La sangre de las venas abiertas aun riega los campos de soja, se escurre por las calles de Puerto Madero, tiñe el hielo patagónico, entibia la tundra de Malvinas.
La promesa de libertad como nuevo medio de opresión.
Los pueblos eligen. Las emociones empujan a las personas a tomar decisiones, los valores las sostienen.
Ilusos esperanzados en que seremos otra vez el país potencia de los campos de la oligarquía, regados con la sangre del gaucho y de los pueblos originarios.
Como los cien años del Imperio Inca, construido sobre pueblos sometidos, se repite la historia de un abismo insondable de rencores y de odios, de resentimientos y de frustraciones. La lucha entre Atahualpa y su hermano Huáscar y la alianza de este con el enemigo: el español llegado desde el este, montado sobre un caballo. Hoy son los vientos del norte que empujan al lacayo útil guiado por cuatro perros. El Imperio Argento se alza y sucumbe en manos de traidores fratricidas. El saqueo ya no es solo de la plata y del oro: es el litio y el agua dulce, el petróleo y el gas…
¿Habrá un Tupac Amaru que lidere la lucha contra el opresor? A Tupac Amaru I lo derrotaron y decapitaron. Asimilado a la cultura del invasor, adoptando su religión, sus idiomas y sus valores, Tupac Amaru II se despierta opositor cuando sus intereses económicos se ven amenazados por el comercio generado a través del recién creado puerto de Buenos Aires. El descendiente del Inca se revela, pero ya es tarde: el imperio jamás volverá a surgir.
A Tupac Amaru II lo reprimen e intentan desmembrarlo. Su cuerpo resiste; lo decapitan y trozan su cuerpo para enviar luego cada parte de él a todos los rincones del Virreinato.
Los nuevos opresores intentan descuartizar la nación. El desmembramiento del cuerpo social es el descuartizamiento de un Tupac Amarú argento mientras los trozos son dispersados por toda la República: padres sin derechos y niños sin futuro, viejos abandonados, jóvenes que no tendrán trabajo, pobres sin comida.
Y recordamos: yo no era judío cuando la noche de los cristales, ni universitario en la de los bastones largos; no era planero, ni desocupado, ni pobre.
El yo argento en primera persona, el ustedes ominoso, el ellos acusador, el nosotros ausente.
¿Un mesías, un héroe, un Tupac Amarú, tal vez un Mandela? No. No será un salvador quien podrá parar el dispositivo perverso de saqueo y de dominación. Será un trabajo colectivo, solidario, comprometido y responsable.