Los colonos - 8 puntos
Chile/Argentina/Reino Unido/Taiwán/Alemania/Suecia/Otros, 2023
Dirección: Felipe Gálvez Haberle
Guion: Antonia Girardi, Mariano Llinás y Felipe Gálvez Haberle
Duración: 97 minutos
Intérpretes: Camilo Arancibia, Mark Stanley, Benjamin Westfall, Alfredo Castro, Sam Spruell, Marcelo Alonso, Mariano Llinás.
Estreno en salas.
Como si se tratara de un plan, hace un tiempo las filmografías de Chile y Argentina vienen abordando cuestiones vinculadas a la conquista a sangre y fuego (y billetes) de los territorios que hoy representan el sur geográfico de ambas naciones: la Patagonia. Los colonos, del trasandino Felipe Gálvez Haberle, es un nuevo eslabón dentro de una serie que también incluye títulos como Fuga de la Patagonia (2016), de los argentinos Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia, o Blanco en blanco (2019), del chileno Théo Court.
Con ambas tiene puntos de contacto. Algunos abarcan cuestiones históricas, compartiendo escenarios, personajes y circunstancias, en especial las matanzas de los pueblos originarios impulsadas por los estados expansionistas. Pero también hay similitudes narrativas, a partir de elementos genéricos propios del western, y técnicas (las tres ofrecen exquisitos trabajos de fotografía, por ejemplo).
Los colonos narra la travesía de una cuadrilla de cazadores de indios a través de Tierra del Fuego durante los primeros años del siglo XX. Enviado por un terrateniente, a quien tanto el estado chileno como el argentino cedieron una enorme cantidad de tierras para su ocupación y explotación, el grupo comienza su viaje con el objetivo de despejar el territorio de la presencia nativa, con la expansión comercial como excusa. Al mando va un teniente británico, hombre de confianza del hacendado, junto a un cowboy que se especializó en matar apaches durante la “Conquista del Oeste”. El grupo se completa con un joven peón de la hacienda, quien se destaca tanto por su habilidad con el rifle como por su origen, en el que lo blanco se funde con lo indígena, aunque su aspecto lo identifica con esta última estirpe.
La primera escena condensa la esencia estética y narrativa de la película. En ella un peón británico pierde un brazo durante el trabajo de alambrado del campo. “Acá un hombre sin un brazo es un hombre menos, ¿se entendió?”, grita en inglés el teniente-capataz antes de ejecutar al obrero frente a sus compañeros. Filmada con precisión, a través de encuadres que dan cuenta de la relación entre hombre y territorio, y con una banda sonora expresionista que data la pertenencia al linaje del western, la secuencia presenta con eficiencia a sus protagonistas. Por un lado el teniente Alexander MacLennan, el capataz cazador de indios, un hombre inclemente y violento para quien la vida ajena está por debajo de las órdenes que recibe de su superior, el empresario José Menéndez. Ambos son personajes históricos. Por el otro, el joven mestizo, testigo de los hechos, cuya mirada es capaz de condensar el horror y el resentimiento gracias a la interpretación abrumadora de Camilo Arancibia. La oposición entre ambos alimentará la tensión del relato.
A diferencia del western americano, signado por la épica, en Los colonos predomina la culpa, sentimiento que deriva no solo del rol del Estado, sino del que también tuvieron los privados en la aniquilación de pueblos enteros, como los selknam. La película vuelve a citar dicha cultura a través de una escena cargada de exquisita fantasmagoría (algo similar ocurría en la citada Blanco en blanco). Una culpa histórica que además carga de forma puntual sobre personajes con nombres propios. El de MacLennan, alias Chancho Colorado, brazo ejecutor de matanzas atroces. Pero también el de Menéndez, padre fundador de la dinastía Braun Menéndez, cuyo poder todavía se extiende hoy sobre toda la Patagonia a ambos lados de la frontera y de quien desciende, entre otros, el exjefe de Gabinete Marcos Peña. Trazar esa línea entre historia y presente no es una conclusión caprichosa, sino una intención que Los colonos subraya en su coda, donde ficción y documental se mestizan.