“Todas las entrevistas tienen una chispa de vida muy interesante”, asegura Ezequiel Abalos y lo que se imagina a partir de allí es un vendaval de vivencias rockeras, porque son setenta las que hizo para llegar a su flamante libro Rock de Acá III. Nada que sorprenda, pues, dado que el periodista, escritor y gestor independiente lleva buena parte de su vida guardando memoria del rock argentino a través de las palabras de los protagonistas. Esta vez, el período abordado es el lustro que va de 1975 a 1980, y las siete decenas de charlas se traducen en 456 páginas de palabras, y 15 horas de audios que registra el CD MP3 que acompaña la edición.

Leer o escuchar la obra de Abalos significa entonces acceder a momentos íntimos y a la vez cruciales, atravesados por aquellos rockeros argentinos en tren de diáspora y confusión. “Este libro intenta homenajear a quienes padecieron persecuciones, censuras y exilios debido a sus intentos por expresar su arte y compartir la idea de no violencia”, escribe el fundador de la revista Pelo, Daniel Ripoll, en el prólogo, y el propósito se deja traslucir según pasan las páginas, en chispas de vida varias: los músicos de M.I.A, la agrupación del clan Vitale, que tenían que quedarse a dormir en la casa de Villa Adelina para que la policía no los maltratara en la estación del Belgrano mientras esperaban el tren. Las bombas de gas lacrimógeno que hirieron a la madre de Gustavo Moretto durante un concierto de Alas. El calvario de los músicos de El Reloj cuando el terror azul entró al cine Elektra de Olivos, subió al escenario y le puso una ametralladora en la espalda a Eduardo Frezza mientras este enchufaba un cable; o cuando tuvieron que tocar en el Pueyrredón de Flores, con la policía directamente arriba del escenario. La postergación de la presentación oficial de Humanos, de Pastoral, en el Teatro Coliseo, que no pudo ser porque había caído justo el 24 de marzo de 1976. Hechos todos sufridos por músicos que arriesgaban quedarse en el país, mientras otros disparaban hacia lares lejanos. El tercer volumen de Rock de acá refleja secuencias de la diáspora, también contados por los protagonistas.

Entre ellas la detención y deportación de Jorge Pinchevsky cuando le encontraron abundante cantidad de marihuana en el estuche de su violín en la aduana fluvial de Inglaterra. Los problemas que Aquelarre atravesó en Barcelona por cantar en castellano –y no en catalán-, o la pegada de La Cofradía de la Flor Solar, cuando la banda fue convocada para inaugurar Amnesia, discoteca regenteada por el filósofo Antonio Escohotado en Ibiza. “La idea con este volumen III fue marcar el quiebre que se dio a partir del Adiós Sui Generis en el Luna Park: la dictadura, los cambios en el mercado, el jazz rock, los exilios, la represión tras los recitales y el uso de los teclados”, cuenta Abalos, que se valió para ello de las voces de Ricardo Mollo, Oscar Moro, David Lebón, Rodolfo García, Jorge Pistocchi, Claudio Gabis, Litto Nebbia, León Gieco, Rinaldo Rafanelli, Moris y Pil, por mencionar a un puñado.

“El de esa época es el rock de acá que va para allá y conoce nuevas formas, nuevas culturas. La punta de Gabriela y Edelmiro Molinari en Los Ángeles, que albergó a Gieco, a Santaolalla, a Pino Marrone, a Aníbal Kerpel. Brasil, con Billy Bond y Claudio Gabis. Y el éxodo a Europa, donde ya estaban Miguel Abuelo y Javier Martínez. Paralelamente, los que estaban acá, la piloteaban como podían, con una poesía que trataba de decir las cosas de una manera no tan directa… Nací en 1960, así que durante el período que abarca el libro estaba en plena adolescencia y no entendía bien por qué la vida tenía que ser así. Por eso, me imagino que los que viajaron afuera se dieron cuenta de que la vida no tenía que ser así, que podía ser de otra manera”, orienta Abalos.

El periodista empezó su largo camino como entrevistador en 1992, cuando la idea era nutrir con ellas Rock de Acá, programa radial que compartió con Conrado Geiger durante dos años y medio en la “Rock and Pop”. “Invitaba a los músicos a mi casa y teníamos charlas biográficas largas, que luego fueron a parar a Pequeñas anécdotas del rock de acá, el primer libro que publiqué en forma independiente”, recuerda el autor, arrimando al presente la génesis de una zaga que, a la fecha, se completa con los tres volúmenes de Rock de Acá, prologados por Miguel Grinberg, Pipo Lernoud y Ripoll.

“Más allá de lo terrible de la época que abarca el volumen III, hay cosas que yo viví y que me provocaron mucho interés, como la visión ecológica de la revista Expreso Imaginario, que también trabajo en el libro; la autogestión de MIA, que he aplicado en mi vida… Me pegó tanto eso que sigo manteniendo aquelloss ideales en todo lo que hago. De hecho, los libros los mando a imprimir en la imprenta recuperada Chilavert, porque el fin es dar laburo a gente que tiene la misma idea cooperativista, autogestiva y solidaria”.

Además de escribir libros, Abalos es músico –tiene una banda llamada Heze & Damo- fundó y dirige la Feria del Libro Independiente, y ha hecho películas de corte documentalista. Suya es por caso U.O.R.C, Teatro de Operaciones, film emblemático de la Organización Negra en Cemento. “No sé si historiador es un título o no, pero de alguna manera hay una reconstrucción histórica en todo lo que hago. Me gusta investigar, hurgar, desarrollar y en eso consisten mis trabajos”.