Argentina ha sido capital mundial del ajedrez muchas veces. Quizás hayan sido momentos puntuales y en algunos casos efímeros, pero han llevado al país a convertirse en una de las referencias geográficas de este deporte. 

Repasemos esos momentos trascendentales: En los comienzos del siglo XX la Argentina recibió visitantes ilustres del ajedrez, como Lasker, Capablanca, Reti y Alekhine. En 1927 en Buenos Aires, se dieron cita el entrenado y hosco Alekhine, frente a un descuidado y noctámbulo Capablanca, enfrentándose en un match por el campeonato mundial de ajedrez. Capablanca reaccionó tarde y perdió el título mundial que detentara hasta ese momento con enorme autoridad. En 1939 se jugó en Buenos Aires el Torneo de las Naciones (luego llamado Olimpíadas). A pesar de las ausencias de equipos destacados, hubo entre las representaciones participantes jugadores muy fuertes que realzaron al torneo. Ya de por sí fue un evento destacable, pero tuvo un agregado único: mientras se desarrollaba la competencia, en Europa dio inicio la Segunda Guerra Mundial, acarreando consecuencias insospechadas para el futuro del ajedrez argentino y mundial. Los acontecimientos en el Viejo Mundo torcieron el destino de muchos jugadores, como el de Najdorf y Eliskases –entre otros– que resolvieron no regresar y establecerse definitivamente en el país, elevando así la calidad de una plantilla de ajedrecistas que ya se medía de igual a igual con los mundialmente consagrados y que años después lograría varios subcampeonatos olímpicos, en 1950, 1952 y 1954. Precisamente en 1954 podemos ubicar el cuarto hito, ya que los equipos campeón y subcampeón, Unión Soviética y Argentina, se enfrentaron en un match en Buenos aires. En 1971 Buenos Aires fue una convulsión al recibir en plena guerra fría al estadounidense Bobby Fischer y al soviético Tigran Petrosian, quienes disputaron la final del Torneo Candidatura. Fischer, cuya fama era equiparable a la de una estrella de rock, venció y accedió así al pasaporte para retar al campeón del mundo del momento, Boris Spassky, en un memorable encuentro realizado en Islandia. En 1978 nuevamente Buenos Aires fue sede de las Olimpíadas y la ciudad fue testigo de una URSS destronada por el equipo húngaro luego de un largo reinado olímpico. En 1980 el Torneo Candidatura tuvo otra vez una instancia decisiva en Buenos Aires. Se enfrentaron el ex soviético Víctor Korchnoi, con su otrora amigo y ya en ese entonces enemigo personal, el soviético Lev Polugayevski. Hubo que esperar hasta 2005 para volver a sentir los flashes lejanos, cuando en San Luis se realizó el Torneo para el Campeonato Mundial, ganado en gran forma por el búlgaro Vesselin Topalov.

Todos los hechos mencionados tienen un correlato documental. Hablamos de periódicos, revistas, crónicas literarias y material fotográfico (como las de los visitantes ilustres a comienzos del siglo XX), pero también de otros objetos de enorme valor, que han pasado a formar parte del acervo histórico del ajedrez argentino, como ser el pergamino que firmaron todos los integrantes del equipo soviético y del equipo argentino del match jugado en 1954, o una partida anotada y firmada por Capablanca y Alekhine de aquel match de 1927 y hasta la planilla de la primera partida disputada por Oscar Panno para las olimpíadas, las de 1954, en que Argentina salió segunda.

Estos objetos, entre otros, se hayan dispersos en diferentes sitios del país, pero hoy y hasta diciembre de este año, estos entrañables testimonios se encuentran reunidos y se muestran al público, de manera organizada, clasificada y muy bien presentada, en la muestra Movimientos en blanco y negro. Historia, literatura y arte en el ajedrez argentino, organizada por la Biblioteca Nacional en el Museo del Libro y la Lengua.

La muestra exhibición ha sido pensada y diseñada a partir de la vasta bibliografía ajedrecística de autores argentinos que se encuentra en la Biblioteca Nacional, como ser las primeras ediciones del Tratado general de Ajedrez de Roberto Grau (1929), los 100 problemas de Arnoldo Ellerman (1913), El arte del estudio de Ajedrez de Zoilo Caputto, y las obras de Luis Palau, Sonja Graf y Damián Reca. Además se puede contemplar el primer libro de ajedrez publicado en el país: Aperturas de Ajedrez, de H. Bird. Se exhiben fotografías originales y pocas veces vistas de los pioneros del ajedrez argentino: Lynch, Portela, Pérez Mendoza, y de muchísimas otras personalidades relacionadas al ajedrez. También forman parte del armado de la muestra revistas especializadas en ajedrez, verdaderas joyas, ya de culto, como el primer número de la Revista del Club Argentino de Ajedrez (1905), El ajedrez Americano (1927), Jaque! (1933), Revista Caissa (1933), etcétera.

Además de fotografías y documentos de los grandes acontecimientos internacionales desarrollados en el país y descriptos más arriba, la exposición invita a un viaje en el tiempo para recorrer el ajedrez argentino desde sus inicios. Fotografías asombrosas nos muestran los primeros bares y asociaciones del siglo XIX hasta los primeros clubes de ajedrez que hubo en Argentina ya en el siglo XX, como lo fueron el Club Argentino de Ajedrez, el Círculo de Ajedrez, el Círculo de Vélez Sarsfield y el Club Jaque Mate.

Quien quiera ir incluso más lejos en el tiempo puede apreciar la relación que han tenido con el ajedrez personajes clave de la política argentina, como Lavalle, Urquiza, Rosas, y ya en el siglo XX fotografías que ligan a Perón y al Che Guevara con el ajedrez. Se comprenderá con sencillez que el ajedrez y el país tienen una larga historia de amor que contar.

* La muestra Movimientos en blanco y negro. Historia, Literatura y Arte en el Ajedrez Argentino se puede visitar en el Museo del Libro y de la Lengua hasta el 23 de diciembre, de martes a domingo de 14 a 19.