Hasta hace apenas siete meses aspiraba a ser candidato a presidente por el peronismo. Frustrado el sueño de tomarse la revancha de 2015, cuando perdió el balotaje por menos de tres puntos, se aferró estoico al puesto de embajador en Brasil pese a los exabruptos de Javier Milei contra el presidente Lula de Silva y a una línea política que se anticipaba en las antípodas del Frente de Todos. A partir del 10 de diciembre no sólo sobrevivió al cambio de gobierno sin inmutarse, también retejió viejos lazos para volver a un gabinete nacional. Ayer, para sorpresa de los que compraron el discurso de la “lucha contra la casta” y en particular de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que supo dedicarle tiernos mensajes, el exvicepresidente y luego gobernador bonaerense Daniel Scioli fue anunciado como futuro secretario de Turismo, Ambiente y Deportes del gobierno de Javier Milei.
El embajador en Brasil ingresó ayer a las 11.40 a la Casa Rosada por la explanada de calle Rivadavia, donde se cruzó con la canciller Diana Mondino, y estuvo reunido durante casi una hora con Milei y el ministro del Interior, Guillermo Francos. Al salir declaró que hablaron “de la impronta que le ha dado y le doy a la relación con Brasil”, de “la calidad humana y profesional” de Mondino y “un poco de todo”. Sobre su futuro, nada.
La noticia la dio Francos desde su cuenta en la red X una hora más tarde. “Junto al presidente Milei nos reunimos con Scioli, quien asumirá en la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes del Ministerio de Interior”, escribió junto a una foto del trío.
“Gracias, Daniel, por la gran tarea realizada para nuestro país como embajador en Brasil, reconocida por todos los sectores, y por dejar ese destino para sumarte a nuestro equipo, donde estamos seguros que harás un enorme aporte”, Francos, quien fuera presidente del Banco Provincia durante la gestión el ex motonauta como gobernador. El aludido agradeció "la responsabilidad que me confían para sumar mi experiencia y compromiso en este momento del país".
De este modo, Scioli se sumará a la nómina de dirigentes peronistas que se incorporaron a la administración de Milei, integrada entre otros por Flavia Royón, en la Secretaría de Minería, y Marco Lavagna al frente del Indec.
Diputado nacional con el menemismo, secretario de Deportes con Adolfo Rodríguez Saá y en el interinato de Eduardo Duhalde, vice de Néstor Kirchner en 2003 y dos veces gobernador bonaerense (2007-2015), Scioli compartirá ahora reuniones de gabinete con Patricia Bullrich, la gran derrotada de la última elección, y con Victoria Villarruel, que durante la campaña de 2015 lo criticó porque “vive de las vaguedades y nos toma el pelo desde hace años”
y por su “retórica demagoga”.Quien le dio la bienvenida al gobierno no fue paradójicamente Milei ni sus damas de hierro sino el gobernador tucumano Osvaldo Jaldo, sorpresivo garante de respaldo legislativo al oficialismo, quien manifestó su “sincero acompañamiento y apoyo”.
El ex motonauta fue uno de los arquitectos del acercamiento entre los gobiernos de Milei y Lula a partir del viaje que Mondino hizo a Brasilia antes de la asunción del gobierno para reunirse con su par brasilero, Mauro Vieira, en el Palacio de Itamaraty. La afinidad entre Scioli y dirigentes libertarios comenzó a evidenciarse en diciembre, cuando Mondino planteó la posibilidad de que siguiera cumpliendo funciones como embajador. El flamante ex presidente Alberto Fernández cuestionó esa alternativa con su habitual eficacia: “Ya dije que (para) cualquiera que haya trabajado con nuestro gobierno tiene que ser objetivamente imposible trabajar con Milei, eso es lo que creo, porque pensamos muy distinto”, dijo. “No entiendo muy bien cómo se puede representar al gobierno de Alberto Fernández y al de Milei del mismo modo. Y no me vengan con que eso es representar a la Argentina porque eso es falso, son dos Argentinas distintas”, planteó.
Semanas antes, Milei, aún
candidato, había tratado a Lula de “comunista” y “gran corrupto”, y había
insistido en su idea de cortar relaciones diplomáticas con Brasil, exabrupto que
derivó en un tibio cuestionamiento de Scioli. “El hecho que un candidato a
presidente diga ‘no voy a tener relaciones, no voy a hablar con Lula’, no me
parece ningún mérito, sino todo lo contrario”, dijo. “Lula no es ni comunista
ni corrupto y lo de que no es corrupto lo dijo nada más y nada menos que la
Corte Suprema de Justicia de Brasil”, recordó el hombre que llegó a la política
de la mano de Carlos Menem, el único presidente surgido del peronismo a quien
admira Milei, que suma de este modo un aliado de hierro en su cruzada contra la
casta.