La situación en los barrios y en los sectores más humildes es muy agobiante, y éste es uno de los primeros planteos que debemos hacer. Las trabajadoras de la economía popular perciben 70 mil pesos, y en su gran mayoría son madres solteras, jefas de hogar. A todo esto debemos agregar que hay que garantizar tres comidas diarias, muchas de esas madres jefas de hogar van a los comedores comunitarios. Pero sucede que desde el Ministerio de Capital Humano no se están garantizando los alimentos.

Son muchos los comedores que ya se están quedando sin alimentos: algunos están cocinando apenas 2 veces por semana y otros directamente ya cerraron.

Frente a este escenario de emergencia y precarización, vemos con alarma que hay un desconocimiento de la realidad y una insensibilidad por parte de los funcionarios del Gobierno. No tienen idea de lo que se trata cuando hablamos de políticas sociales.

La situación es de extrema gravedad: estamos viviendo un contexto social y económico que golpea fuertemente a la sociedad, pero brutalmente a los sectores populares.

El 16 de enero hicimos una jornada nacional de asambleas y ollas populares en todos los distritos del país, también llamando con fuerza a movilizar el 24 de enero, para derogar el DNU y la Ley Omnibus que el Poder Ejecutivo envió al Congreso. Tuvo como epicentro el Ministerio de Capital Humano, donde fuimos a entregar un petitorio.

Nos atendió un funcionario que trabaja ahí. Nada. Lo único que dijeron es que les contemos. ¡No tenían mucha idea de cómo se solucionaba el tema de los alimentos! Dijeron que no había firma, solamente eso. Después de escucharnos respondieron “nosotros íbamos a llevar todo esto -entiendo al secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo de la Torre-, y mándennos un listado de dónde están los comedores, cuántas personas acuden”, y bla bla, pero no hubo una respuesta.

Desde ese día hasta hoy no hubo algo en concreto; estamos viviendo una situación muy compleja, que afecta personalmente, directamente y muy fuerte a las mujeres, sobre todo a las migrantes. En el conjunto se trata de mujeres que, como dije antes, son solteras o llevan adelante a sus familias en soledad; mujeres que son jefas de hogar. Muchas de ellas pagan alquileres, entonces estas mujeres no pueden garantizar ni siquiera la leche diaria de los pibes, y aparte con un ingreso tan bajo, con un congelamiento del Salario social complementario. 

Las compañeras están con bronca, pero también con miedo de perder su único ingreso. Ahora hay que sumarle que han dado de baja 30 mil programas. Es decir, toda esta realidad que describo no ayuda en absoluto para la situación que estamos viviendo, con un gobierno que asumió el 10 de diciembre y que no para decir que la única salida es el ajuste.

Sucede que entendíamos que el ajuste iba a ser sobre “la casta”, y termina siendo sobre los sectores medios, pero que golpea con mucha más fuerza a los sectores populares, a las trabajadoras de la economía popular. Y ni hablemos de esa economía popular que no está organizada, que está por fuera de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), que es una economía popular de una manera ya más directa, más individual.

Pienso en las mujeres que todavía están cartoneando, en las mujeres que siguen adelante con la venta ambulante, entonces solo puedo volver a afirmar que estamos frente a una situación bastante compleja y que del otro lado la solución no puede ser hacer oídos sordos. Pero resulta que quienes hoy están al mando no entienden nada. De verdad hay mucho desconocimiento, pero sobre todo hay mucha insensibilidad sobre esta situación y sobre la realidad que estamos viviendo hoy, principalmente las mujeres.

Este jueves, la red de comedores nucleados en la UTEP, nos movilizamos a las puertas de los supermercados para entregar un petitorio y solicitud de alimentos, como describe nuestro comunicado, “El hambre no puede esperar”, frente “a la gravísima situación que se está viviendo en las barriadas y diferentes lugares de asistencia alimentaria”.

En ese documento nos encargamos de advertir que “desde la llegada de este nuevo Gobierno, y sin ningún tipo de explicación por parte de la ministra (Sandra) Pettovello, se ha cortado la asistencia alimentaria (en todas sus formas) del Estado”.

La cantidad de gente que asiste a las ollas populares en todo el país no para de aumentar, todos los días vemos colas interminables de personas que vienen a buscar su único plato de comida diario, y muchas veces con tristeza vemos como se retiran con las manos vacías.

Por último, en el comunicado “exigimos que se enfoquen en lo urgente, que es resolver la necesidad básica de alimentos para los y las últimas de la fila”.

¿Cómo pienso que hay que seguir la lucha? Redoblando los esfuerzos y organizando la bronca. Debemos tener estrategias inteligentes de conjunto. Esta semana volví a participar en el plenario de la Multisectorial de CABA, y en principio se siguen sosteniendo los espacios de encuentro para el debate: desde esos espacios surgen iniciativas, convocatorias y actividades que son importantes. Tenemos que mantenernos en alerta, para tener reacciones rápidas y concretas. Obviamente, a la cabeza tiene que ir siempre el movimiento obrero.

*Secretaria general adjunta de UTEP. Vocera del Frente Popular Dario Santillán. Luchadora, trabajadora de la economía popular y feminista