“A través de LinkedIn me enteré de que se cumplían veinte años. Es una fecha un poco simbólica, ahí comencé a trabajar de forma independiente. Finalmente, tuve que hacerme cargo porque no paraba de recibir felicitaciones”, comenta con humor Martín Gorricho, el diseñador gráfico marplatense reconocido y premiado por su trabajo en el diseño de sistemas de identidad para organismos culturales. Entre sus proyectos más destacados, se encuentran las identidades visuales del Centro Cultural Recoleta, el Teatro Nacional Cervantes, la Bienal de Buenos Aires, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el Centro Cultural Kirchner.
En veinte años de carrera independiente, Gorricho recibió, entre otros reconocimientos, el Premio Konex como una de las cinco figuras argentinas destacadas de la década en la categoría Diseño Gráfico y el Premio Identidad Visual del año en los International Visual Identity Awards de Londres por su trabajo en el Museo de Arte Moderno. Desde la casa de sus padres en Mar del Plata, conversa sobre su vínculo con el diseño, el lugar de Mar del Plata en su carrera y sus nuevos proyectos.
- En una entrevista decís “hay algo ´del interior´ que me define”. ¿Qué lugar ocupa Mar del Plata en tu desarrollo profesional?
- Yo nací en Mar del Plata, me crié y estudié acá. Me fui a Buenos Aires ya habiendo estudiado las carreras de Ilustración y de Diseño Gráfico y habiendo empezado mis primeros laburos, todo acá. En términos de formación, Mar del Plata es completamente significativa para mí y supongo que tiene mucho que ver con mi identidad. A pesar de que ya hace veinte años que no vivo acá, no soy porteño. Tengo algo de eso que reconozco, pero me parece que tiene más que ver con los hábitos, con las costumbres, con las cuestiones más cotidianas. No sé si en el diseño que hago, en mi trabajo, hay un sesgo que tenga que ver con esa identidad. Por lo menos, no lo puedo separar de la persona que soy.
- Llegás de forma casi azarosa al diseño gráfico, ¿no?
- Ahí hay algo también propio de Mar del Plata y de mi entorno sociocultural. Estudié Ingeniería unos años antes de pasarme a Artes Visuales. Siempre me gustó mucho el pensamiento científico, pero después me desencanté un poco de los procesos investigativos. Cuando pasé a una escuela de Artes Visuales, me pareció que estaba cruzando el Atlántico, que estaba traicionando mi historia. Cuando lo hice, además, no fue para estudiar Diseño. A mí me encantaba el cine, iba a todas las ediciones del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y veía todo. En Mar del Plata no había carreras de cine y mi familia, en ese momento, no me podía mandar a Buenos Aires. Entonces, entré a Artes Visuales como un mientras tanto, para estudiar fotografía mientras juntaba plata. Así, encontré el Diseño y la Ilustración y me encantó. En este sentido, fue muy azaroso. Después, si uno quiere reconstruir la fábula romántica, acá en la casa de mis padres está lleno de las ilustraciones que hacía de niño. Y el trabajo que hago hoy, como diseñador de identidad de espacios culturales, es un laburo de mucha ingeniería, muy metodológico y con mucha investigación.
- ¿En este “laburo de ingeniería”, y en la atención que le dedicás a la investigación, identificás un distintivo de tu diseño?
- En la academia está bastante instalada la idea de que el diseño es una disciplina proyectual que implica una etapa de análisis, de relevamiento, de investigación. En la práctica, sin embargo, no se le da tanta pelota como yo lo hago. No es que sea el único que haga ese tipo de investigaciones, pero realmente le doy mucho peso y termina siendo muy determinante en mis procesos de diseño. Cuando me convocan para un proyecto de identidad de un espacio cultural, muchas veces se acercan con una problemática puntual. Digamos, por ejemplo, renovar una imagen que les parece que quedó vieja. Mucho de mi trabajo es investigar la institución y re-diagnosticar las problemáticas. Hacer una lectura del contexto y proponer una serie de objetivos. Siempre digo que mi trabajo es, sobre todo, pensar. Después, esto tiene un correlato visual.
- Luego de crear un sistema de identidad para una institución, digamos el CCK, el espacio cultural puede desarrollarla a su parecer. ¿Cómo te vinculás con eso? ¿Qué lugar ocupa la autoría en el diseño?
- Hay varias cosas para charlar en relación a eso. Primero, yo no me considero un artista, ni considero que el diseño sea una disciplina artística. Y eso que la estudié en una escuela de Artes Visuales. Sin embargo, no lo pienso así porque el diseño está muy vinculado a procesos de tipo productivos e industriales. Yo veo a los diseñadores como técnicos encargados de hacer llegar el mensaje de otro de la forma más efectiva posible. Aunque sea mi trabajo, no veo mis proyectos como propios. No busco dejar mi sello en mis diseños. Creo que sería un problema que se viera en ellos una marca que remita a mi trabajo. Los signos que produzco pertenecen a las organizaciones. Por otra parte, en el caso del Kirchner, y también en el Teatro Nacional Cervantes, tuve la posibilidad de continuar trabajando en la implementación de la identidad. Eso para mí es ideal porque forma parte de pensar la identidad no como algo estable, sino como algo que debe pensarse día a día. Esto, sin embargo, no sucede tanto.
- Además de diseñar sistemas de identidad, realizaste un centenar de afiches para cine y teatro. ¿Hay puntos de conexión entre estos mundos?
- Mi acercamiento fue orgánico: ambos pertenecen al territorio de la cultura, a las mismas conversaciones que siempre me interesaron. Antes de hacer afiches de cine o teatro, como te dije, iba al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata o al teatro. Por otra parte, cuando hago los afiches el laburo es distinto. Los afiches, libros o discos son proyectos mucho más cortos, más intensivos, más vinculados a lo plástico. En ellos, aparece lo expresivo, el capricho. Eso es algo con lo que todavía tengo que reconciliarme porque tengo muy instalada la idea de ponerme al margen, de no dejar un sello, como ocurre en el diseño de identidades, que son proyectos más técnicos, donde hay otra distancia.
- ¿En qué estás trabajando?
- Esta semana estoy yendo a imprenta por el próximo disco de Charly García, que estoy diseñando hace tiempo con Renata Schussheim. De lo próximo e inmediato, es seguro lo que más me interesa. Me parece una locura. Con Renata vengo haciendo muchas cosas, estamos con otros proyectos también en paralelo, pero este disco en concreto, para Charly, es genial. Después, si me pongo en un lugar más personal, hace mucho que vengo pensando en realizar un workshop. Este año estoy en la carrera de “Especialización de Diseño y Gestión de Marcas y Sistemas de Identidad”, en la UBA, pero también me sumo a una maestría en la Universidad de San Andrés. Hace veinte años me dedico al diseño de identidad y estoy muy metido, así que me gustaría crear un espacio para dar clases sobre esto. Tengo ganas de que suceda.