menor duda. Creo que si a la gente le gustan esas dos canciones, le gustará el álbum. Y si no se coparon con esos temas, dudo que les interese escuchar el resto. Musicalmente hablando, este álbum probablemente sea el más coherente que jamás hayamos hecho.
-Tiene sentido entonces que en el medio entre un álbum y otro hayan publicado el EP Planet of Youth (2022).
-Es el final de una etapa y el principio de otra. Querés que se vaya sintiendo esa diferencia porque siempre estás experimentando emociones distintas, en contextos diversos. Es en lo que suelo pensar cada vez que me siento a componer canciones. Desde la perspectiva emocional, encuentro nuevas formas de inspiración.
-¿Y en qué te inspiraste para componer estas canciones?
-En una exposición de arte, una película… No lo sé. Aunque creo que lo que más me inspira son las conversaciones de la gente en la calle. Constantemente, estoy tomando notas de ellas en mi teléfono.
-¿Influyó el título del disco en las letras?
-Pensé que era una buena analogía y metáfora para el disco, en su conjunto, cómo a menudo recordás mal el pasado. Eso se adapta a las necesidades de tu mente o de tu corazón. Si sos consciente de eso, te preguntás si estás mirando hacia adelante o hacia atrás.
-¿Sentís que ya tienen una identidad musical propia: “el sonido Vaccines”?
-Cuando creás una banda, no pensás ni por un segundo que vas a tener la suerte de hacer un sexto disco. Pero una vez que sucede, decís: “Acá estamos”. Siempre que me pregunto sobre nuestro ADN, miro a las grandes bandas de los últimos 20 años, como Radiohead y Coldplay, y me doy cuenta de que, pese a que su sonido cambió enormemente, su ADN está. Me parece que es lo que en el fondo busca cada artista. Quiero creer que ese ADN nuestro se encuentra latente, por más que a veces, cuando miro atrás, no lo ubico lo suficiente. Así que no nos queda otra opción que seguir experimentando y expandiéndonos.