“Feliz cumpleaños para Eli McCullough y para Texas”, reza un cartel a la entrada del rancho propiedad del hombre al que todos llaman Coronel. Persona y región vendrían a ser una misma cosa en The Son (su estreno fue ayer por AMC e irá los domingos a las 22) ya que el susodicho nació el mismo día en que se declaró la independencia de ese estado hacia 1836. Ocho décadas más tarde, dentro de los preparativos para el festejo, el cumpleañero trae desde lo más profundo de su propio territorio un cadáver. La serie de diez episodios indaga sobre la fundación mítica de la región, fundiéndose con ese personaje interpretado por Pierce Brosnan, desde su niñez hasta el siglo siguiente, cuando se ha convertido en algo más que un patriarca duro. Es un ranchero de corazón frío para quien el ser humano es una bestia indomable. Una serie que abona el clasicismo del western con algunas vueltas de tuerca en lo referente a la temática y el contexto. 

El drama familiar discurre en dos grandes líneas temporales. Una ubica al clan hacia 1815 frente a una encrucijada. Tiene que modernizarse a la fuerza, ya que se ha desatado la fiebre por el oro negro. El gran problema es que los McCullough quieren vender sus tierras aunque aún no hallaron crudo en sus pozos y del otro lado de la frontera los acecha la Revolución Mexicana. La otra historia sucede en un flashback hacia 1849, con Eli de púber, cautivo de los comanches que asesinaron a sus seres queridos. Ese hecho que marcará a fuego su personalidad, un tanto como Kevin Costner en Danza con Lobos, un poco como Brad Pitt en Leyendas de Pasión y con una pizca de Daniel Day-Lewis en Petróleo Sangriento. Un sujeto que cree que “debés gobernar a los golpes”, con dotes de rastreador y que dispara antes de preguntar. “Eli McCullough representa el tipo de héroe mitológico que fundó el oeste. Físicamente es poderoso y bravo. Es de esos hombres que toman lo que quieren. Si uno fuera a hacer un análisis moral de su carácter, según los estándares actuales, no saldría bien parado”, planteó Philip Meyer, autor de la novela sobre la cual se basa la historia, además de guionista y productor del envío. El autor dijo que su obra es sobre el ascenso de una dinastía que a su vez representa la relación de los estadounidenses con la violencia y la guerra. “Para hacer eso necesitaba un personaje legendario”, explicó. 

“Los días de los ganados en el rancho están acabados”, le asegura el viejo McCullough a uno de sus hijos. El mayor le sigue el juego, su hija es otra aliada, pero Pete es el único de su estirpe que cree que deben apaciguar la violencia como táctica. “Vos decís que la civilización se deteriora, yo digo que vuelve a su estado natural”, le aclarará en otro momento cuando discuten si deben matar a un sospechoso de causarles problemas. Para Brosnan este papel marca su vuelta a la pantalla chica a tres décadas de Remington Steele. Los modismos del galán comprador brillan por su ausencia en The Son. El irlandés ya había demostrado su cuero para el western en Perseguidos por el pasado, donde libraba una guerra sin cuartel contra Liam Neeson. Aquí aparece un odio calculado contra Pedro García (Carlos Bardem), “el patriarca de la última gran familia española del sur de Texas”. Este otro Don, que tiene lazos con los mexicanos, intentará apaciguar los ánimos con Eli. Queda claro que su trabajo no será muy fructífero y en algún momento los García y los McCullough volverán a desenfundar las armas. Otros que aparecen por allí son los miembros de la Liga de Ley & Orden, muy afines a los propósitos del Ku Klux Klan, y puede que cierta cabalgata del piloto homenajeara la infame secuencia de El Nacimiento de una Nación con los miembros del clan yendo a campo traviesa. 

Aunque dure menos de un minuto la apertura es digna de mención pues abreva con lucidez y elegancia todo el imaginario de Texas: ganado, aborígenes, sangre, petróleo y humo. Los diálogos no dejan resquicio para la originalidad pero ciertas escenas, como la de la matanza del hermano de Eli a manos  de un aborigen con su lanza, apelan a un rigor impactante. La narrativa apela a un formalismo duro como la idiosincrasia plasmada en pantalla. “Nací el mismo día que la república de Texas”, clama Eli en su discurso en medio de su cumpleaños. Personaje que David Viñas habría retratado en Los dueños de la tierra de haber nacido en ese mismo período pero a ocho mil kilómetros al sur del rio Grande.