El considerado infant temible de las letras francesas, Michel Houellebecq, es un polémico escritor, con admiradores y detractores. Para algunos sus libros tienen rasgos autobiográficos, que algunos consideran machistas y misóginos. Otros lo consideran un autor transgresor. Lo cierto es que sus obras han tenido un fuerte impacto y son consideradas, una crónica despiadada de la decadencia de la sociedad occidental del siglo XXI. Una particularidad de su pluma es su capacidad de anticipación a hechos políticos que relata en sus novelas y luego algunos pasan total o parcialmente en la sociedad europea.
En su novela “Sumisión” (2015) relata qué ocurre en Francia después de las elecciones presidenciales de 2022. Los partidos tradicionales, hundidos en el desprestigio, dan paso al surgimiento de un tal Mohammed Ben Abbes, carismático líder de una formación islámica moderada, quien derrota con el apoyo de los socialistas y de la derecha a la candidata del Frente Nacional en la segunda vuelta. A través del personaje del frustrado profesor Francois, el autor muestra los cambios que se van sucediendo en Francia. Los judíos emigran a Israel, las mujeres cambian las faldas por conjuntos de blusas largas, la Sorbona se transforma en una Universidad Islámica, los profesores reciben confortables salarios y practican la poligamia.
En el mundo real, en octubre de 2022 y para sorpresa de muchos, asume como Primer Ministro del Reino Unido Rishi Sunak, de origen Indio, practicante del hinduísmo. Y en marzo de 2023, asume como Primer Ministro de Escocia Humsa Yousaf , de origen pakistaní y musulman. La predicción de Houellebecq no se cumplió en Francia, pero le pegó cerca.
En “Serotonina” (2019) el autor relata la vida de Florent-Claude Labrouste quien, luego de un desengaño amoroso al enterarse de que su novia Yuzu, de origen japonés, mientras eran pareja participaba en orgias y fiestas sexuales, entra en una desgarradora depresión. Se medica con Captorix, un antidepresivo que libera serotonina, la sustancia química producida por el cuerpo que actúa como neurotransmisor, contribuyendo en trastornos depresivos o de ansiedad. En su caso tiene efectos adversos, como la desaparición de la libido y la impotencia.
En esta situación Florent renuncia al trabajo en el Ministerio de Agricultura, donde intentaba defender los intereses de los pequeños productores, entendiendo que en el mercado mundial Francia necesita medidas proteccionistas para proteger su producción y trabajo. Su depresión provocada por el comportamiento “pecaminoso” de Yuzu lo lleva a un desinterés por la política y ahi emprende un periplo que lo lleva a Almería, París y Normandía donde los agricultores están en pie de guerra.
En una despiadada critica de su obra, Alberto Olmos en “El Confidencial” nos dice que “el único acierto narrativo de Seretonina tiene que ver con una huelga de agricultores que acaba sofocada violentamente por la Policía”…
¿Guarda Houellebecq, una bola de cristal? se preguntan algunos.
¿Por qué? Desde mediados de enero comenzaron a estallar los medios de Francia y también internacionales con el conflicto de los agricultores franceses. El principal organismo sindical agrícola de Francia, la Federación Nacional de Sindicatos de Exportadores Agrícolas y su organización Juvenil Jóvenes Agricultores convocaron más de ochenta piquetes -sí Patricia, piquetes en Francia- por las rutas galas. Entre los principales reclamos se encuentran el rechazo al Acuerdo Mercosur-UE, el rechazo a la libre Importación de productos agropecuarios, y el rechazo al aumento del costo del combustible, exigiendo un subsidio para este insumo vital.
Los granjeros bloquearon las ocho autopistas de entrada y salida de París. Lo que llaman el Sitio de Paris tiene un objetivo adicional de carácter estratégico, bloquear el mercado de abastos de Rungis, considerado el mayor de Europa, junto los aeropuertos más cercanos. Para impedirlo se ha movilizaron por orden del gobierno Francés, más de quince mil policías de distintas fuerzas de seguridad. El conflicto adquiere niveles de fuerte rudeza y ya cuenta con víctimas fatales. Hace unos días la joven agricultora Alexandra Sonac y su hija de doce años murieron atropelladas por un automóvil en un piquete de agricultores en la carretera sur de Toulouse.
Esta violencia se suma a la que denuncian transportistas españoles que sufren pérdidas en sus cargas cuando son identificados en las rutas. El conflicto adquiere tal relevancia que la Confederación Española de Transportes de Mercancía pidió al gobierno que proteja a sus afiliados españoles. La propia dirección de la Comisión Europea, máximo órgano ejecutivo de la Unión Europea, pidió explicaciones por estos hechos al gobierno Francés.
Francia indirectamente acusa a las importaciones de Italia y España, que supuestamente no cumplirían los estándares sanitarios exigidos por la Unión, transformándose en competencia desleal. Los españoles rechazan tales acusaciones, indicando que el conflicto se origina por las importaciones de productos de Turquía, Marruecos o Egipto. Al respecto son muy gráficas las expresiones de la organización española SOS Rural, que agrupa a centenares de ganaderos y agricultores vinculados a lo que se conoce como “La España Vaciada”.
Dice SOS Rural que “la alternativa de nuestros políticos es un suicidio incomprensible: fomentar desde los gobiernos los cultivos masivos en países como Marruecos, Egipto o Turquía desde donde debemos importar productos como el tomate. Es increíble que un país como España esté a punto de depender de Marruecos para poder alimentarnos. Es un disparate”.
El conflicto en Francia ha despertado a organizaciones similares en España y es la continuidad de conflictos en Países Bajos y Alemania. El derrotero final en Francia es una incógnita. Si nos manejamos con la posición de los dirigentes agropecuarios, la situación puede tensarse aún más.
Solo como un botón, veamos lo que dice Maxime Buizard, líder de la Juventud: "La idea es que ningún camión pueda aprovisionar la capital la semana próxima". Esto coincide con lo dicho por el dirigente de la Federación Maxime Lievin: “Presionar a Paris es presionar al Gobierno”.
Finalmente, este viernes, el gobierno francés hizo promesas y los agricultores comenzaron a desarmar las barricadas. Con desconfianza, pidiendo lo prometido por escrito, sintiendo que no habían ganado aunque algo ganaron. Casi al mismo tiempo se alzaban barricadas en las rutas que unen Bélgica y Holanda: los agraristas belgas arrancaban la misma estrategia de sus vecinos franceses.
¿Qué enseñanza podemos sacar para nuestros pagos? Argentina cuenta por cuestiones de suelo y clima, sobre todo en la llamada “zona núcleo”, con la generación de rentas extraordinarias que le permiten alcanzar niveles de competitividad a nivel internacional, en particular en aceite y harina de soja. Sin embargo carece, excepto en algunos sectores en particular, de sectores industriales con niveles de competitividad mundial. Estos deben tener una política industrial que los acompañe, fortaleciendo el mercado interno, es decir salarios altos y políticas de comercio exterior inteligente.
Ahora, así como a los agricultores franceses les resulta difícil competir con combustibles caros, nuestra industria necesita energía no a precio internacional, sino la que surge de respetar costos locales, más una razonable ganancia para las empresas energéticas.
La segunda enseñanza, es que estamos asistiendo a un mundo en el que de forma alguna prima el libre comercio, sino muy por el contrario, hay proteccionismo y defensa de las fuentes locales de trabajo.
El presidente Javier Milei dijo en Davos que Argentina tenía una tendencia de ir contra la corriente… Tenés razón Javier: el DNU y la Ley Base van contra la corriente mundial, el conflicto en Francia es solo una demostración más.
“El problema es que no la ves…”