El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, repudió la represión de las fuerzas de seguridad frente al Congreso y las constantes provocaciones que tuvieron lugar dentro de la Cámara de Diputados mientras se debatía la ley ómnibus.

El editorial de Víctor Hugo Morales

La señora violencia camina por los pasillos del Congreso, pero también por las calles de la plaza. Le tira humo a la plaza.

La policía de Bullrich es de una brutalidad absurda, pero el sistema la protege. Un policía con la insignia de la ultraderecha golpea y empuja. Eso vale, señora violencia.

Ese Leonardo Sosa está en la sesión, ¿qué tiene de malo? Lo invitó la gente del Gobierno. ¿Y? ¿Qué hay con eso? Ah, sí, sí, el tipo es Revolución Federal. Bueno, que pase. Que milite la ultra, señora violencia. Ahora se sabe que lo invitó Lemoine. Y, ¿por qué sería grave que Lemoine lo invite al fundador de Revolución Federal? Si lo bancaba Caputo. Caputo el ministro. Millones ponía Caputo el ministro para pagar a Revolución Federal, señora violencia.

Detienen a cuatro mujeres que cantaban el himno sentadas, meta palo y a la bolsa. Aguante Bullrich, ahí afuera. Y agreden a Bregman adentro del congreso. Con otro de los invitados vip. Brutal que acomete contra la diputada. Le pegan a Belliboni. Aguante, señora violencia.

Hoy se cumplen seis años de la carta pública de Cristina Kirchner a Magnetto por violencia de género. La golpeaba en la cabeza con el diario, su marido. Le pegaba en las ideas con un diario. Eso era lo que dibujaba el diario de Magnetto.

Vamos a leer la carta después, mientras Clarín celebra hoy con un título feroz contra Cristina Kirchner. 

Y no busque a Leonardo Sosa en las páginas de ahora, en la web no existe Sosa. Revolución Federal no está, Sosa no fue. Si no lo dicen ellos, no estuvo.

Los que quisieron matar a CFK no figuran en la lista de malvados de la mafia de Clarín, señora violencia.

Y los malos son los que protestan ante la traición a la patria. No Sosa, ni Lemoine, ni Bullrich, ni el empresario que atacó a Bregman. Ni el policía con la insignia de derecha ni los palos de la saña policial.

Tampoco el hecho de que no esté el dictamen. Que se discuten no se sabe qué. Que siguen las espurias negociaciones y que ni siquiera son ellos los que bancan el oprobioso sistema.

Una élite voraz e impiadosa somete al pueblo a través de sus empleados, que adentro le votan a favor y afuera le pegan al que proteste.

Porque la vencedora siempre para ellos es la señora violencia.