"Decía John Donne, que nadie duerme en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo, y que sin embargo todos dormimos desde la matriz hasta la sepultura, o no estamos enteramente despiertos. Una de las misiones de la gran literatura: despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo". (El escritor y sus fantasmas). Ernesto Sábato.

La aventura de la raza humana puede concebirse y pensarse desde lo psicológico y lo social. Conceptos que escenifican el desarrollo de la vida cotidiana y los acontecimientos históricos.

Cuando las sociedades cansadas de fracasos permanentes en materia económica, de seguridad, en la educación, en la salud o ante crisis globales determinantes, pierden la esperanza en sus mismas posibilidades y recursos, aparecen salvadores, lideres borderlaine, a proyectar un ideario tan demencial como creíble para cierta porción de esa misma sociedad despersonalizada.

En la reciente película Cazadores en tierra inhóspita, del siempre interesante cine coreano, la trama se posiciona en un futuro distópico en el que Seúl y otras ciudades son destruidas por un terremoto, transformándolo en un escenario donde nadie gobierna, en la que cazadores y mercenarios se aprovechan de la situación y asesinan a todo aquel que se rebele.

Por fuera de ese escenario marginal, ha subsistido un complejo de apartamentos acondicionado como una gran cárcel, a cargo de un medico trastornado, que realiza experimentos nefastos con adolescentes con el deseo psicótico de reanimar a su hija. Secundado por un ejército de lunáticos leales y fieles violentos. Algunos victimas conscientes de los experimentos del Doctor. Estos andan reclutando con mensajes conmovedores adolescentes para los experimentos de libertad y prosperidad. Con la promesa de una vida digna, en este santuario perverso, sobra el agua potable (el tesoro primordial) para beber y asearse, pues el terremoto ha dejado carencias básicas.

Las adolescentes son medicadas engañosamente hasta dejarlas sonámbulas y luego son llevadas al laboratorio donde se les extrae la glándula pituitaria, conocida como la glándula endocrina maestra. Los familiares son llevados a un subsuelo obligados a trabajar todo el tiempo por agua y comida en mal estado.

Ante este panorama, un particular cazador, con un joven y una ex miembro de la seguridad del complejo, rebelada, intentarán liberar a Han Suna, una adolescente que ve toda la farsa con una clarividencia asombrosa.

El comienzo de la revolución y liberación de esa estructura de psicopatías, mentiras y violencia, donde lo psicológico, ante una sociedad devastada, ejerce una influencia atroz dejando los mecanismos de defensa inutilizados, aparece con la rebeldía de Han Suna. Esta rebeldía la lleva a escaparse, pero no huye sola, va en busca de su compañera que ya fue víctima del Doctor en su laboratorio mortuorio. Aquí vemos un resorte fundamental para cambios reales. Una rebeldía acompañada por la solidaridad. Una rebelde solidaria.

Mientras tanto, el cazador y su equipo llegan al establecimiento y arremeten con la fuerza, dejando charcos de sangre y cráneos descuartizados, hasta llegar a las cárceles donde residen los seres humanos que funcionaron como “conejillos de indias” de este nuevo experimento. Alli se encuentran con personas anómalas que se han convertido en mitad humanos y mitad animales.

El desenlace termina con la liberación de toda esa raza humana esclavizada bajo términos aparentemente democráticos. El líder enloquece totalmente dejando al descubierto su plan siniestro. El cazador lo ultima con un disparo en el cráneo.

Como una metáfora que viaja a nuestro presente, Ernesto Sábato nos alerta que vamos adormecidos hacia nuestros destinos. Hacia el patíbulo. Dejando que estructuras psicológicas globales determinen arbitrariamente lo social y su hábitat. Experimentos en una patria que parecieran surgir de una nada absoluta. Unos lideres autómatas interesados y obsesivos, con ideologías extremas, ante un pueblo inerte, adormecido, abatido.

Lo psicológico reprimido sin interés en evolucionar, atascado en una comodidad tétrica. Deambulando en vulgaridades televisadas. El conformismo social ante la violencia económica y política. Protagonistas de esta hecatombe, donde cada cual, como engranajes monótonos, cumple su función, sin la rebeldía y la solidaridad que se necesita para emerger como una sociedad empoderada.