Otra guerra para Bruselas. Ya no basta con su participación con armas y dinero en el conflicto de Ucrania. La Unión Europea ha dado el visto bueno para el despliegue de sus navíos de combate en el mar Rojo. Se une así a Washington y Londres para atajar la amenaza de los hutíes de Yemen y mueve una ficha más en la irradiación de la cruzada de Israel contra los palestinos, que ya muestra sus espasmos en todo Oriente Medio.

En esta internacionalización de la crisis desatada en Gaza, el alto representante de la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, indicó este miércoles que esa misión naval europea, cuya composición se está organizando, podría entrar ya en acción el próximo 17 de febrero.

De momento, España ha optado por declinar su participación en esta misión y sigue considerando que la solución de la guerra en Gaza ha de ser política y no militar.

La flota europea no atacará Yemen... en principio

Al menos siete países europeos tomarán parte en la operación Aspides y aportarán navíos de guerra, logística y vigilancia aérea. No participarán, en principio, en acciones bélicas en territorio yemení, como las llevadas a cabo por EEUU y Reino Unido contra los hutíes. Estos rebeldes chiíes proiraníes han puesto en jaque el tráfico comercial en la zona con sus ataques en apoyo de los palestinos.

La misión de los navíos europeos será proteger y escoltar a los barcos mercantes, y repeler la ofensiva hutí contra esos buques para salvaguardar la libertad de navegación en el mar Rojo. La desestabilización provocada por estos ataques en la zona "está afectando a los costes, a los precios y a la inflación. Así que es un esfuerzo natural para nosotros intentar evitar ese riesgo", afirmó Borrell.

Entre el 12% y 15% del comercio mundial circula por el mar Rojo. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha indicado que el volumen de comercio que atraviesa el Canal de Suez disminuyó un 42% en últimos dos meses. Los ataques hutíes comenzaron en noviembre.


Otra guerra para Bruselas. Ya no basta con su participación con armas y dinero en el conflicto de Ucrania. La Unión Europea ha dado el visto bueno para el despliegue de sus navíos de combate en el mar Rojo. Se une así a Washington y Londres para atajar la amenaza de los hutíes de Yemen y mueve una ficha más en la irradiación de la cruzada de Israel contra los palestinos, que ya muestra sus espasmos en todo Oriente Medio.

En esta internacionalización de la crisis desatada en Gaza, el alto representante de la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, indicó este miércoles que esa misión naval europea, cuya composición se está organizando, podría entrar ya en acción el próximo 17 de febrero.

De poco sirve que esas milicias, las Kataib Hezbollah, las más importantes de la proiraní Resistencia Islámica en Irak, anunciaran la suspensión de sus operaciones militares contra Estados Unidos dos días después del ataque, del que se responsabilizaron.

Las milicias iraquíes le han dado a EEUU el pretexto que buscaba desde hace meses para intensificar su presión militar sobre el llamado Eje de Resistencia proiraní en Siria e Irak.

La alerta de Irán (que inmediatamente se desvinculó del ataque) a Kataib Hezbollah para que no embrollara más la situación no se hizo esperar, pero llegó tarde. Especialmente después de que el propio presidente estadounidense, Joe Biden, advirtiera de que el Pentágono ya tiene en mente las "múltiples represalias" que tomará contra ese grupo y quienes le amparen.

¿Un inminente ataque estadounidense?

La presencia de unidades navales estadounidenses en los principales escenarios de Oriente Medio, desde el Mediterráneo Oriental hasta el océano Índico occidental, pasando por el mar Rojo, hacen factible una respuesta militar devastadora allá donde quiera apuntar la Casa Blanca.

El enviado iraní ante Naciones Unidas, Amir Saeid Iravani, afirmó que cualquier ataque al territorio de Irán, a sus intereses o contra sus ciudadanos, incluso fuera de sus fronteras, tendrá una "respuesta inmediata".

Puede que estas palabras no sean más que una baladronada. Irán no ha respondido a los atentados orquestados por Israel en Damasco y Beirut contra miembros de los Guardianes de la Revolución, un grupo paramilitar iraní exportador en Oriente Medio de la influencia de Teherán.

Desde que comenzó la guerra de Israel contra Gaza, ha habido más de 150 ataques dirigidos contra los estacionamientos militares que EEUU tiene en el sureste de Siria e Irak. El bombardeo de Jordania ha sido, sin embargo, el primero en el que han muerto soldados estadounidenses y puede ser el desencadenante de una abrumadora respuesta.

Pero mientras la Administración Biden valora golpear a las milicias aliadas de Irán, el ala más dura del opositor partido republicano reclama un golpe directo contra el régimen de los ayatolás.

El senador Mitch McConnell, uno de los más destacados líderes republicanos, exigió una "devastadora" respuesta, "no solo para los representantes terroristas de primera línea, sino también para sus patrocinadores iraníes".

"Golpee a Irán ahora. Golpéelos fuerte", dijo el también republicano Lindsey Graham. Su correligionario Tom Cotton, asimismo senador, aseveró que "la única respuesta a estos ataques debe ser una represalia militar devastadora contra las fuerzas terroristas de Teherán, en Irán y en todo Oriente Medio".

Trump y Oriente Medio

"Cualquier otra cosa confirmaría que Joe Biden es un cobarde, indigno de ser comandante en jefe" del ejército estadounidense, agregó Cotton. Este halcón republicano definía así cuál será una de las líneas de debate en materia de política exterior de cara a las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

Donald Trump parece un probable rival de Biden y en Estados Unidos se empieza a recordar estos días, a punto de cumplirse el cuarto mes de guerra en Gaza y con Irán como la mayor pieza a abatir, que el expresidente republicano se convirtió en la némesis de Teherán desde que comenzó su mandato en 2017, con sanciones y presiones sobre el régimen islámico que llevaron a su mayor reclusión y a reforzar su apoyo a milicias chiíes por todo Oriente Medio.

Israel, mientras, apunta al Líbano

Para completar este puzle y hacer casi inevitable una conflagración regional a gran escala, Israel ha subido su amenaza de lanzar una ofensiva masiva contra el Líbano, donde se refugian las milicias de su archienemigo Hezbollah.

El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirmó que el ejército de su país "está listo y preparado para una campaña en el norte", esto es, en el Líbano, cuyo sur es dominado por las milicias de Hezbollah con cerca de 100.000 efectivos. "Llegará el momento en que se nos acabará la paciencia y tendremos que actuar con contundencia para imponer la paz en la frontera norte", dijo Gallant en X.

El titular de Defensa fue más allá y lanzó una seria amenaza dirigida a Hezbollah, Irán e incluso el Líbano, que trata de sobrevivir como puede a la ira de sus furiosos vecinos, sirios, israelíes e iraníes. "Junto a los preparativos militares que estamos avanzando y junto a los esfuerzos políticos y diplomáticos, también nos estamos preparando en el área civil y el Comando del Frente Interior ha recibido instrucciones claras", refirió.

El ejército israelí lleva ya meses evacuando a buena parte de la población de las localidades norteñas cercanas a las fronteras con el Líbano y Siria ante la eventualidad de una ofensiva en esa dirección.

La advertencia de Gallant fue muy clara: si este escenario se deteriora aún más, "quizá la situación en Haifa (localidad del norte de Israel) no será buena, pero en Beirut será devastadora", dijo Gallant.

La incógnita china

Mientras las principales potencias se involucran en la crisis de Oriente Medio, las miradas se dirigen a China, uno de los países más interesados en que el tráfico marítimo en esa zona no se vea amenazado por los coletazos de la guerra de Gaza. Pekín ha eludido hasta el momento cualquier pronunciamiento y ha rechazado sumarse a la coalición militar liderada por EEUU en el mar Rojo, donde China tiene una base militar, en Yibuti, desde 2017.

Esta aparente tibieza pretende reforzar su papel de mediador en Oriente Medio, como hizo para que Irán y Arabia Saudí alcanzaran el año pasado un pacto de no agresión, después de décadas rivalizando en toda la región, especialmente en Yemen. Pekín tampoco quiere desmarcarse hacia Israel cuando buena parte de sus mejores amigos en la región son Estados árabes propalestinos.

Sin embargo, los ataques hutíes están afectando y mucho a los intereses comerciales de China. La mayoría de sus exportaciones hacia Europa pasaban por esta ruta comercial y ahora afrontan enormes gastos y retrasos de semanas en las entregas al tener sus barcos que bordear el Cabo de Buena Esperanza.

China ha criticado el despliegue de la coalición multinacional liderada por EEUU para proteger los buques de carga que navegan por el mar Rojo y ello ha dejado en mal lugar a su propia flotilla antipiratería, que tiene puerto en Yibuti y patrulla el Golfo de Adén.

Pero si Pekín se uniera a esa coalición pilotada por Washington, su pérdida de prestigio en Oriente Medio sería demoledora, a la vez que impulsaría el hegemonismo de su rival estadounidense.

Por eso la doble línea que sigue China en esta crisis apunta a subrayar que los ataques a los hutíes no han sido bendecidos por la ONU y que todo lo que ocurre en el mar Rojo es consecuencia directa de la guerra lanzada por Israel en Gaza. Por eso, la diplomacia china señala como prioridad un alto el fuego con los palestinos y la apertura de negociaciones políticas para solventar esta crisis.